Es uno de los veteranos de la Fundación Euskadi y en diez temporadas como profesional ha vivido de todo: la desaparición del Euskaltel, un viaje flipante a Chile, el ascenso y la caída del Murias o el regreso del color nAaranja a las cunetas, pero nada como la pandemia que paralizó al mundo. Tras el confinamiento cambió el rodillo por las subidas de Urkiola, Oiz, Azurki o Gorla, entre otras. Para la vuelta a la competición se ha fijado un objetivo: brillar en el Mont Ventoux. Y su sueño es volar alguna vez en las montañas del Giro. Es Mikel Bizkarra Etxegibel (21 de agosto de 1989 – Mañaria, Bizkaia), escalador pequeño y ligero, pero de carácter duro, como las piedras de la cantera que rodea su pueblo.
De vuelta en la carretera, recupera sensaciones y se prepara para estar en plena forma cuando se reanude la competición: “Los tres o cuatro primeros días fueron un poco raros. Acostumbrado a montar en una bici que no se mueve, empecé a dar pedales y, al avanzar, sentía como si arrastrase el rodillo. Creía que después de tanto tiempo en casa perdería más, pero estoy mejor de lo que pensaba”.
El vizcaíno cree que la inactividad puede pasar factura: “Es algo que nadie había vivido. En mi caso van a ser cinco meses sin competir, pero hay gente que va a estar casi un año parada… Donde más lo podemos notar es en el fondo. Lo bueno, dentro de lo malo, es que va a ser lo mismo para todos y tenemos tiempo suficiente para trabajar duro en todos los aspectos y llegar al 100%”.
Una temporada atípica
Bizkarra empezó el año con buenas piernas en Mallorca –19º en el Trofeo Serra de Tramuntana y 12º en el Pollença-Andratx–, Valencia (16º) y Andalucía (15º), kilómetros de calidad para preparar el debut de la Fundación Euskadi en el World Tour. La pandemia, sin embargo, se llevó por delante la Volta y la Itzulia, además de la Clásica de San Sebastián, las tres aplazadas hasta 2021.
“Eran las carreras más importantes y bonitas de la temporada, tanto para mí como para el equipo, pero se han tenido que suspender por lo que todos sabemos. Por cómo habíamos dado el salto, con un equipo muy reforzado y siendo competitivos desde el primer día, no es el año soñado y esto nos rompe un poco los planes”, asume Mikel, que ya ha cambiado el chip.
“Empieza una nueva temporada que va a ser cortita, casi todos en el pelotón pensamos en empezar a tope y nosotros intentaremos estar en los puestos cabeceros desde el principio”, avisa el escalador vasco, que todavía no conoce su hoja de ruta: “El equipo nos ha planteado un calendario, pero no de forma individual porque tampoco hay certeza de que las carreras se vayan a realizar”.
En rojo, una fecha y un lugar: el 6 de agosto en el Ventoux. “Me hace especial ilusión. Se sube uno de los puertos míticos y es un bonito sitio para intentarlo. El año pasado fui con muchas ganas y me encantó, pero fue una carrera muy dura, sobre todo por el calor, y me salió francamente mal (30º a trece minutos del ganador, Jesús Herrada). Espero volver con mejor sabor de boca”, desea.
Sin plaza en la Vuelta
Otra mala noticia para la Fundación Euskadi es la ausencia en la Vuelta a España. “Sabíamos que, con dos invitaciones a repartir entre tres equipos españoles –Burgos BH y Caja Rural sí estarán en la salida–, siendo los nuevos en la categoría y un mes para demostrar que merecíamos un hueco, estaba francamente difícil”, reconoce Bizkarra, que llegó a pensar con la posibilidad de una plaza extra para su equipo.
“Con el tema del coronavirus teníamos esperanzas de que la UCI pudiera ampliar el cupo de invitaciones para las grandes vueltas y así los equipos Pro Continentales tendríamos un poco más de calendario porque se han suspendido muchísimas carreras, pero toca aceptar la decisión y seguir trabajando en la carretera”.
Pese al portazo de la Vuelta y los problemas económicos en el pelotón internacional, Mikel siente el respaldo de la Fundación. “En mi caso solo tengo contrato por un año, pero el equipo tiene asegurada la continuidad y eso me da tranquilidad. Aquí estoy muy cómodo, como en casa, y por lo que sé, ellos están igual de contentos conmigo. No hay nada firmado ni apalabrado, pero cuento con renovar”.
La relación con Landa
Bizkarra pasó a profesionales en 2011 con el Orbea, de categoría Continental y entonces filial del Euskaltel, aunque en 2013 separaron los caminos antes de la desaparición del equipo naranja. Entonces el mánager era Miguel Madariaga, que en 2017 y con la estructura al borde del abismo, cedió el mando a Mikel Landa y Jesús Ezkurdia, presidente y vicepresidente, que han devuelto al equipo al campo profesional.
