No es justo menospreciar a García Cortina utilizando los logros de Aranburu.
La primavera ciclista del 2021 nos ha traído a primer plano dos ciclistas que tienen muchas cosas en común: Alex Aranburu e Iván García Cortina. Ambos han aterrizado en un momento muy singular para el ciclismo español, con mucha gente nerviosa por la ausencia de resultados, contando los días, las horas para esa primera victoria, que ya ha llegado en Itzulia, haciendo cábalas sobre lo que le queda a Landa, lo que puede dar Mas, la prórroga de Valverde y el futuro de los Ayuso, Carlos Rodriguez… y cia.
Olvidan, por eso, que esto no es matemática, que lejos de ser lineal, el ciclismo, incluso cuando explotas muy joven, puede guardarte muchas trampas, ver el caso de Evenepoel, y dar pasos atrás con la misma facilidad que en su día se avanzó.
Sea como fuere lo de Alex Aranburu e Iván García Cortina es curioso, por que en el contexto anteriormente descrito, con mucha gente pensando que el Tour sigue siendo el ojito derecho del ciclismo mundial, que no se percata que las cosas cambian muy poco a poco, ambos ciclistas se mueven en terrenos similares. Decir que Aranburu es mejor que García Cortina, sería tan impreciso como afirmar lo contrario, cada uno hace su carrera y su camino.
El guipuzcoano lleva tiempo bregando para tener un día como el de Sestao, creciendo desde la misma base, el modesto Murias, pasando por Caja Rural, cascándose una Vuelta 2019 extraordinaria, y dando el salto con Astana. Salvado el rarísimo primer año. Aranburu está dando los frutos que se podían intuir aquellos días que perdía en apariencia, pero aprendía el oficio entre los mejores del mundo.
Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor