Había anunciado recientemente la renovación de su principal figura, el colombiano Rigoberto Urán, nada más y nada menos que hasta 2020. Dylan van Baarle, Brendan Canty y Pierre Rolland también habían firmado extensión de contrato con la escuadra americana que, eso sí, no había anunciado todavía ningún nuevo fichaje de cara a 2018 que llegara a reforzar una plantilla que, en total, cuenta en estos momentos con once corredores confirmados entre los que, además de los ya mencionados, se encuentran Hugh Carthy, Joe Dombrowski, Sebastian Langeveld, Taylor Phinney, Pierre Rolland, Andrew Talansky, Tom Van Asbroeck y Sep Vanmarcke.
Todo ello, avalado por la continuidad de sus actuales patrocinadores y la llegada, a partir de enero, de Oath, que iba a aportar la estabilidad financiera suficiente como para asegurar la continuidad del equipo en el futuro próximo. Sin embargo, ayer Jonathan Vaughters y los suyos tuvieron que hacer público un comunicado por el cual anunciaban que la llegada de otro patrocinador que parecía cerrado no se ha podido concretar y que, sin esa inyección económica, el futuro del Cannondale-Drapac es inviable.
Y el anuncio, lejos de parecer una llamada más o menos despreocupada para despertar el interés de alguna empresa, es realmente dramático. En él, reconocen que han hablado ya con los corredores y todos los empleados para informarles de la situación de “incerteza” por la que atraviesa la estructura y les han dado a todos la libertad para encontrar “la mejor solución posible para su futuro”.
Por ello, el mercado de fichajes vuelve a entrar en ebullición ya que “todos los trabajadores de Slipestream Sport [empresa gestora del equipo, N.d.A.] han sido liberados de sus actuales obligaciones contractuales”, aunque también han avisado que, en caso de encontrar una solución al actual problema de insolvencia, “todos los contratos para 2018 serán respetados”.
El mayor problema para Vaughters es que este revés se produce a punto de llegar al mes de septiembre, por lo que se han dado a sí mismos un plazo de dos semanas para encontrar una solución. Según ha declarado el propio Vaughters a Velonews, el agujero no sería muy pequeño ya que Cannondale-Drapac habría asegurado, a día de hoy, 9 de los 16 millones de dólares (7,5 de los 13,5 millones de euros) que se estiman necesarios para cumplir con las exigencias financieras de la UCI.
Vaughters reconoce que “no es, ni de lejos, la primera vez que esto ocurre en el equipo, pero esta vez las cosas han ido un poco más allá y tenía que contárselo a todo el mundo para que pudieran ocuparse de su futuro”.