Contador colgará la bicicleta en la Vuelta a España

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Nicolás Van Looy / Ciclo21

Un último esfuerzo. Un último intento de volver a reinar en lo más alto del podio de una gran vuelta. Sin duda, un más que merecido baño de multitudes en lo que se anuncia ya como una gira de despedida de la afición española, esa a la que ha hecho emocionarse y alegrarse durante quince años como ciclista profesional. Quince temporadas en las que Alberto Contador, que hoy ha anunciado que la Vuelta a España será su última carrera como ciclista profesional, ha conocido todas las caras del deporte de alto nivel. Las alegrías inmensas del triunfo y las preocupación infinita del cavernoma. El éxtasis inigualable de lo más alto del podio y el dolor inconsolable de las heridas y los huesos rotos. El aplauso ensordecedor por la victoria y el desprecio y el recelo por la mancha del dopaje.

Alberto Contador (Madrid, 6 de diciembre de 1982), ha sido, junto a Joaquim Purito Rodríguez, retirado en 2016 y Alejandro Valverde, que seguirá en activo dos años más, uno de los integrantes de ese trío de ensueño que ha comandado la mejor generación ciclista de la historia de España. Con su adiós, anunciado hoy y que, salvo desgracia por el camino, será una realidad el próximo día 10 de septiembre en Madrid, se apaga un poco más la luz de unos años en los que, como decía la canción, vivimos peligrosamente. No sólo por todo lo que ha ocurrido en el ciclismo a lo largo de los mismos y que afectó de lleno al pinteño sino también porque con sus dos triunfos en el Tour de Francia (2007 y 2009), Giro de Italia (2008 y 2015) y sus tres Vueltas (2008, 2012 y 2014), unidos a sus otros muchos primeros puestos, los aficionados españoles se acostumbraron a una realidad de ensueño que ahora, cuando llaman a la puerta los Landa, Mas, Rosón, Soler, Fernández… parece, pese a la indudable calidad de todos ellos, imposible que pueda repetirse.

Glosar ahora la carrera, 15 años en la cumbre, de Alberto Contador en el espacio disponible para ello en un artículo parece un ejercicio utópico. Tanto ha pasado desde aquel ya lejano 2003 en el que el de Pinto diera el salto a profesionales en el todopoderoso ONCE, que lo único que parece ahora posible es trazar algunas pinceladas generales sobre lo conseguido por el pistolero.

Una trayectoria que, como su propia vida, pendió de un hilo durante la Vuelta a Asturias de 2004. Allí, subido en la bicicleta, se fue al suelo en medio de fuertes convulsiones que derivaron, finalmente, en un diagnóstico nada esperanzador: un cavernoma cerebral congénito del que, sin embargo, pudo recuperarse tras una delicada intervención quirúrgica y varios meses de rehabilitación.

En 2005, sólo un año después de aquello, participó, como parte del Liberty Seguros, en su primera gran ronda por etapas: el Tour de Francia que, como suele ocurrir, pasó sin pena ni gloria siendo un anónimo más entre los participantes terminando tercero en la clasificación de los jóvenes con más de 44 minutos de retraso sobre Yaroslav Popovych, ganador de aquel maillot blanco y 12º de una de tantas generales borradas de la historia de la Grande Boucle durante los años de Lance Armstrong.

Volvió Contador al Tour en 2007. Fue su segunda gran vuelta por etapas. Lo hizo después de pasar un año en Astana y acabar recalando en el Discovery Channel para sustituir al todavía sólo sospechoso Lance Armstrong, que había dicho adiós un año antes. Volvió, decíamos, Alberto Contador al Tour y lo hizo para ganarlo. La segunda grande de su carrera. Su segundo Tour de Francia. Su primer triunfo.

Aquello supuso el inicio de un cuento casi irreal. Algo irrepetible. Se marchó de Discovery Channel a Astana en 2008 y el veto de ASO al equipo kazajo por sus escándalos acabó llevando a Contador, que no pudo defender su dorsal número 1 en la Grande Boucle, al Giro y a la Vuelta. Las dos acabaron en el zurrón del pinteño que de esta manera se convertía en el quinto corredor en conseguir la Triple Corona, algo que desde entonces sólo ha conseguido repetir Vincenzo Nibali.

