El ciclismo, un deporte que ha construido su historia y legado sobre los cimientos de la épica y las grandes gestas, se apoya, seguramente como ningún otro –quizás, a lo sumo, el boxeo– sobre las actuaciones de un corredor dominante en su especialidad y generación o, en caso de darse la confluencia de más de un ciclista con dotes extraordinarias, la rivalidad entre ellos.
Todo ello hace que cada vez que uno de esos momentos históricos llega a su fin, aficionados y periodistas nos pongamos más intensos y tremendos de lo que generalmente toca y nos preguntemos, más bien en un tono apocalíptico, qué será ahora de nosotros, como si el mundo estuviera al borde del colapso y ya nada tuviera sentido.
En España estamos viviendo ahora uno de esos momentos. Retirados ya los Purito, Contador, Samu Sánchez o Carlos Sastre y con Alejandro Valverde como único superviviente de aquella generación de oro que marcó el ciclismo del anterior cambio de década, hace ya tiempo que el debate del y ahora, qué ha centrado muchas conversaciones, horas de radio y líneas de medios escritos.
El ciclocross no es ajeno a este pesimismo intrínseco del ciclismo. La retirada de Sven Nys fue vista como el final de un ciclo –eso es innegable– en el que la especialidad creció enormemente y el inicio de la nada. La marcha del Caníbal de Baal, unida a la forzosa retirada de Niels Albert y el paso a la ruta de Zdenek Stybar o Lars Boom coincidieron en el tiempo dando la sensación de que la especialidad invernal estaba herida de muerte.
Sin embargo, y utilizando neologismos prestados del ámbito de la economía, lo que sucedió fue que el ciclocross entró en un periodo, muy breve, de crecimiento negativo. Es decir, que pese a que la presencia de público en los circuitos y las audiencias televisivas no dejaron de crecer en ningún momento, lo hicieron, durante un par de años, a un ritmo inferior al que lo hacían durante el reinado de Nys.
Además, en aquel momento explotó la burbuja belga. Los organizadores, que habían vivido más o menos ajenos a la crisis económica del anterior cambio de década, comenzaron a ver cómo el monstruo que ellos mismos había creado estaba a punto de devorarlos. Fijos de salida desorbitados, circuitos con infraestructuras casi imposibles que obligaban prácticamente al lleno absoluto para ser rentables, derechos de televisión por las nubes y, sobre todo, unos patrocinadores que, llegados a determinadas cifras, se planteaban si no sería más lógico invertir en otros espectáculos más internacionales, terminaron por crear un ambiente catastrofista que caló profundamente en el imaginario colectivo… sin ser cierto.
Lo que explotó, insistimos, fue la burbuja belga; pero el ciclocross internacional, y buena muestra de ello lo vemos en la categoría femenina, creció de manera espectacular. La ligera pérdida de masa muscular belga propició que otras naciones pudiera asomar, aunque tímidamente, en el coto privado de caza de los flamencos. Y los frutos, aunque todavía pequeños y débiles, comienzan ahora a poder ser recolectados.
Llegaron entonces los Wout Van Aert y Mathieu van der Poel. Su eclosión en la elite coincidió, en el caso de España, con el subcampeonato del mundo Sub-23 de Felipe Orts en Bieles, guinda a una progresión que venía gestándose desde hacía varios años. Aquello despertó cierto interés dentro y fuera de España por la figura del corredor de La Vila Joiosa ahora enrolado en el equipo Teika. Desde entonces, es importante tenerlo presente, sólo han pasado cuatro años y Felipe Orts sigue dando muestras de tener todavía margen de progresión en una categoría elite en la que ya se ha hecho un hueco más que notable entre los nombres más pronunciados en las retransmisiones internacionales.
Junto al alicantino, Lucía González, con los colores del equipo Nesta, ha hecho lo propio en el más internacionalizado ámbito femenino. La asturiana, con molestias en el hombro tras su caída en Namur, ha estado algo desdibujada en las últimas carreras de 2020, pero eso no debe restar ni un ápice de importancia a lo que está consiguiendo en su temporada más internacional.
