Si compiten contra el mejor equipo del mundo, Team Sky, para ganar el Tour de Francia lo justo es calificar la temporada 2018 de Movistar Team con un rotundo insuficiente. Condicionantes como que no están en igualdad de plantilla además de la mala fortuna y contar con menor presupuesto, intentar todo lo posible para lograr un imposible, es una realidad a medias cuando el mensaje suena a recurrente según sople la marea. Año tras año, sobre todo al añadir otro desengaño al grupo telefónico en el Tour, aparece una justificación recurrente con una estructura tradicional sin ningún rastro de sentido coherente. Lejos de ahuyentar el complejo y asumir una autocrítica real a las circunstancias, escasamente vemos destellos de puertas hacia afuera de una realidad palpable, el equipo no ofrece rebeldía en la confrontación, lo que se puede esperar de un verdadero aspirante que muestre al menos que la derrota tenga sabor a inmerecida y estimar la altura que el premio y el rival ostentan. Y ni siquiera rastro de incomodidad en apariencia, sin más existe una ajustada señal de lo que el equipo puede dar, porque nada parece cambiar en el rumbo ni a nadie le importa salvarse en el naufragio.
El balance se ciñe principalmente al desempeño en el Tour dado que es el techo marcado por patrocinador y estructura durante nueve temporadas consecutivas, ganar en París es, y será, un objetivo principal a pesar de que cada temporada se convierta en un muro infranqueable. Si de algo puede estar satisfecho Eusebio Unzué es de conseguir perdurar en tiempos convulsos y mantener un estatus para el equipo en periodo de sequía en el TDF, logrando, esto sí, ser atractivo para las marcas y a su vez caladero de patrocinadores que han permitido sostener el proyecto durante sus largos 40 años de trayectoria en Abarca. Cuatro décadas que curiosamente serán las mismas que cuente Alejandro Valverde cuando termine su contrato con Movistar y del que su alianza ha sido tan fructífera como longeva. Regular todo este tiempo, y no solamente en azul, no es de extrañar que se haya convertido en el reflejo de la imagen e idiosincrasia de los navarros mientras éste siga obteniendo buenos resultados o hasta que decida poner punto final a su carrera. Pero todo tiene su ocaso y de ello surgía la necesidad de reemplazo, y con urgencia, de esbozar el diseño para el futuro más allá de 2020 con el principal objetivo de encontrar una figura emergente, a poder ser nacional, del agrado del inversor y con proyección de campeón en los Campos Elíseos. Habiendo permanecido de baja el murciano desde el pasado Tour, por la grave lesión sufrida en la crono de apertura en Düsseldorf, la incertidumbre sobre su estado en el regreso a la competición, el depresivo rendimiento de Nairo Quintana en la ronda francesa de 2017, acusando una carga excesiva previa, o la nueva normativa de pasar de 9 corredores a 8 en grandes vueltas; acuciaban a una situación de cambio y movimiento de piezas que mantuviera la estabilidad del grupo. Así se inició 2018.
Con las salidas de grandes gregarios como Gorka Izaguirre o Jonathan Castroviejo, principalmente, se apostó por una solución a medio plazo con la llegada de Mikel Landa, entre otros. El vitoriano de 27 años, liberado de su contrato en Sky, firma dos temporadas y supone una entrada de aire rompedor con el pasado rápidamente alzado como tercer puntal de un flamante nuevo tridente conformado por Valverde, Quintana y él mismo, sin currículum a la altura pero bastaba con cierta proyección. Una ostentación desmesurada para un equipo conservador que abrazaba la estridencia del momento para aliviar inmediatamente la postura del inversor y la sed del aficionado.
Llegados a la grand depart en la región del Vendée, el 7 de julio, había un hecho consumado e inédito en el historial del equipo: tres líderes sin jerarquía, dejados a la suerte de definir ese liderazgo al transcurrir de las etapas, a lo que tuviese que decir la carretera convirtiendo la competición más grande del mundo en un mero un campo de pruebas. A las primeras de cambio, Quintana quedaría eliminado en la general por falta de asistencia tras un pinchazo en una incidencia leve en otro tipo de escenario con un líder definido. Landa encontraba en el pavé, de camino a Roubaix, el infortunio de las caídas y la única tabla de salvación en el momento, de nuevo, era Alejandro Valverde. Como era de esperar su rendimiento se resintió por el trabajo centrado en las primeras semanas y dedicó su esfuerzo en beneficiar las opciones de un recuperado Landa en la tercera semana, del que posteriormente al Tour no se reenició en plenitud. Un despropósito de improvisación continua que dio como resultado, eso sí, el séptimo lugar en la general para el vasco contando una quinta posición en Alpe d’Huez, el décimo para Quintana y la victoria en la microetapa de Saint Lary Soulan y dos top5 para el decimocuarto final de Valverde que suponía la consecución, al menos, de ser el mejor equipo de la carrera paradójicamente. Mientras tanto en los lugares de honor brillaban el doblete de Sky en el podio de la capital francesa y una nueva amenaza se erigía en la figura de Tom Dumoulin, principal aspirante al Tour en los próximos años y nubarrón en el horizonte de las aspiraciones reales de los telefónicos.