“Con Mikel he competido toda la vida, somos de la misma edad y hemos sido rivales desde cadetes. Él ganaba más y yo lo veía desde lejos. Incluso compartimos equipo en una Vuelta a Valladolid y desde entonces tenemos una buena amistad”, desvela el pequeño escalador vasco, que resalta el papel de Landa en la Fundación: “Desde su llegada no ha hecho más que crecer. Él también tiene que dar pedales como nosotros, pero de vez en cuando se deja ver en algún entrenamiento”.
El Landismo no deja indiferente a nadie y tiene tantos seguidores como detractores: “Me recuerda un poco a lo que pasaba con Iban Mayo, que despertaba muchísimo interés y había gente que le admiraba y otra que no tanto. Mikel da espectáculo, es atacante y no se guarda nada, pero cuando le pasa algo, aunque sea una caída o una enfermedad, siempre hay alguien que le da duro. Con un ciclista tan bueno y reconocido es difícil poner a todo el mundo de acuerdo”, opina.
El equipo fantasma de Chile
Bizkarra recibió en 2014 una propuesta del PinoRoad, equipo chileno de categoría Continental y con base europea en Murcia. “Euskadi estaba a punto de desaparecer y Miguel (Madariaga) nos había dicho que si teníamos algo no lo dudásemos. Me salió la oportunidad de fichar por un equipo nuevo y el hecho de que ya estuviesen comprometidos dos ciclistas con experiencia como Juanjo Oroz y Pablo Urtasun me animó”.
La estructura se desmoronó sin llegar a competir porque su dueño, Juan Pablo Pino, nunca pagó a los proveedores y huyó con el dinero. “Todo parecía bonito en un principio, pero las cosas se fueron torciendo ya en la pretemporada”, recuerda Mikel, que llegó a viajar a Chile con Oroz, Urtasun, Salva Guardiola, el director Jesús Buendía y los periodistas Fran Reyes y Andrés Cánovas, integrantes españoles del proyecto.
“Cuando volamos a Chile tenía una pequeña esperanza, pero una vez allí nos dimos cuenta que era todo un engaño. El mánager no hacía más que mentir, no había pagado a las marcas, las bicis y la ropa no llegaban… y al final desapareció. Lo más duro del caso es que en febrero nos encontramos sin equipo y con la temporada empezada”, lamenta.
De la recalificación al Murias
Cuando meditaba dejar la bicicleta, Bizkarra encontró acomodo en el Gomur-Cantabria de categoría élite. “De no ser por Unai Marín, que me convenció, ahora no estaría aquí. Después de entrenar muy duro todo el invierno solo pensaba en disfrutar de la bicicleta y me salió un año muy bonito”. Bonito y fructífero porque en 2015 le abrió las puertas del Euskadi Murias, un proyecto que lanzó Jon Odriozola, quien precisamente le había sufrido al volante del equipo Gipuzkoa en el calendario vasco.
“Jon hizo una apuesta muy bonita y que dio salida a muchos chavales. Y ahora algunos están en el World Tour. Al principio fue duro, pero los dos años en Profesional Continental fueron muy buenos. Y pocos apostaban por dos temporadas seguidas tan buenas. La desaparición fue una pena. Antes de la Vuelta sabíamos que la cosa estaba difícil, pero pensábamos con un buen rendimiento se podría solucionar la papeleta”, reflexiona Mikel.
La Fundación toma ahora el relevo de Murias en la categoría Pro Team: “Un equipo profesional es completamente necesario para el ciclismo vasco. Del Euskaltel salieron muchos y buenos ciclistas e incluso cuando desapareció tenía nombres que ahora son importantes como Mikel (Landa), Ion (Izagirre) o Pello (Bilbao), pero por el camino se perdieron otros que eran muy válidos. En Euskadi hay muchos jóvenes que quieren ser ciclistas y un equipo de casa es muy importante para su motivación”.
Victorias, PCM y un sueño
En el palmarés de Bizkarra figura una única victoria como profesional: la 3ª etapa de la Vuelta a Aragón 2018: “Ganar una sola carrera puede parecer poco, pero estoy muy orgulloso y hace poco leía que un corredor tan bueno como (Steven) Kruijswijk solo tiene dos victorias. Ojalá pudiera ganar más, pero hay que darse cuenta que en el ciclismo solo gana uno y casi siempre son los mismos”, se explica.
En la pantalla del ordenador sí levanta los brazos más veces y durante el confinamiento recuperó su afición por el Pro Cycling Manager e incluso participó en una carrera virtual con aficionados que organizó la Fundación: “De pequeño jugaba más, pero lo tenía abandonado hasta el confinamiento. Fue una manera de pasar las horas y, desde el equipo nos animaron a jugar en directo. Fue bonito y divertido, pero le he metido más horas al rodillo (risas)”, comenta.
En el PCM ha subido los grandes puertos del Giro que ya conoció como sub-23 o en el Tour de los Alpes con el maillot del Murias, pero su sueño es volver para subirlos en la corsa rosa: “Es la carrera con la que me enamoré del ciclismo y es una pequeña espina que tengo ahí clavada. Ojalá que pueda estar muchos más años en la bici y estar alguna vez en la salida. Me haría muchísima ilusión”.