La Burdeos-París fue una gran incomprendida del ciclismo de especialistas
Vamos a esos años que el ciclismo era para auténticos pirados, a los tiempos de la Burdeos-París.
En 1891 la bicicleta ganaba potencia en la escena social y en breve desplazaría otros medios de transporte .
El ciclismo era un deporte en pañales, pero ciertas estrellas ya trepaban por los titulares y carreras maratonianas hacían enloquecer por allá donde pasaran.
La Burdeos-París fue una de esas competiciones, una carrera trufada de leyendas en su palmarés e historias increíbles en esos 600 kilómetros que separaban dos de las principales ciudades de Francia.
Entre otras ediciones, todos recuerdan aquella que Jacques Anquetil ganó 24 horas después de hacerse con la Dauphiné.
Asesorado por su querido Geminiani, Jacques quiso entrar en la historia con algo más que registros increíbles optando a una gesta singular como aquella.
Era su forma de ganarse el cariño de una afición que por general siempre quiso más a Poulidor.
Aquellos eran días de gloria y laurel para la viejuna carrera, tiempos que no habrían de volver.