La Región de Loira, ubicada en el centro de Francia, es rica en castillos que hoy son símbolo de un provechoso turismo, pero también recuerdo histórico de batallas que allí se vivieron en el medievo. El Tour de Loir es un vivo ejemplo de lo que allí ocurrió. Cada etapa fue una pelea constante entre treinta equipos de múltiples naciones que hicieron incontrolable cada jornada. El equipo Euskadi contó entre sus integrantes con la fiereza de Carlos Barbero. Su bagaje en la batalla fue notable: dos terceros puestos parciales y un décimo puesto en la general final que correspondió a un inglés: Graham Briggs (Condor JLT).
Tras la “lucha” encarnizada en tierras francesas, Carlos Barbero analiza con rigor el escenario de la prueba: “Ha sido desde luego una Vuelta diferente a lo que estamos acostumbrados: nos hemos movido por carreteras muy estrechas con muchas cotas, muchos giros, muchos ciclistas y siempre acabando en un circuito final”, explica. Por ello, el burgalés considera que “era importantísimo la colocación ya que había muchos látigos. Y al final con seis corredores por equipo es muy difícil de controlar 30 equipos”, concluye.
Sin embargo, a pesar de ese conjunto de obstáculos, la carrera fue desarrollándose favorablemente a los intereses de Barbero, basados en el aprovechamiento de su punta de velocidad en cada etapa y la suma de bonificaciones de cara a la general final. Sin embargo, en la primera etapa pudo torcerse todo: “el primer día todo el mundo estaba con muchas ganas y había muchísima tensión. Yo estaba progresando por la parte derecha del pelotón y un bandazo me hizo irme a la cuneta”, describe. Afortunadamente fue dentro de los últimos tres kilómetros, por lo que se le mantuvo el tiempo de los primeros y sus aspiraciones en carrera se mantuvieron intactas.
Todo cambió en la segunda etapa. Ese día, a pesar de las numerosas cotas de la jornada, el pelotón de batalla se presentó con demasiadas unidades a la recta final, algo que perjudicó a Carlos, tercero en meta: “Éramos demasiados corredores en la parte final. A mí me hubiera gustado algo más de dureza. Pero aun así me encontré bien”, zanja. Peor suerte tuvo en las dos siguientes, en las que sólo pudo ocupar puestos de honor (decimo segundo en la tercera y octavo en la cuarta).
Pese a todo, el veloz corredor del Euskadi se plantaba en la última etapa con sus opciones intactas de cara al triunfo final de la etapa e incluso del podio, ya que apenas le separaba algo más de un minuto de la gloria final. “La quinta etapa era un circuito con un repecho en el último kilometro y los últimos 200 metros llanos”, describe. Sin embargo, su ubicación en ese momento final no era la adecuada: “Yo iba un poco atrás en la colocación y por eso lancé ya el ataque en el repecho a 300 metros de meta”, explica mientras lo reproduce con gestos instintivos añadiendo que “los dos corredores que me ganaron me cogieron bien rueda y les acabé haciendo de lanzador”, bromea, para posteriormente reconocer que “me vi con fuerza y quizás fuí demasiado impulsivo”, finaliza.
Carlos concluía la prueba décimo en la general final a algo más de un minuto de Briggs y a escasos segundos del podio, algo que, en cierta manera, le satisface: “El top 10 de la general es un ‘puestecillo’ bueno que quiere decir que todos los días hemos estado peleando”, reconoce. Ahora descansará. Su equipo le necesita de nuevo para Asturias, el 2 de Mayo. Pero eso será otra batalla, para, sin duda, un “caballero de confianza” del equipo Euskadi.
Fuente: Rafa Simón. Prensa Carlos Barbero