De todas las victorias logradas por los ciclistas españolas en la semana pasada, sin duda me quedo con la de David Lozano, el ciclista del Novo Nordisk, que estrenaba su palmarés como profesional en la séptima etapa del Tour of Rwanda, en el ya conocido como Muro de Kigali. «Ya soy como Van der Poel», bromea el catalán, que marcó una etapa en sus años sub23 en los que se impuso en cuatro Campeonatos de España de ciclocross y en tres de BTT, antes de que se le manifestara la diabetes y se orientase hacia la carretera con ese equipo ejemplar que es el Novo Nordisk.
«En 2012, en el primer año en el equipo y cuando la carrera se hacía en noviembre me propusieron correrla, pero no me seducía nada y lo descarte. Pero en esta ocasión fue distinto. En cuanto me lo dijeron, me hizo mucha ilusión y me puse a prepararme con una concentración en altura en Andorra para aclimatarme a la altitud de Ruanda. Y desde el primer día busqué la victoria, lo cual comenzó a jugar en mi contra, ya que comencé a ser la rueda más vigilada, y no me dejaban moverme. Ya iban siendo demasiados disparos al palo, pero en Kigali tuve mi oportunidad y allí era una cuestión de mis fuerzas contra las de los demás. Ataqué a tres kilómetros y ese día me salió todo de cara», nos cuenta Lozano es una escala en Estambul de regreso a casa. Una victoria que no es sólo la primera española lograda en aquella prueba, sino la primera del Novo Nordisk desde 2015.
“It feels amazing to know that I’ve left an impact on people with #diabetes in Rwanda."
🎥@david_lozanomtb breaks down the final stage of @Tour_du_Rwanda. 🇷🇼#TdRwanda pic.twitter.com/BJQGBhtkNt
— Team Novo Nordisk (@teamnovonordisk) August 12, 2018
Evidentemente ese sabor de la victoria será el que más pese en el recuerdo de Lozano según pasan los días, pero la experiencia ha sido muy gratificante en todos los sentidos. «Vas con una idea muy equivocada. Piensas que puede ser un país como Marruecos y no tiene nada que ver. Me sorprendió la cultura, como tratan cosas, el respeto que te tienen. Quizá la gente mayor, la que ha vivido el genocidio, sea un poco más reacia. Pero dejabas la bicicleta, con los bidones, con el SRM y cuando volvías nadie había tocado nada. Y otro detalle es que no hacían falta vallas. La gente se agolpaba en cualquier carretera, pero como si hubiera una línea invisible, no pasaban de ella. Está claro que no tienen los recursos que tenemos en Europa, pero te llevas el ejemplo de que viven con lo poco que tienen y son felices, mientras que nosotros siempre estamos pensando en tener algo más».
Deportivamente, «la carrera tiene un nivel que no te esperas. Los ruandeses son muy profesionales, súper responsables, y cuentan cada vez con más medios. Por ejemplo, una noche dormimos en el Centro Ciclista de Musanze, y las instalaciones son impresionantes. Además están muy bien valorados, son un ejemplo de superación y de orgullo para un país que ha sufrido mucho, Y el ganador de este año, Samuel Mugisha, una figura nacional».
«Un equipo de enfermos»
Esa consideración también la han vivido Lozano y sus compañeros, con una triste excepción. «En una emisora local, uno de los primeros días, dijeron que cómo podía estar corriendo un equipo de enfermos. Porque la diabetes es todavía un estigma en muchas partes de África. Nuestro jefe nos contaba el caso de un amigo suyo, de Tanzania, que había sido expulsado de su familia cuando se descubrió que era diabético. En este sentido, hay todavía mucho por hacer y mi victoria fue la mejor forma de responderles».
En cuanto a los aspectos logísticos, «me sorprendió la comida, así como los hoteles, pero sobre todo las carreteras, en perfecto estado. He corrido y entrenado en rutas en peores condiciones, por baches o por el mal asfalto, en España, Francia o Italia». Y desde luego habla con conocimiento de causa, ya que Lozano ha estado en países como República Dominicana, Kazakstán o China. Y también se queda «con el apoyo del público. Es increíble como se agolpan en las carreteras y como animan, gritando. Nunca me había sentido tan pequeño. Da incluso miedo», reconoce, haciendo una comparación con la Milán-San Remo, que también ha tenido la oportunidad de correr. «No tiene nada que ver». Incluso la climatología ha jugado a su favor, con temperaturas de 30 grados, inferiores a las que podemos tener en muchas partes de España en estos momentos.
