“Discusiones en la cuneta”: España y las clásicas

Público

El público ciclista se agolpa en las cunetas para aplaudir a los corredores

El objetivo de toda discusión no debe de ser el triunfo, sino el progreso

Joseph Joubert (1754-1824) Ensayista y moralista francés

Con esa premisa en mente: progresar. Así nace esta nueva sección que hemos llamado “Discusiones en la cuneta”. La intención es la de traer a Ciclo 21 esas conversaciones que tienen los aficionados en la cuneta de cualquier carretera mientras esperan el paso de los corredores. Los aficionados al ciclismo somos pasionales hasta el punto de la cabezonería, pero, a la vez, sabemos escuchar a aquellos que no opinan igual, aunque no sea fácil llegar a un acuerdo. Las diferencias siempre se olvidan cuando pasan los ciclistas y toca aplaudir. Es en ese momento cuando nace la comunión máxima de este deporte: todos aplaudimos por igual al primero que al último, reconociendo su esfuerzo y su entrega. Luego, pasado el coche escoba, seguimos a lo nuestro. Hoy, como decimos, inauguramos nuestra sección ‘Discusiones en la cuneta’. Una cuneta en la que nos hemos encontrado a nuestro lector Nacho Silver y con el que hemos charlado sobre el ciclismo español y su relación con las clásicas. Una conversación animada para amortiguar el frío de estas carreteras belgas hasta que pasen los corredores del Circuito Het Nieuwsblad (OHN). Si algún lector de Ciclo21 quiere proponer algún tema y charlar sobre él, puede hacerlo usando cualquiera de nuestras redes sociales.

El ciclismo español y las clásicas

Nicolás Van LooyNacho Silver / Ciclo21

Uno podría decir que el ciclismo español ha perdido fuelle en las clásicas adoquinadas flamencas. Que ya no tiene la relevancia que tenía hace pocos años, cuando Juan Antonio Flecha se metía en la pelea por casi cada carrera entre febrero y abril e incluso nos hizo soñar con un triunfo en la París-Roubaix. Pero, admitámoslo, eso fue un espejismo. Una individualidad que no definió nunca al ciclismo español, que vivió esa época tan de espaldas a los adoquines como lo hizo antes de Flecha y lo hace ahora.

Dices, Nacho, que el ciclismo español no se merece ser considerado el mejor del mundo por la UCI cuando es absolutamente intrascendente en estas carreras en las que, por ejemplo, sólo tendrá a Vicente Reynés como representante en el OHN. Que no sólo de grandes vueltas vive el hombre. Y, en parte, tienes razón, compañero de cuneta. Pero, quizá debido a que este frío belga que estamos pasando te haya pasado factura, olvidas, Nacho, que hubo una época en la que, simplemente, el ciclismo español era el gran ausente de las clásicas en general. No de las adoquinadas. De todas. No existían los adoquines. No había Ardenas. Un poco, claro, sabíamos de la Clásica de San Sebastián. Y, de las dificultades para completar una lista decente de cara al Mundial… de eso mejor ni hablamos.

Por fortuna nos llegó un regalo del cielo que se llamaba Óscar Freire. Una vez, querido Nacho, oí la siguiente frase: “en la historia del mundo no sucedió nada destacable desde el nacimiento de Jesucristo hasta la creación de los Beatles” y, sin salirme del tema, te invito a pensar sobre los cambios sociales que coincidieron con ambos. En el ciclismo de clásicas español no pasó nada destacable desde Poblet hasta Freire. Para mí, lo mejor que nos ha dejado el cántabro no son sus victorias, no. Lo más grande que hizo Freire fue abrir una nueva frontera. Un camino que siguió Flecha tomando el sendero de los adoquines, pero que otros tomaron cogiendo la senda de las Ardenas. Ahí tenemos a ‘Purito’, a Valverde, a Dani Moreno, a Iban Mayo, a David Etxebarría (primer podio español en La Doyenne en el año 2000) y alguno más. Cierto es, como dices, que en los 80 y los 90 la cosa era paupérrima, pero la cuestión es que hemos evolucionado. Hemos mejorado. Y de lo que hablamos es de la actualidad. Del ahora.

Quiero decir, Nacho, que el ciclismo español brilla, y mucho, en todo tipo de carreras. En todo tipo de ciclismos. Es protagonista y aporta ganadores en, no lo olvidemos, tres de los cinco Monumentos. Nos faltan Flandes y Roubaix, sí… pero ¿qué otro país puede presumir de tener opciones en Monumentos y Grandes Vueltas? Pues, a bote pronto, sólo me viene a la cabeza Italia. Y sí, tienes razón en que el panorama no pinta bien si nos olvidamos de Contador, Purito y Valverde. Pero… tampoco parecía haber nada después de Indurain y desde su retirada (incluidos los siete años borrados), se han disputado 18 ediciones del Tour. Es decir, 54 plazas de podio. De ellas, España obtuvo 12 (incluidas cuatro victorias). ¡Casi un 25%! Quiero decir con esto que en ocasiones, el reinado de uno o varios fuera de series impide, de alguna manera, la evolución de otros que se destapan ante la ausencia de los dominantes. Y yo, qué quieres que te diga, soy optimista por naturaleza, aunque digan aquello de que el optimista es un pesimista mal informado.