Evidentemente no todo es el Tour y en el resto de competiciones el nivel ha sido aceptable. Las dudas lógicas con Valverde se disiparon de inmediato. Durante febrero en la Volta a la Comunitat Valenciana, en la puesta de largo personal de la temporada, sumó parciales y generales en CV, Abu Dhabi y Cataluña, para pasar de Sanremo y ganar el GP Miguel Indurain, destacando en el trío de clásicas en las Ardenas con un 5º-2º-14º, respectivamente. Parón programado para afrontar el TDF y la Vuelta previo paso por una Occitania solvente con la cuarta victoria en una general y terminar con un paso más lucido por la ronda española que la francesa consumando etapas por delante de Michal Kwiatkowski o Peter Sagan, que le colocarían en la disputa por la general por la incomparecencia del favorito Quintana, siendo quinto en Madrid. 13 victorias en su global a la que se suma el hito del Mundial de Innsbruck como colofón a otra gran campaña en lo personal. Vestido de arcoríris alcanzaría el podio en el Milán Turín para cerrar el año siendo 11º en el Giro de Lombardía el pasado mes de octubre.
Para Nairo Quintana el año debía suponer un punto de inflexión en cuanto al Tour, descargado de calendario su principal objetivo era llegar en las mejores condiciones a Francia para discutir definitivamente la ansiada primera posición. Su temporada ha sido lagunar con apariciones esporádicas, inició el año en Colombia disputando el Oro y Paz siendo segundo por detrás de su compatriota Egan Bernal (posiblemente el futuro de Sky pasa por sus pierans), permaneció mes y medio en su país para aterrizar en Cataluña y tener un papel relevante siendo de nuevo segundo, por detrás de su compañero Valverde. Tocó el pavé en A través de Flandes como toma de contacto de cara a la etapa adoquinada del Tour, paso discreto para lo que acostumbra en la Vuelta a País Vasco con un quinto puesto final para concentrarse casi dos meses y desembarcar en Suiza en el mes de junio, donde protagonizó la mejor actuación de toda su temporada, con una victoria en solitario atacando desde la base del último puerto de Arosa que le permitiría posteriormente el tercer lugar en la clasificación general final. Hacía ser optimista el resultado de cara a afrontar con garantías la gran cita del año y único gran reto que debe a un nutrido palmarés, a la edad de 28 años, que le permita situarse en los puestos de honor de la historia del ciclismo.
A falta de 4 kms para el final de etapa, camino de Fontenay Le Comte, un pinchazo dio al traste con el devenir de la carrera y de la temporada, además de agotar la confianza del colombiano sabedor que ya no era el protegido entre los suyos. Desde aquel momento la opción fue correr a contracorriente para acabar agotado física y mentalmente. Gasto que sufrió en la Vuelta, donde partía como gran favorito y en la tercera semana no obtuvo respuesta de su recuperación. Año para olvidar.
Con respecto a Mikel Landa las expectativas estaban desbordadas en cuanto a lo que podría llegar a alcanzar. Situado como líder su calendario también giraba entorno al Tour comenzando el año en Andalucía, para continuar en Tirreno Adriático, con sendos sextos puestos y una victoria de etapa en Sarnano Sassotetto. Seguidamente del adoquín de Harelbeke regresa a País Vasco y realiza su mejor resultado del año con la segunda plaza de la general, tras un Primoz Roglic intratable, con un buen papel desempeñado en Arrate clasificando segundo y dejando sensaciones ilusionantes. Su primer bloque finalizó en las Ardenas en un papel de ayudante secundario para regresar en Suiza. Mismo desempeño, y calendario parejo al de Nairo Quintana, para su líder donde apenas dejó destellos para llegar a Francia en plenitud. El resto es historia.
El año en líneas generales para el resto del equipo es discreto en el que destacan las apariciones superlativas de Marc Soler y Richard Carapaz. El catalán dio un paso adelante en su progresión contando con libertad en la apertura del año, actuaciones destacadas en Andalucía, Cataluña y Dauphiné, brilla sobremanera la victoria gestionada con gran clase en Paris Niza. adornada con un trabajo notable en el Tour. Por su parte el ecuatoriano encontró su máximo pico de rendimiento en abril y sobretodo en mayo. Tras imponerse en Asturias, viajó al Giro d’Italia con el propósito de aprovechar el vacío de liderazgo que ofrecía el equipo. Victoria en Montervergine di Mercogliano, segundo en Bardonecchia en la 19ª etapa, memorable rendimiento en el Etna, Gran Sasso y Sappada para finalizar cuarto en la general y segundo en la clasificación del mejor joven a 47″ de Miguel Ángel López. Continuando así una estrecha relación especial de Movistar Team con el Giro en el que al menos consigue como una victoria de etapa desde su patrocinio como mínimo.
En el computo global Movistar Team aglutinó 26 victorias totales, la cantidad más baja desde 2011, el año de entrada de la multinacional española, con la mitad conseguidas en el World Tour, siendo por lo tanto octavos en el ranking por equipos de la UCI con 7351 puntos. Un evidente paso atrás.
Balances anteriores: AG2R / ASTANA / BAHRAIN / BMC / BORA / GROUPAMA / LOTTO SOUDAL / MITCHELTON SCOTT /
VICTORIAS 2018 (26)
Victorias por corredor
Alejandro Valverde | 13 |
Carlos Barbero | 3 |
Richard Carapaz | 3 |
Nairo Quintana | 2 |
Andrey Amador | 1 |
Mikel Landa | 1 |
Dayer Quintana | 1 |
Jaime Rosón | 1 |
Marc Soler | 1 |
Mejor clasificado Giro: 4º CARAPAZ Richard (ECU)
Mejor clasificado Tour: 7º LANDA Mikel (ESP)
PLANTILLA 2018