En mayor o menor medida, todos los medios informativos han saludado su triunfo en la Tirreno-Adriático con titulares del tipo “Contador ha vuelto” o “El retorno de Contador”. No en vano, era su primer triunfo en una carrera por etapas desde la Vuelta a España 2012 y no se le veía con esa actitud en carrera desde posiblemente 2010: rabioso, mentalizado, dominador, seguro de sí mismo. Y con ganas no solo de ganar, sino de deslumbrar, como con ese fenomenal ataque en Passo Lanciano, exclusivo de los grandes campeones.
Por ello, los titulares que hablaban de ‘regreso’ le hacían justicia, aunque su parroquia de fieles más cercanos no ha querido ni oír mencionar esta palabra. “Quiero que la gente se entere, que Contador no ha vuelto, porque no se había marchado nunca”, manifestaba Herminio Díaz Zabala en Marca. Para mí, es una simple cuestión de matices: lo importante es que el madrileño ha golpeado primero -¡y de qué forma!- en el primer enfrentamiento ‘serio’ del 2013 y este triunfo moral también cuenta. Y veremos qué sucede en la Volta.
Otro regreso en estos últimos días, del que se ha hablado menos, pero que para mí tiene suma importancia, es el de Miguel Madariaga, que durante tres días ha estado visitando a las autoridades políticas de Euskadi para presentar –mejor dicho, confirmar que siguen ahí- al equipo continental de la Fundación, al heredero legítimo y natural de esa formación histórica que nació 1993, y cuyo hermano ‘mayor’ fallecía tristemente a mediados del 2013.
Pueden decirse muchas cosas a favor y en contra de Madariaga, personaje controvertido donde los haya, pero nadie restará ni el más mínimo mérito a su labor, a sus desvelos, para mantener contra viento y marea a la Fundación y a su ahora modesto equipo continental. Este es un primer paso para su refrendo futuro, aunque todos saben que falta mucho, pero que mucho aún, por hacer de cara a que Euskadi tenga, como poco, el equipo profesional que se merece. Y ese paso, desgraciadamente, no vendrá por parte de los políticos sino de los patrocinadores. Eso sí, es ahora cuando hay que comenzar a moverse y Madariaga lo ha demostrado.