Contador era entonces el gran dominador de las tres semanas. Entre el Tour de 2007 y el Giro de 2011 ganó todas y cada una de las carreras de tres semanas en las que tomó la salida. Su estrella brillaba con fuerza, pero todo se tornó en pesadilla de la noche a la mañana. El día 21 de julio de 2010 Contador orinó en un frasco como tantos otros días a lo largo de su carrera, pero varios meses después, en septiembre, se hizo pública la noticia que lo cambiaría todo: en su orina había trazas de clembuterol. Una cantidad ínfima que el corredor achacó al famoso solomillo, una versión que el TAS no quiso creer y que acabó con una suspensión de dos años que provocó que se le desposeyese de sus triunfos en el Tour de 2010 y del Giro de 2011 así como el quinto puesto del Tour de 2011 (y el resto de los resultados de esos años).

Contador, que nunca ha reconocido esa sanción y que se considera ganador legítimo de aquellas rondas, regresó de la sanción queriendo demostrar que seguía siendo el mismo de siempre y lo hizo por todo lo alto. En 2012, tras correr únicamente el ENECO Tour, se adjudicó su segunda Vuelta a España, la carrera que ha ganado más veces y a la que siempre llegó después de que alguna circunstancia externa le impidiera estar o brillar en el Tour.

Hubo que esperar entonces dos años, hasta 2014, para volver a verle en lo más alto del cajón de una grande. Fue, de nuevo, en la Vuelta a España y, de nuevo, llegó a la misma tras fracasar, en esta ocasión a causa de una grave caída, en el Tour de Francia.

Su último triunfo hasta el momento en una gran vuelta por etapas llegó en el Giro de Italia de 2015. Eran, todavía, los días de vino y rosas con Oleg Tinkov, el excéntrico y maleducado multimillonario ruso que, entre otras muchas payasadas, no dudaba en pintarse el pelo de rosa en honor a aquel corredor por el que bebía los vientos y del que se declaraba fan número uno.

Sin embargo, el ruso, que siempre vio a sus corredores como una inversión más de su conglomerado financiero, no tuvo piedad cuando las cosas (la edad) comenzaron a torcerse para Contador. El quinto puesto del Tour de 2015 fue el principio del fin de aquel amor incondicional del banquero hacia el ciclista. Cuando Contador tuvo que optar por el abandono en el Tour del pasado año, la relación entre ambos era ya inexistente, pero el pinteño todavía tendría que soportar los desplantes e insultos públicos del que hasta el mes de diciembre fue su patrón y que tampoco quiso perdonarle el cuarto puesto en la Vuelta.

La desaparición de Tinkoff permitió a Contador buscar acomodo en un equipo que lo pusiera todo a su disposición para un último intento en el Tour de Francia. Trek-Segafredo, que había puesto fin a una era en torno a Fabian Cancellara, le dio todo lo que pidió en el plano deportivo y, sobre todo, en el emocional. Le arropó y le mimó. Le diseñó un calendario a su medida. Contador llegó al Tour siendo la gran incógnita. Ya no era ese favorito indiscutible de antaño, pero todos le miraban con recelo. Las cosas, al final, no salieron bien. Fue noveno, pero, sobre todo, uno de los grandes animadores de la carrera.

Ahora, sonriente, anuncia en un vídeo que la Vuelta a España, sobre la que ha mantenido la duda hasta el final, será su última carrera como ciclista profesional e, igual que hace apenas un mes de Düsseldorf, no llegará a Nîmes siendo el gran favorito, pero sí que mantendrá esa vitola de hombre a tener en cuenta. Aspirante a todo. Y, sobre todo, la de aquel artista que, sabiendo que se encuentra ante su gran actuación final ante un público entregado, pondrá todo su empeño y saber hacer para que la despedida sea memorable.

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