Porque, aunque me duela, en Bélgica siguen (seguimos) viviendo de las rentas de un tal Merckx (que la cantinela de que tenemos al mejor corredor que jamás se ha subido a una bicicleta es como la de las seis Copas de Europa del Madrid antes del gol de Mijatovic en Amsterdam en 1998… ¡ya cansa!). Yo peino canas y no llegué a verle competir. Brillan en las clásicas adoquinadas como los que más, pero poco más. Es su fiesta grande y alguno podría decir que se han resignado a programar ciclistas desde las categorías inferiores con la intención de no perder este último bastión que les queda. Las grandes vueltas son algo que, de alguna manera, tienen olvidado: mira cómo el Etixx-Quick Step se ha olvidado de buscar en su cantera y se ha ido hasta Colombia para traerse a un potencial vencedor. Eso de que Van den Broeck puede aspirar a ganar un Tour… creo que no se lo creen ya ni sus más entusiastas seguidores.

España e Italia son las únicas naciones que brillan con luz propia en esos dos mundos tan distintos que son las clásicas y las grandes vueltas. Y, por último, añadiré que me gustaría saber qué podría hacer el ciclismo español si existiese la posibilidad de entrenar a chavales desde alevines en terrenos como los de Flandes. Aquí no existen ese tipo de carreteras con colinas y adoquinadas. Los adoquines españoles, no nos engañemos, son a los de Flandes y Roubaix lo que el césped del Bernabéu a la tierra del campo de fútbol de mi barrio. El españolito que quiera brillar allí tiene que esperar a pasar a profesionales para poder comenzar a conocer el terreno. Evidentemente, sacar a un Flecha de este caldo de cultivo es, siendo optimistas, complicado. Y sí, Suiza ha sacado a un fuera de serie, pero creo que se debe más a sus cualidades que a lo que se le enseñó y me niego a pensar que en España no pueda surgir un monstruo así. Eso sí… ¿uno cada cuantos años?

En resumen, creo que España si se merece ser considerado el mejor país ciclista del mundo en la actualidad. Otra cosa distinta, amigo, es si me gusta que entre los corredores que vamos a ver pasar por aquí dentro de un rato sólo vayamos a ver a Reynés como español. A eso, como puedes imaginar, te contesto que no. No me gusta.

Nicolás Van Looy

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La presencia únicamente de Vicente Reynés en la salida del Het Nieuwsblad de mañana supone un golpe de realidad para todas aquellas personas que insisten en que el ciclismo español es el mejor del mundo, y es que más allá de las clasificaciones del World Tour y a pesar de los ‘Contadores’ o ‘Valverdes’, también está el respeto a la tradición y la historia de este deporte. Y donde más se encuentra reflejada su esencia es en las clásicas.

La presencia de Flecha en estas pruebas como bien dices, era un espejismo. Puso más corazón y ganas que posibilidades reales de optar a la victoria. Más, estando por ahí danzando dos monstruos como Tom Boonen y Fabian Cancellara. Aún así logró ganar una vez en el Het Nieuwsblad y subió al podo en Flandes y Roubaix. Después alguna esporádica aparición de Jesús del Nero en Flandes o Egoitz García en la Het Nieuwsblad y prácticamente nada más.

Sobre las apariciones españolas en las Ardenas, si tomamos como referencia la prueba que marca la temporada, la Lieja en la década de los 80, tenemos que esperar hasta el año 89 donde el Reynolds se toma con una cierta seriedad la carrera y coloca a Pedro Delgado cuarto y a Miguel Indurain también bastante delante. En la Amstel Gold Race es la nada mas absoluta y en la Flecha Valona, en el 86, de nuevo ‘Perico’ es quien cierra el grupo de 19 corredores que se jugó la victoria aunque una vez descolgado se desentendió de la carrera y entró cinco minutos después de que lo hiciera Fignon. En el 89 es Miguel Indurain quien le da presencia a la estructura navarra en los puestos de honor de la clásica Valona al acabar séptimo.

En los 90 la presencia española en las Ardenas es bastante más que palpable, con ediciones donde hasta son bastante protagonistas, como en el 91, donde los españoles son junto con los belgas, que meten a cuatro corredores, los únicos que meten más de un corredor en el Top 10 con Indurain y Lejarreta. En el 93, corredores sin tanto pedigrí como Iñaki Gastón y Jon Unzaga logran meterse en el segundo grupo, haciendo ambos Top 20.

