Aunque había nacido en el mismo año que él -1969-, incluso cuatro meses exactos antes -7 de mayo frente a 7 de septiembre-, no fue José Manuel Moreno el elegido para afrontar el Kilómetro en los Juegos Olímpicos de Seúl, sino Bernardo González, un murciano de Jumilla, más joven pero más experto en esos momentos que el gaditano, y avalado por las medallas de bronce conseguidas en esta misma prueba en los Mundiales juniors de los dos años anteriores, en Casablanca’86 (Marruecos), con un tiempo de 1:08.798 y al año siguiente en Bérgamo (Italia) con 1:06.956. Eran los primeros éxitos históricos de un ciclismo en pista español que, hasta ese momento, sólo se había distinguido en el mediofondo tras moto, de la mano de Guillermo Timoner y sus discípulos baleares.
Y el 20 de septiembre de 1988, González se convertía en el primer pistard español en obtener un diploma olímpico, gracias a su notable quinta plaza en esta prueba, donde marcó un tiempo de 1:05.281, a una décima escasa del podio, y a ocho del oro del soviético Alexandre Kiritchenko (1:04.499).
Aun tendría una segunda dosis de protagonismo en aquellos Juegos que significaron un cambio en el rumbo de la pista española, como recientemente nos explicaba Pedro Ramis. Y es que en aquellos tiempos no era extraña la compatibilidad kilómetro-persecución -en boga también en esta última década gracias a Taylor Phinney y a la necesidad de buscar un arrancador más rápido-, formando parte de la cuarteta junto a Xabier Isasa, José Antonio Martiarena y Agustí Sebastiá ‘Vaquero’, aunque en esta ocasión el equipo español no pasaba de la undécima plaza.
La indudable clase –y firme progresión- de Moreno y los lógicos deseos de hacer carrera en el ciclismo profesional fueron encauzando al murciano hacia la carretera. El gaditano, que era compañero suyo de equipo en Gurulesa-Cegasa, nos cuenta que era “un tío muy nervioso, siempre de un lado para otro, y un poco ‘tocado’ como estamos todos los ciclistas, para estar haciendo lo que hacemos. Pero sobre todo muy buena gente, muy amigo”.
En este nuevo periplo de ‘rutero’ coincidió con Miguel Fernández, actual presidente de la Federación Murciana. “Aparte de coetáneos, éramos casi vecinos, porque él era de Jumilla y yo de Cieza, y pasamos muchos días de concentraciones y competiciones juntos. Para mí le destacaría por dos características. Por un lado, era un líder, una persona carismática, que sabía destacarse de la gente y que caía bien donde estuviera. Por otro, era un ciclista muy polivalente, que hacía pista, carretera y era rápido, buen rodador”.
Fernández llegaría a participar en Barcelona’92, en la contrarreloj por equipos; pero no su paisano: Una notable temporada 1990, cuando ganó la Vuelta a Cartagena y la Vuelta a la Comunidad de Madrid, le abrió las puertas de la máxima categoría, con el equipo Kelme, en el que militaría de 1991 a 1994. Allí coincidiría dos temporadas con el actual seleccionador, Juan Martínez Oliver. “Era muy buen contrarrelojista y tenía su punta de velocidad, pero le faltó rematar en alguna carrera. Como compañero era de los que lo daba todo por ti, y como persona, le recuerdo muy metódico en lo suyo, aunque a veces costaba sacarle de la opinión que se había formado, convencerle de que se podían hacer las cosas de otra forma”.
La apertura a los profesionales de los Juegos Olímpicos de Atlanta supuso una nueva oportunidad en la pista para el murciano, y también para Oliver, integrantes ambos de la nueva cuarteta española, junto a Adolfo Alperi y al emergente Joan Llaneras. Allí la pista española volvió a dar un salto de calidad, con la quinta posición en la persecución por equipos, el 26 de julio de 1986: Tras el séptimo lugar de la clasificatoria (4:12.780), caían ante Italia en cuartos, pero al ser los más rápidos de entre los derrotados (4:11.310) les suponía ese nuevo hito.
Nos hubiera gustado hablar con Bernardo, para conocer sus vivencias olímpicas, pero se dejó la vida en la carretera el 6 de octubre de 2000, en un accidente de coche por causas desconocidas a doce kilómetros de Ontur (Albacete), donde llevaba algún tiempo residiendo ya que su mujer era de allí, en un viaje que le traía de su Jumilla natal. Ya había colgado la bicicleta tras Atlanta e incluso había dejado de ejercer como director deportivo, aunque mantenía un estrecho contacto con este mundillo.
En cualquier caso, desde TrackPiste queremos rendirle este pequeño homenaje, recordando a uno de los hombres que abrió el camino para la pista española en estos postreros años del siglo XX.