Las calles de nuestras ciudades se están llenando cada vez más de ciclistas. Una actividad muy bien vista por las autoridades, ya que el ciclismo ahorra en pasajes de autobús, es un gran ejercicio y ayuda a limpiar el aire mediante la reducción del número de coches en ciudades y carreteras. Sin embargo, la saludable experiencia de utilizar la bicicleta como medio de transporte puede tener efectos colaterales indeseados.
Tras la publicación de investigaciones que demuestran que la contaminación del aire puede causar insuficiencia cardiaca en personas con corazones débiles, los ciclistas deben tener cuidado de no inhalar los gases tóxicos del tráfico. Gases como el monóxido de carbono, ozono y dióxido de nitrógeno, así como la contaminación atmosférica por partículas emanan de los tubos de escape de los autobuses, autos y camiones. Todos estos son los elementos nocivos que pueden entrar en nuestros pulmones y en el torrente sanguíneo, y tienen un impacto negativo en nuestra salud.
Y eludirlos no es una tarea fácil. ¿Mascarillas? La doctora Vivienne Nathanson, jefa de la ciencia y ética de la Asociación Médica Británica, dice que los ciclistas y los peatones pueden quedar expuestos a muy altas dosis de contaminación del aire, sobre todo en las grandes ciudades como Londres. «Los ciclistas tienden a ser personas más en forma, por lo que pasan largos períodos de tiempo afuera y expuestos», dice. «Si ellos andan en bicicleta más fuerte, también respiran más fuerte, que es un buen ejercicio, pero recibirán dosis más grandes (de gases)». Las mascarillas para ciclistas son un remedio evidente en las contaminadas calles urbanas. Ya existe una amplia gama en el mercado, aunque su efectividad no está completamente clara…