‘¿Hay un tesoro bajo el arcoíris?’
Nicolás Van Looy / Ciclo21 (Enviado Especial – Murcia)
Con Nairo Quintana como jefe de filas para el Tour de Francia, a Alejandro Valverde la Vuelta a España se le presenta como el gran objetivo en su periplo por las vueltas de tres semanas en esta campaña 2015. En la larga conversación mantenida por el mejor corredor del mundo en 2014 con Ciclo 21, el murciano repasaba su presente más inmediato en las líneas publicadas ayer.
Para Valverde, como ya nos ha contado, no todo se trata de ganar. También hay que disfrutar. Y hacer disfrutar al aficionado. Y, si hacemos caso a la inmediatez de las nunca fiables redes sociales, cuando más se le valora es cuando se convierte en protagonista en las grandes clásicas del calendario. Además, repasando su palmarés, hay una carrera que destaca sobre todas las demás: el Mundial. Nueve veces ha tomado la salida en esta carrera y seis veces ha terminado en el podio (dos platas y cuatro bronces) y sólo dos veces (2007 y 2008) acabó fuera del Top-10. Dicen que bajo el arcoíris se esconde un tesoro. Si eso es verdad o no, Alejandro Valverde no lo sabe. Todavía.
Hoy, en esta segunda entrega de nuestra larga entrevista con uno de los mejores corredores de su generación, repasamos junto a él sus anhelos y preocupaciones en ese calendario de carreras de un día que tantas veces ha sido maltratado por el gran público de nuestro país.
Me hablaba usted anteriormente de inteligencia y eso es algo que, una parte de la afición, tradujo ese día de la Strade Bianche en una típica Valverdada. Recuerdo haber escrito ese día que usted intentó hacer algo grande y que, finalmente, no le salió todo lo bien que le hubiese gustado. Pero me da la impresión personal de que, pese a no ganar, su figura subió muchos enteros por su manera de correr. ¿Cree que fue así?
Sí, como bien dices no gané, pero los mensajes que recibí fueron como si hubiese ganado o incluso mejor. Si hubiese ganado, hubiese sido espectacular. Muchas veces peco de pasarme y otras de quedarme corto, pero eso quiere decir que siempre estoy ahí para poder equivocarme y para poder ganar. Hay otros que apenas se dejan ver y llegan a una carrera y ganan. Se lo juegan a una sola oportunidad. Yo, a cada carrera que voy, tengo alguna. Creo que eso de las Valverdadas como has dicho al final del día le gusta a la afición. Muchas veces no termino de rematar, pero siempre estoy con opciones.
Habiendo sumado ya seis medallas en nueve mundiales, ¿le ha llegado a obsesionar de manera negativa en alguna ocasión las ganas de conseguir el arcoíris?
Ahora ya no tengo tanta obsesión con decir aquello de ‘quiero el arcoíris, lo quiero, lo quiero, lo quiero…’ Me gustaría ser Campeón del Mundo, claro. ¿A quién no? Pero ya no es una obsesión. Es algo que…
Pero, ¿lo fue en algún momento?
Sí. Seguramente lo fue en algún momento de mi carrera. Ahora ya no. Salgo tranquilo y relajado. Pensando en hacerlo bien y si tengo opción de ir a por el maillot arcoíris, ni mucho menos voy a dejar de hacerlo, pero tampoco es algo que me obsesione.
Le confieso que me ha sorprendido su respuesta y creo que es algo que compartirán muchos lectores. Permítame preguntarle si ese periodo en el que le obsesionaba el Mundial coincidió con los años de mayor rivalidad y tensión con Óscar Freire.
A lo mejor sí. Era una época con más tensión. Pero la obsesión era la de querer ser Campeón del Mundo, pero nunca diciendo que no quería trabajar para otro. Íbamos como líderes compartidos. Yo quería ser Campeón del Mundo y él quería volver a serlo, pero en ocasiones el recorrido no daba para que él pudiera serlo y sí para que lo fuera yo. Pero son cosas que pasan en todas las selecciones, no sólo en la de España.
Han pasado los años y usted ha crecido en todos los sentidos tal y como lo hacemos todos según sumamos velas. Es más maduro como ciclista y como persona. ¿Cree que esa misma situación, replicada ahora, la hubieran manejado todos de manera distinta? Y, cuando le digo todos, me refiero a Óscar, a usted y también al seleccionador.
No, Óscar lo tenía bastante claro. Hasta que se retirara, él quería optar por su medalla y ya está. Yo, bueno… algunas veces me he sacrificado y otras, a lo mejor me hubiese gustado que otro se hubiese sacrificado más por mí. No lo hicieron, así de claro.
Ya que hablamos de él, ¿piensa que Lobato puede ser el sucesor de Freire?
No me gustan las comparaciones. Comparar a alguien con Óscar Freire, que es tres veces Campeón del Mundo, ganador en Milán-San Remo y…. ¡todo lo que ha ganado! Lo que está claro es que Lobato es un grandísimo corredor y que ya estamos viendo de la manera que gana. Pasa muy bien la media montaña. Hablando de Lobato, según medio me han contado que es el Mundial, podría ser bueno para él. ¡No le quiero meter presión! (ríe), pero creo que puede ser un Mundial muy bueno para él.
¿Trabajaría de buen grado para él?
¡Pues claro que trabajaría! Encantado.
