A veces, lo sé, porque yo soy el primero, le damos tantas vueltas a las cosas, que perdemos la esencia de instantes, de momentos que, quizá, en un tiempo recordemos con nostalgia, porque el personaje lo merece, como Carlos Rodríguez ganando en la Itzulia.
La ratonera vuelta vasca iba al kilómetro cero de Eibar, para aterrizar en el muro de Mallabia, una zona que conozco y quiero a partes iguales, una zona de poso ciclista.
La rúbrica de Carlos Rodríguez en la quinta de Itzulia, en vísperas del final en Arrate, fue una noticia que sólo puedo tachar de positiva, de muy positiva.
Cuál fue mi sorpresa, cuando, finalizada la carrera, empecé a leer un aluvión de críticas por la forma de competir del andaluz. Que si es un chupón, que si se aprovechó de Marc Soler… pero ¿qué estamos diciendo?
Esto es ciclismo profesional, máximo nivel y exigencia, aquí no se viene a hacer amigos, se viene a sudar el pan del plato y la gloria de la vitrina.
Carlos Rodríguez se pegó a rueda de Marc Soler y éste, que es un ciclistazo muchas veces criticado por tener carácter dentro y fuera de la carretera, no rechistó, tiró y tiró hasta donde le dio el tiro y dejó sólo a Carlos hacia la meta final.