Estimado Alejandro
Aprovecho tu victoria en la Clásica de San Sebastián y tu consiguiente regreso al número uno del ciclismo mundial para escribirte estas líneas. Aprovecho, como digo, que ya ha pasado algo más de una semana desde el final del calvario que, imagino, supuso el Tour de Francia y, en especial, la agónica tercera semana de la ronda. Aprovecho todas estas circunstancias para escribirte estas líneas ahora, que tu moral debe de estar ya más recuperada, para volver (perdón por la insistencia) a contarte lo que muchas veces hemos defendido desde Ciclo 21 y que muchos interpretan como un ataque hacia tu persona cuando (creo) que todos sabemos que se trata de todo lo contrario.
A estas alturas de la vida, estoy completamente convencido de que eres plenamente consciente de cuál es tu lugar en el ciclismo. No me cabe la menor duda de que es algo que sabes ahora y de que ya lo sabías antes de la salida de Leeds. Quizá, tras quedarte a las puertas del podio en París, llegaste a dudar de ello, pero tu situación actual te lo debe de recordar y reafirmar: tu lugar es lo más alto del podio y, en tu nivel de madurez y forma actual, la hegemonía del ciclismo mundial. Es tu territorio natural. Sin embargo, y vuelvo a insistir en ello, me duele ver cómo te estrellas una y otra vez contra ese muro del verano francés en que te has empeñado y por el que has hipotecado un palmarés que, por desgracia, no pasará a la Historia ciclista con la brillantez que un corredor de tu calibre merece.
No sé si la decisión ha sido siempre tuya, de tus jefes o ha sido algo consensuado. Quizá –no albergo ninguna duda en esto–, todos sabíais la realidad del reto, pero os dejasteis llevar por aquello que Johan Cruyff llamó “el entorno”. Ese mismo entorno que, cada vez que un juntaletras como yo mismo ponía negro sobre blanco sus dudas respecto a tu elección de calendario se abalanzaban sobre él como las hienas sobre el cadáver fresco de un ñu en la sabana africana.
Dice mi compañero Iban Vega que eres “un ciclista de los de entre un millón” y no podría estar más de acuerdo con él. Todavía recuerdo hace muchos años, cuando todavía defendías los colores del Kelme, aquella entrevista que me encargó Procycling y que mantuvimos en un hotel de Benidorm durante la pretemporada. Cuatro páginas en la revista inglesa. Querían conocer y saber más de aquella joven promesa (ya realidad) que maravillaba al mundo ciclista y que muchos veían como la continuación (o incluso evolución) de Óscar Freire en el mundo de las carreras de un día y que podía dominar también un calendario de carreras de una semana y, si el recorrido era el idóneo, luchar por la victoria en una prueba de tres semanas como la Vuelta. Recuerdo, también, tras enviar aquella entrevista a Londres, una conversación telefónica con Peter Cossins en la que ya hablábamos del error que supondría seguir los convencionalismos del ciclismo español y apostarlo todo al Tour. Visto desde la perspectiva del tiempo que nos dan todos estos años, quizá deberíamos de haber hecho la pieza al respecto que nunca escribimos.
Y no. Lo que llevamos tiempo escribiendo y diciendo distintos compañeros y yo mismo sobre el enorme error que supone esa cabezonería tuya con el Tour de Francia no es una crítica. No es, como muchos quieren verlo, un conmigo o contra mí. Es más bien un grito de rabia. Se trata de hacer pública nuestra frustración al ver cómo uno de los mejores corredores de la historia del ciclismo español ha dejado escapar grandes oportunidades de conseguir un palmarés –todavía– mayor.
Tu cuarto puesto en el último Tour de Francia, pese a que públicamente defendiste el discurso de que no te supo a suficiente porque venías a ganar o a hacer podio fue un resultado estupendo. Te sobró, como casi siempre en esta carrera, la tercera semana. Y no fue, como acabas de demostrar en San Sebastián, un problema de falta de fuerzas o de condición física –si estabas tan mal, no habrías ganado en Donostia–. Fue otra cosa lo que falló. ¿Cansancio mental? ¿Presión desmedida? ¿Hartazgo? No lo sé, pero sea lo que sea, eso que te faltó también es necesario para ganar el Tour. Tanto como las buenas piernas.
Sigo resistiéndome, y por eso estas líneas, a ver cómo te equivocas año tras año debido a esa insistencia en el Tour. El año que viene, si todo marcha como se supone, parece claro que tu equipo, el Movistar, apostará por Nairo Quintana. Debería de ser una temporada en la que no aceptes ir de gregario de lujo del colombiano. Un corredor de tu talla no puede hacer eso. Debería de ser la campaña en la que no vayas a Francia y centres tus objetivos en esas carreras que te convertirán en una leyenda si consigues ganarlas un par de veces más. Luego vencerás o no, que eso ya es harina de otro costal. Pero te garantizo que los que te decimos esto y los que defienden cada cosa que haces estaremos, por fin, de acuerdo en alabar tu entrega y sacrificio ganes o pierdas.
Alejandro, es esta una carta abierta en la que vuelvo a reiterar lo dicho hasta ahora. He leído, tras tu magnífico resultado en el Tour, muchas idioteces sobre esa supuesta guerra de trincheras mediática que hay en torno a tu persona. Pero eso no existe. Al menos, no en este rincón de Ciclo 21. Contrariamente a lo que se suele plantear en este país cainita, criticar algo no significa estar en contra. Los motivos te los he explicado porque creo que era de justicia hacerlo. Y lo he hecho en el formato de una carta hacia tu persona porque, al fin y al cabo, eres la diana de las críticas y las alabanzas que, por cierto, son mucho mayores en número en mis artículos que las primeras.
Ahora, sólo me queda desearte un buen final de verano y trasladarte mi deseo de volver a ver en la Vuelta a España a ese corredor capaz de levantar a cualquiera de su sofá. Al único (o de los pocos), por cierto, que tiene la capacidad de hacerlo desde febrero hasta octubre.
¡Suerte!
Te felicito por este gran articulo Nico,realmente es lo que pensamos muchos aficionados sobre este pedazo corredor que es Alejandro Valverde..yo personalmente creo que mucha culpa tiene Eusebio Unzué y no cito a Jose Miguel Echávarri por considerarlo fuera de la nave Movistar (aunque pesen sus opiniones)..
Completamente de acuerdo. Con Abraham Olano, por ejemplo, sucedió lo mismo y no creo que fuera exactamente por decisión propia.