Si el Tour de Francia supone el 65% de toda la exposición mediática de los equipos profesionales a lo largo de la temporada, siendo la principal herramienta de marketing del mundo del ciclismo, no debemos obviar las repercusiones que su retraso hasta septiembre puede provocar.
Si hablamos en términos de pérdida de poder económico de los sponsors del ciclismo, un ejemplo de ello es la situación límite de la firma de zapatería polaca que auspicia al WorldTour CCC- es claramente el caso más alarmante pero no el único, como son las propios fabricantes de bicicletas que sustenta equipos completos-, nos damos cuenta ahora que la fecha de reinicio de la temporada coincide con el inicio del mercado de fichajes, y lo que eso conlleva.
Dudas e incertidumbre en el pelotón profesional
En tiempos en los que estos equipos, masculinos y femeninos, se acogen a medidas de ajustes salariales (o en otros casos ERTE’s en los corredores españoles), se ha conocido el “boceto” de lo que podría ser la nueva temporada a partir de julio/agosto que solían ser el de las renovaciones para unos y la búsqueda de nuevos horizontes para otros en 2021.
Con Tour-Giro-Vuelta repartidos entre septiembre-octubre-noviembre y el futuro de muchos profesionales todavía en el aire para el año que viene surge un nuevo problema: quién garantiza los contratos completos de aquellos que no tendrán sitio para la próxima temporada. No está demás indicar la postura iniciada por los representantes sindicales de los corredores por presionar, junto a la UCI, a los organizadores aumentar en 2 equipos más las invitaciones a sus carreras, e incluso velar por el futuro de los más vulnerables: los equipos modestos.
En ello ya está trabajando el sindicato Europeo de corredores, con Gianni Bugno a la cabeza, para corregir esta situación a la vez que ya existen casos de denuncias de corredores que se están viendo obligados a reducir sus emolumentos sin garantías de cumplimiento de sus contratos, ni futuro garantizado, y que posiblemente no podrán correr el resto de la temporada, no solo porque el número total de carreras y el espacio de elegibles para las mismas en los equipos sea menor, sino porque nadie estará interesado en ponerles un dorsal si eso significa un gasto de más.
Los contratos en riesgo
Si miramos la gráfica y la comparamos con la lista completa de los corredores que están sin contrato en 2021, nos damos cuenta que, por ejemplo, el CCC tiene ocupado para ese 2021 año tan solo el 37%. El riesgo, por tanto, de cerrojazo es altamente probable si la coyuntura económica que se avecina se mantiene a la baja, liquidando tan solo a ese porcentaje mínimo al final de la temporada y soltando un plantel de corredores en el mes de noviembre sin capacidad de reacción, en algunos casos.
Paradójico también es la situación de los recién llegados a la primera división en 2019 como es la Israel Start-Up Nation o el NTT -antes Dimension Data y Qhubeka- de Bjarne Riis. Con dinero fresco en la caja pueden verse favorecidos ante el escenario que se cierne en dicho mercado, un gran caladero de corredores prácticamente a precio de saldo en una oferta masificada. En cualquier modo son datos orientativos que demuestran, una vez más, que los equipos más fuertes disponen de recursos para blindar contractualmente a sus corredores, ahora con contratos “más caros”, y el resto vive con la esperanza de que su sponsor sobreviva o avise con tiempo para actuar. En cualquier modo, el ciclismo sigue siendo un ejercicio de resistencia incluso en los despachos.