Jonathan Castroviejo ha sido testigo y facilitador de grandes éxitos en los últimos diez años, uno de los corredores que más apreciamos y admiramos del pelotón profesional. Tras de sí deja una interesante ristra de buenos recuerdos, desde aquel palizón que se dio persiguiendo en los Juegos de Londres, a los mil servicios que hizo para ciclistas como Nairo, Geraint y Egan Bernal. De los tres, le emociona haber ganado todo un Tour de Francia con Geraint, hace cuatro años, cuando fue una de las claves del primer triunfo galés en la mejor carrera del mundo.
Hablar de Jonathan Castroviejo es hacerlo del valor supremo del gregario, de su incondicionalidad, de cómo tuerce situaciones imposibles a favor de su líder. La charla, que se produjo antes del accidente de Egan Bernal, camina por sus raíces ciclistas, por sus grandes tardes al frente del pelotón, por los cambios de este ciclismo sin cronos y también por sus éxitos personales, que los ha tenido y muy notables.
Su situación es la perfecta en un ciclista que ama su oficio y defiende su rol en el pelotón, más cuando la realidad le quita de los recorridos esas contrarrelojes en las que tantos triunfos ha logrado.
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