Para los aficionados, esos que ven –vemos– siempre los toros desde la barrera, el término “condiciones ideales” para la disputa de la París-Roubaix tiene un significado inversamente proporcional que para los corredores. Si ya es inhumano tener que enfrentarse a esos tramos adoquinados –sería más correcto decir, trozos de camino donde alguien parece haber tirado adoquines sin orden ni concierto–, cuando sólo quedan unos días para el día más grande de la temporada de las piedras todo el mundo mira al suelo y al cielo. Al suelo porque es fundamental conocer el estado de cada tramo. De cada curva. De cada cuneta. De cada adoquín. De cada hueco. Y para eso hacen los equipos sus reconocimientos. Por eso, los grandes favoritos pasan una y otra vez sobre los lugares que presumen que serán decisivos el próximo domingo. Y al cielo porque temen qué es lo que les puede regalar el capricho del tiempo. Miran al cielo, intentando adivinar si la humedad, el viento, las nubes y los claros de sol hacen presagiar buen tiempo o no. Miran al cielo y a Internet, ese Gran Hermano que tiene la respuesta para todo hoy en día.
A día de hoy, las imágenes que van llegando de los tramos adoquinados que los equipos han ido reconociendo son muy ilusionantes para los aficionados. Charcos que nadie sabe si son profundos o no porque el agua, mezclada con el barro, ha dejado de ser transparente y meter la rueda de la bicicleta en cualquiera de ellos es, sencillamente, un acto de fe.
Las cunetas, impracticables por los enormes surcos de barro que han dejado las últimas lluvias, obligan, al menos por el momento, a que los corredores opten por circular por el centro de la calzada. Por la zona empedrada. Por el centro mismo, donde el riesgo es menor, pero… donde sólo cabe uno. Donde únicamente podrá rodar el que mejor colocado entre en cada tramo. Los demás, si no quieren verse relegados a zonas muy traseras en una fila de a uno, deberán de arriesgarse. Deberán de elegir entre pisar todos esos traicioneros charcos o jugársela entre los surcos de barro.
Pero hoy es lunes y todo eso puede cambiar. Por eso, terminado el reconocimiento, todos se han lanzado al ordenador a ver qué les depara la semana. Y las noticias no han podido ser peores –para los corredores–: lluvia desde el miércoles hasta el sábado. O, lo que es lo mismo, carreteras empeorando día a día. El domingo, sin embargo, nubes y claros.
En otras palabras, los aficionados sueñan con la pesadilla que promete ser el Infierno del Norte para los corredores.