Aranburu: “Las clásicas me gustan y se me pueden dar bien”

Aranburu terminó segundo en el Tríptico Lombardo / © Astana

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Cuando el pasado año se impuso en la cuarta etapa de la Vuelta a Burgos en la Ciudad Romana de Clunia, Álex Aranburu (Ezkio-Itsaso, 19 de septiembre de 1995) avisaba de lo que estaba por venir. Antes de aquello ya había levantado los brazos en la Vuelta a Madrid, donde desarboló a todo el Movistar, y en el Circuito de Getxo de un año antes. Quedaba poco para la Vuelta a España, el gran escaparate del que entonces era su equipo, el Caja Rural-RGA, y el corredor vasco -nuevo líder del TOP Ciclo 21 sub-26– avisaba de lo que podía hacer en la gran ronda española.

Entonces dio dos veces al palo. Primero en Igualada. Se metió en la fuga buena y, bajo la lluvia que apareció en el último momento, se vio superado por el alemán Nikias Arndt. Días más tarde, en Bilbao, fue el primero de los mortales el día en el que Philippe Gilbert sumaba su décimo triunfo parcial en grandes vueltas (sexto en la Vuelta a España).

Aranburu es un tipo inconformista al que, al menos en la primera reflexión, sólo le vale la victoria. “La primera me dio más pena porque llegamos todos al sprint y si lo hubiese hecho de otra manera podría haber luchado un poco más”, explicaba al arriba firmante días después de verse superado por el excampeón del mundo aunque, explicaba, que la derrota de Bilbao le había dejado un buen sabor de boca.

Todas esas actuaciones y una gran progresión le permitieron firmar su primer contrato con una escuadra World Tour. Este año desembarcaba Aranburu en Astana, un equipo en el que el objetivo, al menos inicialmente, era “ayudar en las grandes vueltas y aprovechar mis oportunidades en las llegadas que me puedan venir bien”. Pero todo se fue al traste un fin de semana de marzo cuando el mundo entero se paró y todos nos tuvimos que meter en casa.

Aranburu no pudo repetir victoria en Burgos / © Astana

El vasco, como la práctica totalidad del pelotón, tuvo que afrontar un complicado periodo en el que el rodillo fue un compañero inseparable, pero en el que fue “difícil tener que estar en casa haciendo rodillo y sin saber cuándo podríamos competir”. Cuando, al fin, pudo salir de casa y el calendario se despejó, eligió Sierra Nevada para terminar de coger el punto antes de arrancar de nuevo en Burgos, una carrera de la que tenía muy buenos recuerdos.

Luego, llegó el segundo puesto en el Gran Tríptico Lombardo y la séptima plaza en la Milán-Sanremo. Al otro lado del teléfono, al ser felicitado por esos extraordinarios resultados, el primer impulso, una vez más, es el del inconformismo. “Todavía no he conseguido ganar”, lamenta, pero más tarde, en la conversación, reconoce que este reinicio de la temporada ciclista le está dejando un gran sabor de boca.

“No he ganado ninguna carrera, pero han sido dos momentos muy bonitos. En el Tríptico Lombardo ganó Gorka [Izagirre] y yo fui segundo. Me quedé muy contento. En Sanremo hice séptimo. Siendo mi primera vez allí, la verdad es que no me lo esperaba. No sabía qué esperar de mi mismo en una distancia nueva… estoy muy contento, la verdad”, termina concediendo. Y no es para menos.

Antes de la Vuelta a Burgos decía usted que no sabía cómo iba a reaccionar su cuerpo tras la concentración de Sierra Nevada ya que normalmente le cuesta encontrar el golpe de pedal en la primera semana tras la altura. Empezó bien, pero no salió en la última etapa, ¿tiene algo que ver con esa circunstancia?

No. Esta vez no. Es verdad que llegaba con esas dudas porque normalmente, después de estar concentrado en altura, suelo estar más cansado y con menos chispa. Es como si el cuerpo se viniera abajo. Es verdad que lo estaba notando los días anteriores a empezar la carrera, pero luego ya vimos que iba bien. El primer día hice cuarto y en la cuarta etapa terminé noveno.

El abandono, sinceramente, fue porque ya era sábado y el día siguiente tenía previsto el viaje a Italia para hacer el Tríptico Lombardo y eso me iba a dejar sin ningún día de descanso. Lo hablé con el director y sabíamos que la carrera italiana era buena para mi. Tenía opciones de ganar y, por eso, decidimos que no saliera y pudiera descansar un día en casa.

En el Tríptico Lombardo ganó su compañero Gorka, pero usted se impone en el sprint del grupo a gente de la talla de Van Avermaet, Kwiatkowski, Nibali, Bagioli… Teniendo en cuenta que jugaron táctica de equipo, ¿ese resultado le sabe a victoria?

No gané, pero me sentía como un ganador. A Gorka le conozco de siempre, es un amigo y compañero de equipo. Teníamos hablado que él y Lutsenko tenían que intentar arrancar de lejos en la última vuelta y que si no lo conseguían jugaríamos mi baza al sprint. Yo fui segundo, como dices, por delante de todos esos grandes nombres. Estoy muy contento.

Antes del confinamiento hizo top20 en Kuurne, ha sido segundo en el Tríptico Lombardo, séptimo en Sanremo… Con 24 años está todavía en fase de evolución, pero ¿le debemos colocar más en el lado de los sprinters o en el de los clasicómanos con buena punta de velocidad?

