Si como se dice –y perdonen el uso del monotema– un día es muchísimo tiempo en política, un mes y un día es, en términos ciclistas, prácticamente nada. Eso es lo que queda para el arranque del Tour de Francia y los grandes nombres que lucharán por vestir el maillot amarillo en París saben que, si a estas alturas no están donde tenían planeado estar en términos de forma y sensaciones, el julio que tienen por delante va a ser un verdadero infierno porque en el deporte de alto nivel los milagros, sencillamente, no existen. Las piernas de los hombres llamados a pelear por el triunfo final están ya muy afinadas y sólo queda, en la mayoría de los casos, terminar la puesta a punto con una última dósis de competición que, además de para afirmar –o desmentir– los datos que arrojan los análisis informáticos de las sesiones de entrenamiento, puedan aportar un último chute de confianza con la consecución de un triunfo.
A falta de un mes y un día para el arranque de la Grande Boucle, el que más y el que menos ya tiene claro el camino que seguirá para llegar a Noirmoutier-en-l’Île y, aunque no todos ellos lo hayan confirmado de manera oficial, es el momento de tratar de aclarar dónde veremos a cada cual para, al menos, hacernos una idea de cómo llegarán a ese Grand Départ.
Básicamente, hay tres caminos posibles: el que pasa por el Tour de Suiza, el que transita por el Dauphiné y el que, obviando ambas carreras, se centra en los entrenamientos dejando de lado la competición.
Froome y Dumoulin, sin dorsal
Este último caso, el que evita el uso de un dorsal, es el que, a la fuerza, escogerán aquellos que llegarán a Francia tras pelearse durante tres semanas en el Giro de Italia, un reto imposible si no fuese por esa semana de regalo que ha otorgado el Mundial de Rusia. Será este el caso de Chris Froome (Sky) y Tom Dumoulin (Sunweb), que jugó al despiste con su presencia en el Tour hasta hace muy pocos días. Aunque ninguno de los dos tiene carreras previstas en su calendario competitivo antes de la cita francesa, lo más probable es que el británico se decante, efectivamente, por no acumular ningún kilómetro competitivo hasta ese día 7 de julio mientras que la Mariposa de Maastricht optará, previsiblemente, por dejarse ver en el nacional de contrarreloj de Países Bajos y, quizás, en el de fondo.
Los que lo tienen más claro, evidentemente, son aquellos que han optado por rodarse en el Critérium du Dauphiné. La prueba del Delfinato, que arrancó el pasado domingo, ha reunido a hombres de la talla de Vincenzo Nibali (Bahrain-Merida), Romain Bardet (Ag2r-La Mondiale), Geraint Thomas (Sky), Adam Yates (Mitchelton-Scott), Ilnur Zakarin (Katusha-Alpecin) o Bob Jungels (Quick Step Floors). Ninguno de ellos tiene, en su calendario confirmado, ninguna cita previa al Tour una vez que el próximo domingo se baje el telón de la cita francesa, pero no es descabellado pensar que la mayoría de ellos estará, al menos, en los nacionales de su país.
Esta opción, la del Dauphiné, también ha sido la elegida por el francés Warren Barguil (Fortuneo-Samsic), protagonista de uno de los fichajes más sonados y extraños del pasado año. Ganador de dos etapas y décimo en la general final del pasado Tour, Barguil decidió poner punto y final a su relación con Sunweb –con aquel feo episodio de la Vuelta a España como colofón– y poner rumbo al Foruneo-Samsic, equipo PCT que se aseguraba de esa manera su invitación al Tour, pero que está por ver si será capaz de arropar en condiciones a un hombre que debe pelear por la general del Tour sin haber, al menos hasta el momento, brillado o sido protagonista en ninguna de las carreras que ha disputado esta campaña.
