Una de las grandes verdades de esta vida es que nada puede darse por seguro por muy buenas cartas que uno crea tener en la mano. Siempre hay un iceberg esperando a proa, más allá de lo que alcanza la vista, y sólo tener esa posibilidad constantemente presente y poseer algún plan de contingencia es lo que nos puede evitar convertirnos en un Titanic a pequeña escala.
Bien lo ha comprobado Remco Evenepoel (Deceuninck-Quick Step), que llegaba a este Giro de Italia levantando muchas dudas después de nueve meses sin competir y sin que su hoja de servicios reflejara paso previo alguno por el gran fondo de las tres semanas. El primer tercio de la carrera fue espectacular para el lobezno sobre el que Lefevere y sus orgullosos patrocinadores pretenden construir el proyecto que debe llevar a un belga a tomar el relevo de Lucien Van Impe (1976) en lo más alto del podio de París en un plazo de seis años.
Sin embargo, al jovencísimo talento belga se le manifestó su propio iceberg en forma de sterrato. La vía de agua evidenciada aquel día, como la del insumergible Titanic, fue tan grande que el hundimiento que vino después fue tan espectacular como doloroso. Adiós al sueño rosa, algo que entraba dentro de las opciones lógicas antes de salir de Turín. Ahora, claro, habrá que ver hasta qué punto este varapalo afectará a Evenepoel a nivel mental y moral de cara al futuro más inmediato.
Despejado el horizonte de su rival belga, Egan Bernal se ha erigido en el gran dominador de un Giro que muchos daban por casi sentenciado tras llegar al segundo día de descanso con una renta creciente de 2:24 sobre Damiano Caruso (Bahrain-Victorious) y 3:40 sobre Hugh Carthy (EF-Nippo), sus dos perseguidores más inmediatos.
Sin embargo, haría bien el corredor colombiano en mantener siempre la vista bien fija en el horizonte y en todos los icebergs que pueden presentársele a proa en el tránsito final de esta Corsa Rosa que se adentra, abusando del símil, en plena travesía de su particular Atlántico Norte.
Llega lo más duro. Resumiendo mucho: 795 kilómetros (30,3 de ellos en formato de contrarreloj individual) y 11.7000 metros de desnivel repartidos nueve puertos de primera (de los 13 inicialmente previstos), dos de tercera y uno de cuarta. Mucho iceberg.
Cuando el RMS Titanic se precipitó hacia los 3.821 metros de profundidad a los que descansa desde la noche del 15 de abril de 1912, las autoridades internacionales de navegación tomaron buena nota de lo sucedido. De las irresponsables decisiones de su capitán, Edward Smith, pero también de todos aquellos factores que ayudaron, cuanto menos, a no evitar el desastre.
A estas alturas, cuando la competición en el Giro de retoma desde Canazei camino de Sega di Ala, seguro que Bernal ya ha tenido tiempo de repasar los espectaculares hundimientos que otros líderes, incluso con mejores perspectivas que él tras el segundo día de descanso, han sufrido en la historia reciente de la Corsa Rosa.
Desde el año 2010, seis veces se ha producido un cambio de líder en el Giro de Italia después de la segunda jornada de reposo, siendo el más reciente de todos ellos el de 2020, cuando João Almeida partió desde Udine, arranque de la semana final, con 2:59 de ventaja sobre Tao Geoghegan Hart, que sólo unos días más tarde subiría a lo más alto del podio de Milán dejando al portugués en la cuarta posición a 2:57 del rosa.
Un dato curioso y tranquilizador para Bernal es que esos cambios de líder se han dado únicamente en años pares (ver tabla al final del artículo). Así, hay que viajar hasta 2018 para encontrar el siguiente hundimiento en la historia reciente del Giro. Fue, además, el más espectacular de todos tanto por parte del vencedor final, Chris Froome, como por la del derrotado, Simon Yates. El primero descansó por segunda vez en aquel Giro siendo séptimo a 4:52 de su compatriota que, sin embargo, acabó fuera del top20 a más de una hora del corredor nacido en Nairobi.
Circunstancias similares se dieron en 2016, 2014, 2012, 2010 y, completando el viaje en el tiempo hasta el cambio de siglo, en 2002. Una tradición, la de los choques contra los icebergs de la extrema dureza de la semana final del Giro, que ha sido especialmente cruel con los corredores españoles, que han visto escapar hasta en dos ocasiones el triunfo en la semana postrera.
El primero en vivir esa experiencia en sus carnes fue David Arroyo, que en 2010 llegaba con 3:33 de ventaja sobre un Iván Basso que descansó siendo tercero en la general y que acabó ganándole aquella edición a Arroyo por 1:51.
Dos años más tarde, en 2012, Joaquim Purito Rodríguez llegaba de rosa a la última jornada de descanso con sólo 30 segundos de renta sobre Ryder Hesjedal que en los días finales consiguió adelantar al catalán y llevarse la maglia rosa a casa por sólo 16 segundos.
Una situación, la del cambio de líder, que estuvo a punto de repetirse también en 2017, cuando Tom Dumoulin perdió el liderato a manos de Nairo Quintana tras la 18ª etapa y sólo pudo recuperar el rosa en la jornada final gracias a su buen hacer en la CRI que se disputó, sobre 29,3 kilómetros, entre Monza y Milán.
Los cambios de líder más recientes
Año | Líder al 2º día de descanso | Posición del ganador final al 2º día de descanso | Diferencia al 2º día de descanso | Ganador final | Puesto final del líder al 2º día de descanso |
2020 | João Almeida | 4º | 2:59 | Tao Geoghegan Hart | 4º a 2:57 |
2018 | Simon Yates | 7º | 4:52 | Chris Froome | 21º a 1:03:54 |
2016 | Steven Kruijswijk | 3º | 2:51 | Vicenzo Nibali | 4º a 1:50 |
2014 | Rigoberto Urán | 5º | 2:40 | Nairo Quintana | 2º a 2:58 |
2012 | Joaquim Rodríguez | 2º | 0:30 | Ryder Hesjedal | 2º a 0:16 |
2010 | David Arroyo | 3º | 3:33 | Ivan Basso | 2º a 1:51 |
2002 | Jens Heppner | 9º | 1:49 | Paolo Savoldelli | DNF |