Yo no me veo como un sprinter puro. No tengo esa potencia que tienen ellos. En un sprint llano no tengo tanta capacidad, pero en un grupo más reducido y si la carrera ha sido dura, sí tengo opciones. Ahí es donde tengo esa punta de velocidad necesaria. Todavía más si son llegadas que pican para arriba, como la etapa que gané el año pasado en Burgos.

¿Las clásicas? Es el primer año que las corro y no hemos preparado mucho esa distancia y me he visto ahí. Eso es algo que me anima de cara a otros años. Quizás, preparándolas sí pueda estar ahí.

Aranburu le tiene tomada la medida a Van Avermaet / © Astana

En Het Nieuwbslad se bajó y en Kuurne completó los 201 kilómetros. Con esa todavía poca experiencia, ¿qué le pareció ese tipo de ciclismo?

Esta temporada está siendo un poco rara, pero en el programa original tenía previstas algunas clásicas como Amstel. Ahora, con el cambio de planes, sólo voy a correr Sanremo y Lombardía. Pero es verdad que son carreras que me gustan porque suelen ser duras y, como te he dicho, se me suelen dar bien ese tipo de recorridos.

Este año han sido 305 kilómetros de Milán-Sanremo. Usted, imagino, también la habrá visto muchas veces por la televisión y sabrá que existe la percepción que, para el televidente, son casi 250 kilómetros de aburrimiento y 50 kilómetros de diversión. ¿Cómo lo ha vivido usted en su debut en el pelotón?

Este año también ha sido un recorrido distinto al habitual, así que no puedo hablar por otros años. Esta vez fuimos muy rápido los últimos 80 kilómetros. No sé qué sensación daba por la televisión, pero te puedo asegurar que no había tanto aburrimiento en el pelotón. Había mucha tensión e íbamos muy rápido. Luego llegó la pelea por la colocación en la Cipressa y mantenerte delante era una locura

Ahora han pasado ya unos días desde aquella carrera. Con la perspectiva que da el tiempo, ¿cree que podría haber seguido a Van Aert y Alaphilippe en el Poggio o realmente no había más en las piernas en ese momento?

(Ríe) ¡No hombre, no! Suficiente tenía yo con ir en el grupo. No sé si coroné el 15º o el 20º, pero pasé con Kwiatkowski y sé que la bajada fue una locura, pero no pude con ese ritmo de Van Aert y Alaphilippe.

Cada vez que le pregunto por ello me dice eso de que “no he ganado”, pero le insisto: volvió a superar en ese sprint a gente como Van Avermaet o Gilbert. Para ser su primer Monumento, ser séptimo me imagino que le tiene que darle una gran satisfacción.

Es verdad. Siendo sincero, es un resultado que hubiese firmado antes de salir. No sabía cómo me encontraría y qué sensaciones tendría en esa distancia. Sí que me encontraba bien, pero siendo, como dices, mi primer Monumento, llegar con la gente con la que llegué es para estar orgulloso.

Aranburu fue 7º en su primera Sanremo / © Astana

Dentro de poco tiene Il Lombardia, otro Monumento. ¿Firmaría ahora el séptimo o tras esa experiencia en Sanremo ya no me lo compra tan a ciegas?

Antes de Lombardía tengo Piemonte, que creo que me viene bastante bien y el equipo está empeñado en ello. En Lombardía vienen Fuglsang y Jon y me tocará echar una mano trabajando para ellos. Ya veremos cómo vamos, qué pasa y qué podemos hacer.

Cuando terminó la concentración invernal de Calpe aseguró que lo que le había pedido el equipo era ayudar y aprender. Con este calendario tan apretado y raro que nos ha quedado, ¿le han cambiado también los objetivos?

Hemos estado hablando y hemos decidido correr estas clásicas italianas en las que iba a poder tener un poco más de libertad y que eran las carreras que, en teoría, me venían bien. Todo ello, sin perder de vista el Giro donde sí se mantiene que iré para ayudar a Fuglsang.

En cualquier caso, en algunas carreras en las que los responsables del equipo opinan que me vienen bien, tendré un poco más de libertad para hacer lo mío.

Ha dejado claro que irá al Giro al servicio de Fuglsang y es evidente que los objetivos de Astana en una gran vuelta no tienen nada que ver con los de Caja Rural, pero tras su gran Vuelta a España del pasado año, ¿tiene ilusión por tener libertad en algún momento durante el Giro?

Sí tengo ilusión. Tengo ganas de que llegue el Giro. Sé que es una carrera en la que vamos a pelear la general con Fuglsang, pero si me dan libertad intentaré aprovechar la oportunidad. Si venimos con una victoria sería estupendo. Es verdad que el año pasado, en la Vuelta, me dio pena acabar con dos segundos puesto. Además, uno de ellos cerca de casa, en Bilbao… pero, ¡detrás de un gran veterano como Gilbert!

Si dependiera sólo de usted, ¿habría elegido Giro o Vuelta?

Quería probar el Giro. Lo tenía previsto en el calendario original de diciembre. El recorrido de la Vuelta también me gustó mucho, pero el Giro es una carrera que siempre me ha gustado y, además, existe la opinión de que me puede venir bien, así que estoy encantado de probar allí.

 

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