Movistar, con Valverde por libre
Y, por último, tenemos a aquellos que retrasan una semana esa puesta a punta competitiva y optan por la siempre montañosa Vuelta a Suiza, que iba a ser la primera oportunidad de ver juntos a los tres líderes de Movistar, verbigracia –y por orden alfabético– Mikel Landa, Nairo Quintana y Alejandro Valverde, algo que se ha truncado a última hora tras el anuncio, en el día de ayer, por parte de Movistar de que Valverde hará un plan alternativo que pasa por la Ruta del Sur, rebautizada ahora como Ruta de Occitania.
Los tres gallos del corral de Unzue, especialmente Landa y Quintana protagonizan uno de los grandes morbos de este Tour de Francia. El alavés ha dejado claro, por activa y por pasiva, que no volverá a supeditarse a un jefe de filas si considera que tiene opciones de triunfo y el colombiano ha repetido hasta la saciedad que el único líder de Movistar para la Grande Boucle es él.
“La carretera pondrá a cada uno en su sitio”, repiten unos y otros cada vez que son confrontados con el tema, por lo que la Vuelta a Suiza, la segunda vez –tras la Vuelta al País Vasco– que compartirán la misma carretera Landa y Quintana, será un interesantísimo primer asalto en esa guerra psicológica que el aficionado espera con ansia. Un duelo que vivirá en tierras helvéticas el segundo asalto en el que un mejor resultado de Landa, como ya ocurrió en Euskadi –el alavés fue segundo y el colombiano, quinto–, dejaría relativamente tocado a un Quintana que, no lo olvidemos, afronta en este Tour de Francia un momento crucial en su carrera deportiva y, seguramente, se juegue buena parte de su peso específico en un Movistar con el que todavía le une contrato hasta final de 2019.
Junto a los dos hombres de Movistar también estarán en Suiza Richie Porte (BMC), Steven Kruijskijk (LottoNL-Jumbo), Jakob Fuglsang (Astana), Tim Wellens (Lotto-Soudal), Bauke Mollema (Trek-Segafredo) o Tejay Van Garderen (BMC).
Y, en medio de todo esto, encontramos a un Alejandro Valverde al que la veteranía le da más ventajas que desventajas. Por un lado, porque con 38 añazos ya cumplidos (diez más que Quintana y Landa) nadie pretende colocar sobre él la enorme presión de tener que ganar el Tour, pero, a la vez, su genialidad y ambición hacen que nadie se atreva a descartar por completo al murciano. Quizás esa mezcla de veteranía y su condición de gran ídolo de la afición, unida a esa manera de entender el ciclismo que se ha acentuado tras su 35 cumpleaños, sea la explicación de su no presencia en Suiza y su apuesta por una carrera menor como la Ruta de Occitania. Una prueba en la que puede optar a hacer aquello que más le gusta: ganar pasándoselo bien y, de paso, quitarse de encima buena parte de la presión y la tensión que, sin duda, habría tenido que sufrir, al menos desde el flanco mediático, en la primera carrera en la que los tres mosqueteros telefónicos habrían coincidido juntos, algo que ahora ocurrirá directamente el día de San Fermín en Francia.
Y, como siempre, existe una cuarta vía. La heterodoxa. La elegida, cómo no, por Rigoberto Urán (EF-Education First). Hablar del colombiano como la gran revelación del pasado Tour de Francia puede ser, con sus –entonces– 30 años y sus dos segundos puestos en el Giro de Italia (2013 y 2014) algo exagerado, pero lo cierto es que nadie podía esperar que Rigo acabase subiendo al segundo escalón del podio de París sólo superado por Chris Froome. Entonces optó por terminar de afinar la forma en la Ruta del Sur y este año, al menos por el momento, no tiene carrera alguna confirmada en su calendario. Si optará por no volver a ponerse un dorsal (su última aparición competitiva fue en la Lieja-Bastoña-Lieja) o llegar al día de San Fermín sólo entrenándose es, quizás, una de las últimas incógnitas que le queda por desvelar a este Tour de Francia antes de su arranque.