El ciclismo no es ni de lejos el deporte con más dopaje del mundo
Dopaje, decir esta palabra en ciclismo despierta conciencias, pone en alerta, genera cabreo.
Es una palabra tabú, pero es una realidad, como otras muchas podedumbres en la vida.
Cada vez que este mal anillado cuaderno la escribe en algún sitio, los reproches surgen, “dejad de azuzar el árbol” nos repiten.
Y no es que nos guste provocar, o tocar los cojones, simple y llanamente, lo que pasa es que no hablar de él, no lamentarlo, sería pintar el cuadro incompleto.
Sin embargo hay percepciones que nos tienen engañados.
Cada vez que surge la palabra ciclista, la chanza, el chascarrillo va por el camino de la trampa.
Hay una sensación generalizada en la sociedad de que el dopaje campa a sus anchas por este deporte.
Y se justifica en su dureza, en titulares gruesos y desproporcionados.
Sin embargo no se asienta en la realidad estadística que envuelve al ciclismo.
Una realidad que nos explican en Cycling Weekly donde concluyen que…
“Admitimos que los aficionados al ciclismo estarán contentos viendo su deporte situado tan abajo en un ranking de casos de dopaje y corrupción, lejos de los deportes americanos, pero también del fútbol y el rugby”
El artículo se basa en un estudio que ha presentado el movimiento por ciclismo creíble, el mismo que ha puesto el Burgos BH en la cuerda floja.
El ciclismo no tiene más casos de dopaje y mamoneo de resultados que el fútbol por ejemplo, algo que hará muchas gracias a a algunos que sitúan en la pelotita el origen de todos los males.
Lo cierto es que es lo de siempre, lo que una vez escribieron en este mal anillado cuaderno, “el ciclismo tiene la mejor salud pero la peor imagen de siempre“.
Cierto, claro y meridiano.
El panorama es mejorable como en todo, pero es mejor que en otros que la gente percibe más puro.
¿Qué está haciendo mal el ciclismo?
Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor.