La puesta de largo del Movistar Team para 2019 se ha celebrado en una acto de presentación en Madrid, donde se asienta la sede de la firma telefónica, como suele ser habitual este tipo de evento rodeado de prensa nacional e internacional sin más novedad que poner en claro qué objetivos marcarán la nueva temporada y departir informalmente. En el mismo se han hecho públicos los distintos calendarios de los protagonistas, todo ello eso sí solapado por la estridencia de luces y folklore tamborilero del acto en un enfoque orientado en avivar, en exceso, el reconocimiento de su máxima figura, el campeón del mundo con la selección española Alejandro Valverde. Y de paso olvidar el fracaso de la tricefalia en 2017. Entre líneas, en palabras del propio Eusebio Unzué, sí se esboza una clara intención para la campaña que recién empieza: el objetivo se ciñe en ganar, al menos, una vuelta grande.
El anuncio del auspicio de Movistar para las tres próximas campañas deja de manifiesto un claro mensaje, un sostén económico y tranquilidad para maniobrar de cara al largo plazo, a su vez fortalece al proyecto en época de desbandada de patrocinios importantes como el de Sky o BMC, ganar una vuelta de tres semanas y en el horizonte determinar las negociaciones de renovación de los contratos de Mikel Landa y Nairo Quintana a tenor de los resultados. El acto ha sido frío en este aspecto. No ha habido ningún atisbo de lo que se pudo ver en 2017 y la relevancia del trío protagonista, ni siquiera una mención reseñable a la idea en la que giraba la marca que apostó un año entero al trío de ases. Se ha optado por una decisión salomónica mientras se bailaba la danza tribal alrededor del arcoríris del Valverde, que abarcó por completo la larga hora y media de presentación, obviando además la puntualidad de su convocatoria. A la par estaba el equipo femenino, que por segundo año consecutivo es la nota fresca e ilusionante. No hay presión puesto que no existe techo, por construir, pero los cimientos se han visto reforzados con la llegada de la riojana Sheyla Gutiérrez que con las ya establecidas Mavi García y Eider Merino, otro tridente conformado, van completando piezas para lo que debería ser un salto cualitativo en cuanto a establecer un equipo sólido para aspirar a sumar podios y victorias. Pero no fue lo único destacable.
«En el equipo masculino nos hemos movido entre grandes momentos con las 27 victorias y la mala suerte de Nairo y Landa en las grandes vueltas. Será un lapsus que cambiará», palabras del mandamás Eusebio Unzue: «Será un lapsus que cambiará». Una justificación delante de la plana mayor de la multinacional que estampa la «m» en el maillot y firma los cheques. Se han dado un tiempo extra por ahora mientras los roles de Richard Carapaz o Marc Soler vayan marcando lo que pueden llegar a ser en el futuro. En 2019 se encargarán de trabajar para un líder en Giro y Tour, con cierta libertad llegado el momento. Las vueltas de una semana serán un objetivo realista donde podrán confirmar los pasos dados hasta el momento y desarrollar su posición dentro del equipo de cara al futuro.
Por otro lado, Unzué hacía mención al objetivo de una grande para darse así mismo un abanico de comodines. Un salvavidas que se descontará entre el Giro y la Vuelta, que es, a priori, la más factible de las tres sobre el papel. Y para ello ha señalado a sus dos bazas para llevar la misión a cabo. Pero el caballo de batalla principal que se prevé es el futuro de Landa y Quintana, si bien el colombiano es junto a Valverde los buques insignia, la idea de fichar a Landa el año pasado, y colocarlo como líder desde un primer momento, desbarató la jerarquía y apenas surtió efecto en la competitividad con Nairo, pero su incorporación tiene calado de cara al Giro en 2019. La carretera debe determinar roles y la carretera «habla». Ninguno colmó lo que se esperaba de ellos y en el año que empieza no se cruzarán salvo en el Tour con Quintana como líder. Se abandona la idea de liderazgos compartidos pero surge la duda cuando dispones de una vacante a gran líder para grandes vueltas, con Carapaz y, sobre todo, Soler, empujando por detrás, estando por decidir quién de los dos estará dispuesto a ocupar el sillón de corredor franquicia hasta 2021. Es la presión disfrazada de oportunidad trasladada a los corredores, porque al director y a Movistar se le agotan los «lapsus».