Ahora, es verdad, el ciclocross vive en gran medida del entretenido y atractivo duelo Van Aert-Van der Poel. Los dos andan ya más centrados en la ruta que en el barro y eso, de nuevo, ha vuelto a encender las alarmas. Después de ellos, ¿la nada? En absoluto. Después de ellos, como hemos podido comprobar en el arranque de esta campaña, hay una generación impresionante en la que los Toon Aerts, Eli Iserbyt, Tom Pidcock, Michael Vanthourenhout… han demostrado que pueden y saben ofrecer espectáculos de gran calibre.
Lo que es imperativo aprovechar ahora es el tirón que los duelos de Van Aert y Van der Poel pueden provocar en el seguimiento internacional del ciclocross. Buena muestra de ello son las cifras de visualización que está registrando Eurosport en la emisión, bajo la modalidad de video on demand (VOD), del calendario invernal del ciclismo en su APP (antes Player).
Una de las caras más habituales del ciclismo de la cadena deportiva paneuropea, Adrián García, explica a Ciclo 21 que “las emisiones de ciclocross son las más vistas en la APP de Eurosport en la modalidad de VOD en España durante este invierno”. Es decir, que obviando la programación habitual de Eurosport 1 y Eurosport 2, la especialidad invernal del ciclismo es la que más espectadores aporta al canal especializado en nuestro país.
Los datos exactos de espectadores son confidenciales. Es evidente que no estamos hablando de datos millonarios, pero resulta muy significativo que un deporte tan minoritario –y no olímpico– y hasta hace poco muy desconocido incluso entre los aficionados ciclistas españoles, lidere esa franja de las audiencias.
El cambio del modelo de uso televisivo tiene también mucho que ver en esta situación. Como explica Adrián García “lo bueno de la APP de Eurosport es que la gente puede ver la carrera en directo o cuando le apetezca. El VOD es lo que la gente está buscando”. Efectivamente, estamos ante un modelo de consumo equiparable al que se ha puesto de moda en películas y series con plataformas como Netflix, HBO o Amazon, dándole al usuario el control sobre el horario de su consumo televisivo.
Aunque no puede hacer públicos los datos concretos debido a la confidencialidad de los mismos, García sí reconoce a Ciclo 21 que las audicencias que está consiguiendo este invierno el ciclocross en la aplicación de Eurosport “son muy significativas para una APP de pago que tiene que luchar, además, contra los enlaces y streamings piratas”.
Efectivamente, resulta muy curioso –y de esto habría que hablar largo y tendido en otro momento– lo enormemente críticos que se muestran muchos aficionados en las redes sociales cuando RTVE o Eurosport, los canales de referencia del ciclismo en España no prioriza una carrera sobre otro deporte, y las absurdas disertaciones que algunos han protagonizado a la hora de justificar el uso de enlaces pirata para no pagar una cuota que garantiza la viabilidad económica de un canal privado que destina ingentes cantidades de dinero a comprar los derechos de emisión de las pruebas de su deporte favorito. Pero eso, como ya hemos dicho, es otro debate.
García, además, especifica que “estos datos son únicos de la APP de Eurosport, por lo que la cifra total será algo más elevada ya que hay que sumar los espectadores que siguen el ciclocross a través de la APP de GCN, que también está en el universo Eurosport”.
Respecto al peso de las principales figuras antes nombradas en ese interés televisivo, el presentador de programas como La Montonera explica que “Eurosport es consciente de la rivalidad de Van der Poel y Van Aert en el ciclocorss es la mejor forma de enganchar al aficionado ciclistas durante los meses de invierno. Es un mensaje que se tiene muy claro”.
Buen ejemplo de ello, prosigue García, es que “en la web de Eurosport, cada vídeo resumen de una victoria o duelos entre Van Aert y Van der Poel también son los más vistos, con miles de visualizaciones, aunque en este caso se trata de material gratuito”.
En lo que llevamos de temporada, la carrera más seguida en la APP de Eurosport ha sido la prueba de la Copa del Mundo de Namur que se saldó con triunfo de Van der Poel. Todo ello, por supuesto, también redunda en beneficio de los corredores y equipos españoles, que ven en estos datos un aliciente más con el que atraer a nuevos patrocinadores a sus proyectos.