De ahí hay que esperar hasta el año 96 con la aparición de Abraham Olano, quie realiza una carrera notable, encima vestido con el maillot arcoíris. Pero durante los mejores años del reinado de Indurain no hay que olvidar que el ciclismo patrio era tras la sombra del navarro la nada más absoluta. El ciclismo español en aquellos años 94 y 95 prácticamente vivía de los triunfos a comienzos de temporada de Paco Cabello y poco más. Es que si nos ceñimos por ejemplo a la temporada 94, salvo el Tour de Indurain, triunfos importantes del ciclismo español solo se me ocurren la victoria de etapa en Ávila de Marino Alonso en la Vuelta a España y el triunfo de etapa de Agustín Sagasti en la Vuelta al País Vasco y donde la aparición de Mikel Zarrabeitia daba un poco de aire fresco a un ciclismo nacional que dependía en exceso de la figura Miguel Indurain, que tapaba un panorama muy gris del ciclismo español.

En el 97 aunque sin españoles en los puestos delanteros, una estructura española como era la ONCE tuvo un papel muy protagonista en la carrera, siendo el principal rival de un impresionante Michele Bartoli, al igual que en el 98.

Volviendo a las otras dos pruebas de las Ardenas, en la Amstel en los 90, pasamos de la nada más absoluta a apariciones esporádicas de Indurain, Marcos Serrano o Abraham Olano.

En la Flecha Valona, Indurain disputa el triunfo en el 90 a Moreno Argentin y sube al podio tras la descalificación de Theunisse. Al año siguiente Marino Lejarreta e Iñaki Gastón están en el Top 10. En el 92, Pedro Delgado finaliza quinto, en el 93 González Arrieta noveno, Chava Jiménez y Rafa Diaz Justo también tienen en la Flecha Valona alguna participación destacada entrando en el Top 20 y en el 99 hay cuatro españoles (Mancebo, Álvaro González, y los hermanos Osa) en el Top 20, tres de ellos del equipo Banesto.

No son resultados para ir alardeando pero cuando el nivel medio del ciclismo español era bueno había uno o varios ciclistas españoles, si bien no disputando el triunfo, sí en grupos bastante delanteros y los años donde no hay una participación española destacada coincide con años donde el nivel del ciclismo español es muy gris.

Discrepo en que Freire abrió una nueva frontera. Freire era tan bueno que podía ganar donde quisiera y cuando quisiera, pero su trayectoria en los adoquines es bastante intermitente. Sólo recuerdo una buena participación en Flandes y fue ya en la parte final de su carrera, corriendo con Katusha, donde rozó el Top 10 y su victoria en la Gante-Wevelgem.

Sobre el protagonismo español en las Ardenas, más que por interés real por estas clásicas, lo achaco más bien a un mayor protagonismo de los vueltómanos en estas carreras, que hacen que vayan mucho mas controladas y todo se juega en su tramo final, algo que favorece mucho a la forma de correr de los ciclistas españoles. Lejos quedan aquellas ediciones de la Lieja donde La Redoute marcaba la primera gran selección y de ahí a meta era una pelea a cara de perro entre los capos. Las ediciones de la Amstel donde la carrera no se jugaba en el Cauberg entre un grupo numeroso o se llegaba a Maastricht con la carrera bastante seleccionada a pesar de ser, de las tres grandes carreras de las Ardenas, la que más favorecía a los hombres rápidos. O aquellas ediciones de la Flecha Valona donde la última ascensión a Huy suponía un último esfuerzo agónico entre un grupito de elegidos para disputar el triunfo y no un uphill finish entre un primer pelotón.

El brillo del ciclismo español, por desgracia, es por los últimos coletazos de tres genios como son Valverde, Purito y Contador, ya más próximos de la retirada que de otra cosa. El madrileño ya ha anunciado su fecha de caducidad y la presencia del ciclismo español en escenarios tan diversos es gracias en gran medida a la polivalencia de un corredor único como es Alejandro Valverde. Tras estos tres corredores, las posibilidades de brillar en cualquier escenario ya va a resultar complicado, pero no imposible. En un futuro a medio-largo plazo, tengo ganas de ver en estas carreras a Carlos Barbero y Miguel Ángel Benito.

Sobre el ciclismo belga, salvo en las grandes vueltas, y de forma relativa, les he visto siempre con ciclistas con posibilidad de brillar en prácticamente cualquier carrera. Pesa mucho el legado de Eddy Merckx pero los belgas no han estado exentos de brillantes ciclistas en todos los terrenos. Los franceses siguen buscando a un sucesor de Hinault y aquí en España la etiqueta de Indurain ha condicionado la carrera de más de un gran ciclista. Basta recordar lo injustamente valorado que ha estado siempre Abraham Olano.

