Chavito se hace un hombre

Chaves en una salida

Chaves en una salida © Giro

Dicen que tus raíces, que las personas que te dieron lo que eres y lo que sabes, son tu espejo. Con Esteban Chaves tenemos la certeza de que esa afirmación es cierta. Cuando NIbali cruzó la línea de meta el sábado con la maglia rosa merodeando su cabeza, los primeros en felicitarle fueron los Chaves, padre y madre del risueño trepador de Bogotá. ¿Como no querer a este corredor?

Chaves ha irrumpido en escena como hace un año no hubiéramos imaginado por estas fechas. En periodo récord ha ganado etapas de Vuelta y Giro, ha sido líder en ambas y en Italia ha rozado la victoria final.

Chaves llegó a este Giro en una segunda fila, eclipsado por el favoritismo de sus dos compañeros de podio, Nibali y Valverde, y la tercera mano de Mikel Landa. No pasaron muchas etapas que Chaves demostró que no estaba de relleno, quería papel estrella, ser protagonista.

Creció poco a poco en la general, perenne en vanguardia, atento pero sin tomar la responsabilidad. Hubo un momento, una rampa del terrible Giau, cuando Nibali levantó la debilidad de Valverde, el colombiano pasó a la contra y sólo Steven Kruijskijk estuvo con él. Ese corte, camino del vergel de Corvara, le puso en una órbita que estuvo a punto de dejar cuando, inexplicablemente no estuvo en las andanadas del Merola. “No pensé que era para tanto” dijo, pues casi salió despedido de las primeras plazas. Mantuvo medio minuto gracias al equipo, especialmente a Rubén Plaza, cuando en otras ocasiones estas situaciones se saldan con tragedia para el cortado.

Artículo completo de Joan Seguidor aquí

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