Ayer se hacía oficial. Queda un resquicio para la esperanza en la escuadra de Vincenzo Nibali y Fabio Aru, pero lo cierto es que casi nadie apuesta que la UCI vaya a desdecirse el próximo día 10 de diciembre sobre su decisión anunciada ayer mismo de dejar sin licencia World Tour al equipo Astana.
Entre septiembre y noviembre fueron cinco los casos de dopaje en la estructura algo que, si bien no ha sido el único motivo, sí ha precipitado los acontecimientos. Primero fue Valentin Iglinskiy el que resultó positivo por EPO en el ENECO Tour y que ya ha sido sancionado con cuatro años. Muy poco tiempo después se conocía el caso de su hermano Maxim, también con EPO, en un control tras la Clásica de San Sebastián, donde finalizó 26º.
Pero el cúmulo de despropósitos no acabó aquí ya que el equipo continental también se vio salpicado. El día 17 de octubre se conoció el resultado adverso de Ylia Davidenok que fue cazado con esteroides anabolizantes en un test realizado tras su triunfo en la cuarta etapa del Tour del Porvenir. Sólo tres días después, y también con esteroides anabolizantes, se conoció el positivo de Victor Okishev, que tuvo este resultado en un control realizado con motivo del Campeonato de Asia del 29 de mayo.
El último capítulo, sin embargo, no había llegado ya que la vergüenza volvió a caer sobre la escuadra con un tercer caso (quinto en total) en el equipo continental que saltó a la luz sólo unos días después que el de Okishev. Fue el de Artur Fedosseyev, de nuevo con esteroides anabolizantes (curiosa coincidencia de productos entre los afectados de ambas escuadras) el caso que precipitó la decisión de suspender la actividad del conjunto continental. Primero se vendió como una decisión de Alexander Vinokourov, manager del Astana y que en su época como corredor ya tuvo una sanción de dos años por una autotransfusión. Poco más tarde y para intentar mantener la imagen del conjunto profesional al margen a pesar de sus dos positivos, se informó de que la decisión había partido de la Federación Kazaja. Vinokourov, incluso, llegó a asegurar que los dos equipos “son estructuras diferentes”, algo que ya explicamos en Ciclo21 que es muy complicado de creer.
Pero el despropósito de todo ello continúa algo más de una semana después de esa decisión drástica. Un día después de que la UCI pusiera en cuarentena la concesión de la licencia World Tour al equipo Astana de cara a la temporada 2015, una rápida visita a su página web oficial sirve para que ese castillo de naipes construido por Vinokourov alegando una completa separación entre las dos estructuras se caiga abajo por completo.
En primer lugar, nos daremos cuenta de que a estas alturas y pese a las explicaciones dadas por ‘Vino’, esa web oficial sigue manteniendo la sección del ‘Astana Continental Team’ además de la correspondiente al equipo femenino, el único que no le ha dado disgusto alguno a los kazajos.
Pero no acaban aquí las casualidades. Si dejamos pasar por alto que a Davidenok se le ‘caza´en una prueba que disputa siendo ya ‘stagaire’ del equipo profesional (cosa que, ciertamente, no demostraría nada al respecto), llama poderosamente la atención que Dimitri Sedoun, mánager del equipo Continental sea, a la vez, uno de los directores que aparecen en la foto de familia del ‘staff’ del conjunto profesional.
Especialmente, este último caso parece demasiado sangrante como para que se pueda seguir manteniendo por parte de la dirección del equipo la línea argumental de la total separación entre ambas escuadras. Hay quien asegura que todo este sinsentido tiene su origen en una caza de brujas iniciada por la UCI con el único objetivo de derribar al conjunto kazajo pasando, quizá, por alto que los casos positivos son los que son. Pero, incluso intentando creer en esa teoría de la conspiración, la defensa esgrimida por Vinokourov y los suyos parece que esté pensada más para perjudicar su situación que para beneficiarla. Negar una relación evidente no parece lo más inteligente, sobre todo teniendo en cuenta que dos de esos cinco casos positivos pertenecen al conjunto profesional (que no es poco) y que un tercero, el de Davidenok, a un corredor que ha sido aprendiz con los profesionales.
Es evidente que todo este torbellino no puede o no debería afectar o poner en duda los éxitos conseguidos por otros corredores que siguen ajenos a la marejada como el caso del propio Vincenzo Nibali. Pero también es cierto que ser el ganador en ejercicio del Tour de Francia hace que, justa o injustamente, todos los ojos estén centrados ahora en su figura y la gran duda sea cuál va a ser su próximo movimiento.
A estas alturas, nadie descarta una salida precipitada de un equipo al que hasta ahora ha permanecido, y eso le honra, fiel y alzándose como estandarte de su defensa. A estas alturas, también, nadie comprende como Alexandre Vinokourov no da un paso a un lado y ofrece su cabeza a la UCI para salvar la imagen del equipo. A estas alturas resulta incomprensible que uno de los mejores corredores del mundo pueda, como ya le pasó a Contador en el pasado, perderse gran parte de la temporada por cuestiones ajenas a su persona. A estas alturas, en definitiva, nadie parece entender nada de lo que ocurre.