‘El gozo de la veteranía’
Nicolás Van Looy / Ciclo21 (Enviado Especial – Murcia)
En el ciclismo existen dos tipos de calendarios. El real, que marca los días, las semanas y los meses como al resto de los mortales y el específico. El que estipula que la primavera no empieza el día 21 de marzo sino cuando se da el pistoletazo de salida al Circuito Het Nieuwsblad. O que el verano no es tal hasta que el Tour de Francia nos mece el sueño de la siesta de julio. O que el otoño, con sus hojas caídas, es patrimonio lombardo. O que el invierno, por esas cosas que tiene el ciclismo, se prolonga durante toda esa temporada en que las ruedas gordas se manchan de barro y nieve en Centroeuropa. Y ese es el que nos gusta. El que cuenta.
Luego, claro está, existen otros calendarios. Los que, de alguna manera, forjan a la persona. El que convierte a algunos en amantes de los días pestosos de frío y lluvia y a otros los transforma en deportistas a base de energía solar. Ese calendario, claro, cambia mucho dependiendo de la zona en la que el ciclista haya nacido. Del lugar en el que haya establecido su residencia. Incluso, de los desmanes de una climatología que, sin querer entrar en polémicas con ningún primo de ningún alto dirigente de ningún gobierno, ya no hay nadie que la entienda.
Y con esa expresión de incredulidad y extrañeza en el rostro nos golpean los 31º con los que nos recibe Murcia. Estamos todavía en los primeros días de marzo, pero el ambiente es casi veraniego. Miles de personas abarrotan las calles de la bella capital murciana en un ejemplo de lo que, para muchos, es el modo de vida mediterráneo. Los últimos rayos de sol crean sombras y formas efímeras en las callejuelas rodeadas de edificios históricos y sirven de reclamo para ocupar una mesa en alguna de las centenares de terrazas que se han llenado de parroquianos a la llamada del buen tiempo.
Sonriente. Con el esfuerzo de los más de 200 kilómetros muy fresco en las piernas. Tremendamente fino. Las miradas a nuestro alrededor se centran en la escena mientras un fuerte apretón de manos nos da la bienvenida oficiosa a tierras murcianas. Alejandro Valverde (Murcia, 25 de abril de 1980) se sienta frente al periodista. Ciclo 21 habla con el seis veces medalla mundialista en su entorno. En su ciudad. Viste de azul, pero no el azul de Movitar. Vaqueros y un jersey. Muy sport, como se suele definir ese estilo. Lejos de la imagen a la que nos tiene acostumbrados el líder del Top Ciclo 21, al que solemos ver subido en su bici y con la lycra del maillot y el cullote. “Valverde, desencadenado”. Le confieso que me quedé con ganas de titular así mi crónica de la Strade Bianche si hubiese conseguido la victoria en una prueba en la que enamoró. Levanta los hombros y sonríe. Qué se le va a hacer, parece que quiera transmitir. Luego, nos confesará que, pese a todo, está contento con su actuación. Corre para ganar, sí; pero sobre todo, en este punto de su carrera, lo hace para disfrutar. Y para hacer disfrutar. Algo que, aunque parezca paradójico, se complementa. Sin prisas y sin eludir ningún tema, queremos conocer a la persona que hay detrás del ciclista y hablar de todo. Hablamos durante algo más de dos horas con él. Una larga conversación que hemos dividido en cuatro entregas. Hoy, para empezar, hablamos de su presente. Un presente que, a sus 34 años, parece su mejor momento. “Igual corro lo Milán-San Remo, pero todavía no está decidido”, me dirá al final de la charla. Un off the record que hoy se ha hecho oficial y, por lo tanto, ya podemos contar.
Como de costumbre, ha empezado muy fuerte el año. Ya ganó en Mallorca y ha estado muy cerca en Dubai y Omán y, sobre todo, en Strade Bianche. ¿Satisfecho?
Quería empezar bien. Quizá tampoco al 100%, pero teniendo buenas sensaciones. Siempre digo que aquí hay buen clima para poder entrenar y si no pierdes ni un solo día de entrenamiento al final la forma física es buena. Más o menos estoy en lo esperado. Ya llevo una victoria y muchísimos podios y eso quiere decir que vas por el buen camino y que las sensaciones son bastante buenas.
Permítame felicitarle por el recital que dio el sábado. Ahora, reposado el resultado, ¿cómo analiza su carrera?
La verdad es que sí, estoy muy satisfecho. Nada más terminar la carrera le comentaba por teléfono a Eusebio Unzué que estaba viendo perfectamente que el que más pasaba al relevo y el que llevaba el mayor peso de la carrera era yo con mucha diferencia desde 80 kilómetros a meta. Pero ¡estaba disfrutando tanto! ¡Es una carrera tan diferente a las otras! Me sentía bien. Estaba disfrutando encima de la bicicleta. Está claro que siempre quieres ganar y, de haberlo hecho, el resultado hubiese sido mejor, pero también es cierto que los dos rivales que tenía conmigo eran muy fuertes. Tal y como me encontraba, podía ganar o no, pero yo me quedé muy satisfecho.
Le vimos tomar un gel quedando pocos kilómetros, ¿fue algo sintomático de que se encontraba vacío?
Sí. La verdad es que iba bien alimentado, pero es una carrera tan sumamente nerviosa que vas todo el rato sube, baja, tierra, en equilibrio… se gasta más de lo normal y se come menos de lo normal y es cierto que me encontraba un poco vacío. Me tomé el gel, pero ya era tarde. Me lo tendría que haber tomado antes, pero como ya he dicho antes me quedé muy contento. No gané, pero tenía piernas para, si quizás hubiese sido un poco más inteligente, poder ganar, pero los corredores que me superaron son muy buenos y especialistas en este tipo de carreras.
Termino con el tema de la Strade Bianche con una curiosidad que, seguramente, sea una constante en el deporte cuando no se consigue un triunfo. Si pudiera volver a correr esa misma carrera y con la perspectiva actual, ¿qué momento o momentos exactos cambiaría para tener más opciones a la victoria?
Sé perfectamente qué es lo que tengo que cambiar y lo que tendría que haber hecho para poder ganar: pasar un poco menos a los relevos y hacerlo más flojo. No llevar tanto el peso de la carrera como lo hice. Pero yo estaba disfrutando y estaba contento. De la otra manera, quizá ahora tendría en mi palmarés la Strade Bianche, vale, pero yo me quedo con lo que disfruté. Rivales que son buenísimos en ese terreno iban sufriendo y se quedaron atrás y es con lo que quiero quedarme.
El Tour y la Vuelta, que ahora hablaremos de ellas, son sus grandes retos este año, pero antes vienen las Ardenas. Puede hacer historia en la Flecha colocándose con 3 triunfos a la altura de Argentin o Merckx y en la Lieja puede colocarse, con tres triunfos, justo detrás de esos dos nombres. ¿Tiene realmente ganas de hacer historia allí?
Me encantaría. Son carreras que se me dan bien y todos los años consigo meterme en el podio y si no cae alguna de las dos falta muy poco. Las afronto como todos los años, en la que lo principal es llegar con una buena forma física que permita estar disputándolas. Luego, se puede ganar o no, pero lo importante es disputarlas.
De las dos, ¿cuál le haría más ilusión?
Para mí… Lieja.
Michal Kwiatkowski reconoció en enero que esa misma prueba es su sueño para este año. Menudo hueso va a tener ahí.
¡Está claro! Es el actual Campeón del Mundo y es un chaval que va creciendo muy rápido y que es muy bueno. Pero no sólo en Kwiatkowski. El propio Simon Gerrans, que espero que se recupere bien de la última caída en la Strade Bianche.
El año pasado hizo su mejor Tour de Francia tanto a nivel de resultado como de rendimiento y sensaciones, pero este año su papel parece supeditado al liderazgo de Nairo. ¿Comparte esa decisión?
Bueno… más que compartirla o no, es que es así. No es la primera vez que lo digo: Nairo va a ser el líder en el Tour. Yo estaré lo más cerca posible para poder ayudarle en la parte final, pero de partida está clarísimo que el jefe de filas va a ser él. Ya hizo segundo hace dos años y con la capacidad que tiene para subir y conforme es este Tour, creo que es una carrera que le viene muy bien.
¿Sería lógico pensar que en la Vuelta ese liderazgo se revertirá y será usted el jefe de filas?
Está todavía un poco por decidir, pero en teoría debería de ser así. Luego pueden pasar mil cosas… mira el año pasado en la Vuelta. Quiera Dios que este año no pase igual. Tanto el Tour como la Vuelta van a ser mis máximos objetivos. En el Tour estaré más para ayudar a Nairo y en la Vuelta, en teoría, con más libertad… ¡pero todavía queda mucho para llegar hasta allí!
¿Me puede hacer una predicción del podio para las dos grandes vueltas?
Para el Tour, creo que ganará Nairo con Alberto [Contador] segundo y Nibali tercero… Froome cuarto. De cara a la Vuelta, me gustaría colocarme a mi primero, pero de cara al podio no lo sé porque queda mucho y no sé quién puede venir.
Otra carrera que le va realmente bien es el Mundial. Este año tenemos Richmond 2015 y Rio de Janeiro 2016 ya se perfila en el horizonte. ¿Se ve, por fin, vestido con el arcoíris? ¿Y Campeón Olímpico?