Los belgas tienen en el adoquín a Boonen y Vanmarcke; en un futuro espero muchísimo de Guillame Van Keirsbluck; en las Ardenas Gilbert es una de las ruedas a seguir; en las llegadas masivas, sin ser un sprinter puntero, está Meersman y en las vueltas por etapas están Jurgen Van den Broeck. Thomas De Gendt no hace mucho protagonizó una de las mayores gestas de los últimos años camino del Stelvio que le llevó al podio del Giro 2012. Jelle Vanendert en forma y motivado poco tiene que envidiar subiendo a otros escaladores de más fama. Maxim Monfort, sin ser un corredor top, suele realizar unas clasificaciones generales bastante buenas.

El ciclismo belga tiene variedad y calidad para brillar en todos los terrenos pero sí es cierto que les falta un posible ganador de Grandes Vueltas, pero no están exentos de ciclistas que puedan tener destacadas actuaciones en esos escenarios. Sobre lo del Eltix Quick Step, es lógico que tiren definitivamente hacia las clásicas. Todos sus intentos de sacar corredores para brillar en ese terreno les ha resultado un fiasco total hasta la aparición de Rigoberto Urán, lo han intentado con Pecharromán, Rujano, Juanmi Mercado y con corredores belgas como Kevin Seldrayers, Jurgen Van Goolen o Thomas De Gendt.

Sobre la formación de los ciclistas de la base española en carreras adoquinadas, más que falta de formación, es falta de interés de los equipos profesionales en corredores de la base que no sean completos y con posibilidad de brillar en las vueltas por etapas. Se me viene a la cabeza el caso del albaceteño Esteban Parra, uno de los mejores sprinters de su generación y que probó suerte en Bélgica logrando ganar carreras ahí e incluso corrió el Tour de Flandes Espoirs y se quedó sin pasar a profesionales. Diego Millan es otro corredor, que aunque sí que dio el salto, es otro caso sangrante de cómo le han ignorado los equipos españoles más importantes cuando tiene unas condiciones para haber dado mucho juego en carreras de un día. Carreras españolas en Élite sub23 con tramos adoquinados, las hay. En la Comunidad Valenciana, la desaparecida Vuelta a Alicante, en la típica etapa que recorría la Vega Baja alicantina, metía el tramo adoquinado de Hurchillo, tramo bastante largo. De acuerdo que no es la panacea pero algo es algo. Cancellara tampoco pisó el adoquín hasta que fue profesional o Thor Hushvod hasta que fue Sub23 y este ganó la París-Roubaix Espoirs. Es más una cuestión de interés en querer destacar en este terreno que otra cosa. El caso de Flecha es el mejor ejemplo, salido del Alcosto Level, da el salto a Relax y hasta que no llega a Banesto ni siquiera ha pisado el adoquín y ya llevaba unos 3 ó años de profesional.

Creo que para ser considerado el mejor ciclismo del mundo en la actualidad hay que ofrecer bastante más que tres grandes individualidades y unos últimos coletazos de otro magnifico corredor como es Samuel Sánchez. La explosión de Juanjo Lobato es un soplo de aire fresco y en un terreno que sí que puede recordar en muchas cosas a Óscar Freire. Más allá de eso sólo cabe esperar a ver cómo rendirán en el profesionalismo jóvenes como Rubén Fernández, Carlos Barbero, Antonio Molina, Miguel Ángel Benito, David de la Cruz o Carlos Verona. Algunos ya han logrado levantar los brazos en el profesionalismo, otros aún están en sus primeros pasos y otros, como es el caso de Verona, ya empiezan a asomar en los grandes escenarios.

El ciclismo español también puede presumir de tener al mejor equipo del mundo según la UCI, pero carece de un bloque que se dedique a las clásicas, algo que tiene por ejemplo los dos equipos que mas fuerte han apostado por las grandes vueltas como son Sky y Saxo-Tinkoff. Esa división en dos bloques bien diferenciados la encontramos en la práctica totalidad de equipos del World Tour. Si hablamos de las posibilidades de los equipos españoles fuera del World Tour… mejor ni hablamos. El mejor ciclismo del mundo no puede ser considerado como tal si aparte de la poca presencia española en carreras como la que comenzaba centrando este debate, se le une un exiguo calendario y continuas dificultades para los llamados equipos de formación. Y es que el calendario para equipos como el Burgos BH o el Murias Taldea es tan exiguo que les obliga a buscarse las habichuelas fuera en un calendario que al patrocinador, no le despierta ningún interés ni beneficio.

Nacho Silver

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