Por ello, cuando le preguntamos si va a volver el año próximo, pensamos que la respuesta es un rotundo sí, aunque nos precisa que «van a adelantar la prueba a febrero, buscando tener más proyección internacional. Y tampoco tienen mucho donde elegir, ya que en otros meses o hay muchos mosquitos, o es la época de lluvias. La carrera sube a clase 2.1 y ya he oído que Direct Energie o Cofidis van a estar presente. Pero ello me supone tener que prepararme un mes antes en altura y claro, en enero es imposible hacerlo en Andorra. Quizá tenga que irme a Tenerife, pero está claro que me gustaría repetir si puedo llegar en las mismas condiciones que este año».
Ruanda, preparada para el Mundial
En cuanto al envite lanzado por la UCI a las naciones africanas para acoger un Mundial de carretera a corto plazo, Lozano piensa que «Ruanda está completamente preparada. Si no hay problemas en seguridad y en logística, lo único que queda es el tema económico y no creo que vayan a ser tan exigentes como con otros países». De hecho, el presidente de la UCI, David Lappartient, estuvo en la presentación de equipos. La ronda ruandesa tampoco tiene problemas económicos con ese apoyo de Skol, que se manifiesta en carrera y fuera de ella -miles de aficionados vestidos con camisetas de esta cervecera, otrora bien conocida en España. «Deben patrocinar hasta a los periodistas», añade irónicamente el ciclista de Terrassa.
Aún recuerdo la conversación que tuvimos antes del Campeonato de España de ciclocross 2012, en Gandía, cuando me contó que le habían descubierto la diabetes unas semanas antes, cuando iba a correr Igorre con la selección. «Me acuerdo como si fuese ayer. Me ingresaron en el hospital, sin teléfono y la gente se preguntaba donde estaba. Llegaron a decir que me había ido porque no quería correr con la selección. Fue un palo terrible. Pero conocí a Megías -compañero muchos años en Novo Nordisk- y fue él quien me ayudó en esta nueva etapa». Y de hecho cuando le preguntan que cómo es su vida, «casi tengo que parar a pensarlo para contestar, porque es algo mecánico. Eso sí tienes que escuchar a tu cuerpo, para saber como reacciona con el ejercicio, pero sobre todo con la comida. Y como lo contrarrestas con insulina».
Quizá el cambio más importante fue pasar del ciclocross y el BTT, donde era una de las grandes promesas nacionales, a la carretera. «Los entrenos no tienen nada que ver, pero ya son muchos años de rutero. Sé que ahora mismo no puedo hacer mountain bike, porque la preparación es distinta, y salvo que seas un animal como Van der Poel, imposible; correría con menos chispa que un mechero. Pero si me gustaría hacer este año algo más de ciclocross. Es la disciplina más espectacular, aunque el ciclismo de carretera es único. es donde más aficionados hay. Todos estos días me han llovido cantidad de mensajes, por lo que no me puedo ni imaginar como tiene que ser la vida de Valverde o Contador».
Su vida también ha cambiado en muchos sentidos, ya que se ha convertido en un referente para muchos chavales. «Incluso para muchas madres, que se me acercan, porque a los hijos les da vergüenza, preguntándome qué pueden hacer. Dicen que soy un ídolo para ellos y lo único que puedo es darle consejo, que se animen a hacer deporte porque no va a ser malo para la diabetes. Al contrario. Otra cosa distinta es ser profesional. Hace un tiempo tuvimos en el equipo filial a otro chaval español, pero no se adaptó». Y es que, no los olvidemos, las exigencias de correr en un equipo profesional y encima radicado en el extranjero son muy altas. Y quizá ello marque más que la propia diabetes.
Con 30 años que le caerán en diciembre, Lozano aún tiene mucha cuerda por delante, a pesar de esa descripción en su perfil de Twitter, que puede llevarnos a engaño: «Futuro vividor…y cada vez mas cerca de serlo». «Firmo año a año, aunque tendría oportunidad de hacerlo por periodos más largos. De momento disfruto con la bicicleta y mi intención es seguir así. Pero el día que tenga algún problema para compatibilizarlo con la familia, o que ya no tenga alicientes lo dejo». Afortunadamente, no es algo que se vislumbre a corto plazo. Y como bien se sabe en ciclismo, aunque no tenga por qué ser verdad, la primera victoria es la que más cuesta