Que el ambientazo dentro del Telenet-Fidea Lions está convirtiendo a ese equipo en una olla a presión que estallará en un momento dado es algo que todo el mundo sabe y, en realidad, esperan con insano morbo y expectación. La afición, claro, por conocer los detalles más escabrosos de la muy complicada relación de varios de los corredores de la estructura con su nuevo patrón; la prensa, porque ese estallido proporcionará, seguro, suculentas historias y, sobre todo, los mánagers de equipos y corredores, que no dudarán en intentar pescar en el río más que revuelto que una desbandada de ese calibre puede provocar en el pelotón de la especialidad invernal del ciclismo.
Sven Nys, al que todo el mundo admiraba por su vida monacal y su obsesiva-compulsiva fijación en cada pequeño detalle de su preparación durante sus casi dos décadas como corredor en activo, está proyectando y exigiendo exactamente esa misma dedicación a cada uno de sus corredores, algo que la gran mayoría de ellos ni puede ni está dispuesto a dar. Todo ello, claro, ha provocado que lo que antes causaba admiración cuando se trataba de autoexigencia, ahora provoque los primeros atisbos de rechazo cuando parece que hablamos de un jefe tirano que, en la búsqueda de los mejores resultados –deportivos y económicos– de su equipo, no duda en echar a los pies de los caballos mediáticos a sus corredores obsequiándoles con durísimas críticas si los resultados fallan.
Tom Meeusen, ya saben, aquel del que el Caníbal de Baal dijo que “no tiene el valor de un jefe de filas”; ganó ayer en el Waaslandcross (C2), una carrera en la que no estaban ni Wout Van Aert, ni Mathieu van der Poel, ni Lars van der Haar, ni Klaas Vantornout… llegó el turno de Tom Meeusen, que por fin consiguió estrenar su palmarés esta temporada y, pese a esas importantes ausencias, no dudó en reivindicarse lanzando un mensaje más que claro a su patrón: “soy de los pocos corredores que cada año consigue llevarse su parte del pastel”, le espetó en rueda de prensa.
El público, enloqueció. Sencillamente, se enrojeció las manos a base de aplaudir. Lo hizo hasta tal punto que en aquel circuito era complicado escuchar la megafonía durante la última vuelta. Meeusen es, por una serie de motivos que se han unido en su persona, uno de los corredores favoritos del público, que lo idolatra incluso por encima de las grandes figuras. Su entrega, simpatía, cercanía y, claro, esa fama del pupas le ha convertido en el corredor del pueblo. Por ello, cuando ayer cruzó la línea de meta en primera posición, muchos se sumaron a esa autoreivindicación que él protagonizó en la carpa donde se produjo la rueda de prensa y sintieron cierta satisfacción al ver cómo Sven Nys tenía que meterse sus críticas donde le cupiesen… a pesar, repetimos, de las enormes ausencias de las que todo el mundo era consciente, pero de las que nadie quiso hablar. Una victoria es una victoria. Punto.
“Soy de los pocos corredores que cada año consigue llevarse su parte del pastel. Ya hay otra entrada en mi palmarés”, dijo Meeusen, al que no le hizo falta aclarar a quién iba dirigido su mensaje. El destinatario, claro, no quiso ayer enfrentarse a su corredor y, sobre todo, a la afición, pero su mensaje de felicitación en Twitter, una red social que usa con enorme frecuencia y que es un perfecto termómetro de su estado de satisfacción, no dejaba lugar a dudas. Ni le había gustado el mensaje ni, por supuesto, consideraba el triunfo en el Waaslandcross un éxito realmente relevante. “Felicidades Tom Meeusen y Toon Aerts”. Nada más. Así de sencillo. En un mismo mensaje aplaudía a Tom Meeusen, ganador y a Toon Aerts, tercero. ¿Quién dijo que no se podía decir mucho hablando muy poco? ¿Quién dijo que con menos de 140 caracteres no se podía apuñalar verbalmente a nadie?
Tom Meeusen se vino arriba y sólo dentro de unas horas veremos si se pegó un tiro en el pie cuando, después de reivindicarse por si triunfo, explicó que “dejé de lado el europeo y me centré en entrenar muy duro para las carreras siguientes y creo que eso me pasó factura en Oudenaarde [donde la pasada semana se celebró el Koppenbergcross, una de las citas más icónicas de la temporada, N.d.A.] y, claro, eso no le vino nada bien a la cabecita. Pero ahora ha llegado un circuito fresco y siempre es muy agradable correr en estas condiciones”. ¿Tiro en el pie?, se preguntará algún lector. Pues puede que sí, porque a Nys no le gustó el mensaje de ayer y su corredor, si falla hoy en Ruddervoorde, le dejará muy fácil su respuesta teniendo en cuenta, repetimos, lo que en el fondo es el quid de la cuestión: la ausencia ayer en el Waaslandcross de los grandes nombres contra los que, siempre sobre el papel, debe de pelear de tú a tú todo un jefe de filas de una megaestructura del calibre del Telenet-Fidea Lions. Y ahí, en lo de no ser siquiera capaz de plantar cara, es donde es más fácil encontrarle las cosquillas a aquel que por algo llamaron El Caníbal de Baal.