Como quizá sepa, hay un sector de la afición y de la prensa, entre los que me incluyo, que opina que usted podría tener un palmarés todavía más grande e histórico si se hubiera centrado más en las clásicas y se hubiera olvidado en parte del Tour. ¿Cómo valora esas opiniones?
¿Quieres que te conteste? ¡Lo voy a hacer sinceramente! (ríe)
Sí, claro.
Vale. ¿Cuántas clásicas quieres que gane? ¿Cuántas he ganado?
Muchas
Muchas, sí. ¿Cuántas he hecho podio? Muchas. ¿En qué más me puedo emplear? A lo mejor, me empleo más y gano menos. He ganado dos veces San Sebastián. Dos veces Lieja. Dos Flechas. He hecho podio en varias ocasiones en todas las que te he dicho. Podio en Lombardía. ¡En todas! ¿Quieres que vaya a la París-Roubaix?
Por ejemplo…
¡No! No es una carrera para mí. Soy realista. Peso 62 kilos y esos animales pesan 75 u 80 kilos. A lo mejor podría defenderme en una Vuelta a Flandes, no te digo que no. Pero en una París-Roubaix no me puedo defender. Puedo aguantar 200 kilómetros, pero 260 kilómetros pegando saltos por ahí no lo puedo aguantar. Podría decirte, ‘un año voy a pesar 70 kilos’, que lo podría hacer perfectamente, pero no… ¿qué más clásicas voy a ganar? Te tienes que centrar más, me habéis dicho. ¿Cómo me voy a centrar más? Si me centro mas, ¿qué voy a ganar? La Amstel, Flecha, Lieja, Lombardía, San Sebastián… ¡no puedo ganar todo! (ríe). Es que, cuando la gente me pregunta eso siempre digo ¿qué queréis? ¿qué gano? ¡¿Acaso los demás no corren?! Si fuese así, iría yo a las clásicas y directamente ‘toma, la copa. No hace falta ni que salgas, ¿para qué? Si voy a ganar’. ¡Joder! Es que eso no es deporte. Más no podría ganar.
No le digo que no. De hecho, los que defendemos eso entramos en esa maravillosa contradicción de admirarle por todo lo que gana, por ser de los pocos o el único que disputa de febrero a octubre. Mire, hace poco le hacía la misma pregunta a Eusebio Unzué y le comenté que quizá no le falta a usted nada, pero le sobran las tres semanas de julio. Él me decía que es usted un tipo que si no le motiva una carrera, es complicado que la dispute a fondo. ¿Es así? ¿Hay carreras que usted mismo dice ‘esta no la voy a disputar porque no me gusta’?
Sí. Una de ellas es la París-Roubaix. Sí me gusta… pero me gusta verla. Tengo más riesgo de caerme y lesionarme para todo el año que de optar al triunfo. Es que desde aquí se ve todo muy fácil, pero de fácil no tiene nada esa carrera. Es muy dura. Muy complicada. Y es para corredores realmente corpulentos.
En enero hablé con Philippe Gilbert, uno de sus teóricos rivales en las Ardenas y en otras carreras que podrían adaptarse bien a las condiciones de ambos. Preguntado respecto a sus enfrentamientos su respuesta fue, y le leo textualmente, “no hemos protagonizado grandes enfrentamientos él y yo porque siempre corre de una manera muy defensiva. Nunca quiere ir al ataque. Es un corredor que prefiere correr rodeado en grupo, pero siempre está ahí y es un rival muy rápido y muy complicado de batir” ¿Cómo valora estas palabras?
Es un corredor que muchas veces quiere buscar la sorpresa y lo hace desde lejos. Muchas veces le sale bien, pero más veces le sale mal. Yo soy un corredor que cuando realmente quiero ganar a lo mejor calculo demasiado, pero muchas veces, para ganar tienes que hacer eso.
Es que, al final del capítulo, parece que siempre le critican. Si ataca, porque ataca y si no lo hace, porque calcula demasiado.
¡Porque siempre estoy ahí! A mí se me presentan muchísimas más oportunidades que a él. Yo estoy en las grandes vueltas y él no. No puede y esa es la cosa. Yo voy a Strade Bianche y estoy para ganar. Voy a una gran vuelta y estoy para ganar. Voy a una vuelta pequeña y estoy para ganar. Voy a un Mundial y estoy para ganar. La clásica más dura que sea y estoy para ganar. Eso es lo que me diferencia de otros corredores.
¿Le aburriría o no sería capaz de cambiar su manera de planificar las temporadas centrándose en carreras concretas y, por lo tanto, sacrificando otras?
Sí, pero no me importaría. No me gusta, si voy bien, levantar el pie e ir más tranquilo. Hoy en día, eso se ve cada vez menos. Antes sí era más habitual. El ciclismo de hoy en día no es así. ¿Cuántos ves de los buenos que lleguen a una carrera y se desentiendan? No ocurre. El que se desentiende es porque no va bien. Pero volveríamos a lo mismo. Si lo hiciese, dirían ‘joder, Valverde ya no es el mismo. Está cambiando. Ya empieza a ir para atrás’
Continuará…
Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (I) (El gozo de la veteranía)
Alejandro Valverde, un paseo por el ciclismo (IV) (Muy personal)
Es Dios, los que lo critican lo hacen por odio, pero por odio no solo a Valverde, si no porque ha ganado mucho para España, para el ciclismo español. ES por eso, principalmente, y precisamente por eso, valga la repugnancia, lo que tiene que hacer ALEJANDRO (Magno) es CAGAR PA ELLOS, como suena.
¡VAMOS ALEX!