Primero tendremos que ver el recorrido del Mundial. Unos me dicen que es duro y otros que no lo es tanto. Si es duro, creo que iré como jefe de filas para intentar ganar el Mundial este año. Ya son seis medallas, que son muchas, pero la de oro no se ha conseguido. En cuanto a Río, dicen que el recorrido es bastante duro, así que ya veremos. Ya serían las cuartas Olimpiadas… ¡para un deportista, poder estar cuatro veces en unos Juegos ya es lo máximo! Queda todavía mucho para eso, así que vamos a centrarnos en esta temporada.
Después de tantas victorias, de tres años siendo número uno en el ranking WT (antes PT), en Omán le vi liderando una protesta junto a otros pesos pesados del pelotón el día del viento. ¿Se siente ahora respetado y escuchado dentro del pelotón como uno de sus grandes líderes?
Pues mira… ¡estáis equivocados! De todos los que estábamos allí, yo fui el que menos se opuso. Lo que pasa es que salió en la prensa ‘Alejandro Valverde liderando’. ¡Si yo no lideraba nada! Allí estaban liderando los que se nombraron. Nibali, Purito, Cancellara, Pozzato… Ellos estaban aquí y yo, sentado aquí [coloca una manos sobre una de sus piernas y la otra en la otra pierna]. Cuando Eddy Merckx fue a su coche cabreado yo fui a hablar con él. Le dije cuál era mi opinión, que no te la voy a contar aquí. Lo que también le dije es que yo haría lo que hiciese la mayoría. Y otra cosa más (ríe). Con las mismas, me fui y me senté con mi equipo. ¡Eso es lo que yo lideré! ¡Nada!
Respeto que no quiera contarme qué le dijo a Eddy Merckx ni su opinión, pero dígame con sinceridad, ¿era peligroso correr? Tenga en cuenta que ante la ausencia de televisión, sólo podemos valorar las fotos que se publicaron.
Vamos a ver. Es cierto que era una bajada y que hacía mucho calor. Que hubo un equipo en el que pincharon todos. Pero el problema sólo lo tuvo ese equipo. Entre los demás hubo algún pinchazo, pero como en cualquier otra carrera. ¿Había un riesgo? Sí. Lo había. Pero ha habido otras carreras con muchísimo más riesgo y peligro para nuestra salud. Con frío. Con nieve. Estando a -2º. Y allí no paró nadie.
¿Habría que regular eso?
Pues sí. Me gustaría que hubiese una regulación. Ahí si lo vería. Hay cosas que el cuerpo casi no las puede soportar. Hay veces que estás a punto de que te dé algo. Mira esa Milán-San Remo que se corrió hace un par de años. Eso era inhumano. ¡Ver a mis compañeros sufriendo de esa manera! Eso sí era duro. Eso sí era peligroso. Eso sí era para suspender. ¡A punto de matarse uno por ahí! El otro día, no voy a negar que no hubiera riesgo. Se decidió parar y yo paré. Pero se podía correr.
El tiempo le está tratando como a los buenos vinos. ¿Dónde está el secreto?
En cuidarse. No hay más. Entrenar bien y, por supuesto, la calidad. La calidad de cada corredor es la que tiene. Alberto Contador tiene una calidad buenísima. Samuel, Purito… son corredores que tienen calidad y siempre están ahí. Estén mejor o peor, pero siempre están cerca.
Ya hemos dicho que da la impresión de mejorar año a año, pero un contemporáneo suyo como Alberto Contador ya se ha puesto fecha de caducidad. ¿Tiene usted algo en mente en ese sentido? Y, en ese mismo sentido, es el único corredor español con contrato para 2017, ¿cómo analiza ese dato en relación al estado de salud del ciclismo español?
Yo creo que el nivel actual en España es buenísimo. Estamos viendo que hay corredores que están despuntando a un gran nivel. Tenemos a Lobato. A Rubén Fernández, también murciano. Soler… hay varios. El futuro del ciclismo español no creo que vaya a ser malo.
Insisto, ¿su fecha es 2017?
De contrato sí (ríe). De terminar de correr, no lo sé. No me lo he pensado todavía.
La semana pasada decía Sven Nys que su mayor miedo tras la retirada no es, como le sucede a muchos deportistas, qué hará con su vida sino la posibilidad de dejar de mantenerse en forma. Tras una vida entera dedicada al cuidado del cuerpo y la salud, ¿comparte ese miedo? Cuando piensa en ello, ¿qué es lo que le produce mayor vértigo al Valverde post-ciclista?
Creo que es algo normal entre los ciclistas, que somos personas a las que nos gusta y nos preocupa estar finos y en forma. Creo que muchas veces el ciclista entrena más no sólo para estar más fuerte, ¡sino para poder comer más! No es algo que me preocupe en exceso, pero sí creo que seguiré montando en bici y seguiré manteniendo la forma. A lo mejor, algo más fuerte que ahora, pero no creo que sea una persona que engordaría mucho.
Continuará…
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