El pasado agosto se rompió el isquión durante la Volta Ciclista València pero ya está totalmente recuperada. La vasca de Balmaseda (Bizkaia) Eider Merino, 23 años cumplidos el pasado 2 de agosto, peso mosca del ciclismo (40 kilos), afronta una etapa nueva e ilusionante tras su fichaje por el Movistar femenino, que cuenta ya con 10 ciclistas. La entrevista con la aún corredora del Lointek se realizó el miércoles por la tarde. Tras la vencedora Sheyla Gutiérrez, acaba 2017 como segunda mejor ciclista española del año en el TOP Ciclo 21.
Juan Pérez Ortiz / Ciclo 21
-¿Has entrenado hoy?
-Hoy diluviaba y no, pero si no llueve mucho sí salgo a entrenar. Estamos haciendo un poco de todo ya, aunque sin salidas muy largas, lo típico de pretemporada. Como no voy a hacer ciclocross vamos poco a poco.
-¿Cómo es entrenar es el País Vasco?
-Pues siempre pendiente de la aplicación del tiempo; entro más aquí que al whatshapp. En función de las previsiones adaptamos los entrenamientos. El invierno pasado fue bastante suave, pero este viene húmedo. Vamos adaptando la rutina, pero evidentemente entrenamos con lluvia si no es que diluvia. Luego está el rodillo, nuestro mejor aliado aunque lo detestemos de tanto utilizarlo.
-¿Algún cambio sustancial con respecto a otras temporadas?
-He cambiado de entrenador pero al final la planificación es prácticamente la misma. Lo que sí cambia este próximo año son las condiciones de viajes, los materiales, las oportunidades de ir a carreras, etc… Siendo Movistar vamos a tener un calendario más amplio aunque dependamos de las invitaciones al no ser World Tour. Las puertas van a estar más abiertas.
-¿Estás entusiasmada con esta nueva etapa?
-Estaría loca si no estuviera contenta. Aún no lo he asimilado del todo. Es un gran cambio y una gran oportunidad la que nos han dado. Ahora toca dar el callo en la carretera y demostrar que no se han equivocado con este proyecto.
-Hace poco dijiste que ahora puedes vivir de la bicicleta…
-Bueno, sigo viviendo con mis padres pero ya no tengo que tirar de ahorros para aspectos relacionados con el entrenamiento, la ropa y estas cosas. Ahora lo tenemos todo cubierto, pero está claro que los sueldos no son los de los chicos. Lo que principalmente cambian son los recursos. Si me tengo que ir a entrenar a Benidorm, ahora lo tengo todo cubierto.
-¿Cómo ves el ciclismo femenino en España?
-Como el resto de deportes, un paso por detrás de los hombres. También es cierto que se percibe un cambio, mayor implicación de los pueblos, más gente en las carreras… La gente se está dando cuenta de que también corremos, aunque un poco más despacio, claro. Pero yo siempre he dicho que el ciclismo femenino me parece más divertido; es más parecido a las carreras de juveniles, sin tanto control. Son carreras más locas, un espectáculo.
-¿Envidia sana de algún país?
– Sí sí, Holanda y Bélgica es otro mundo. El otro día vimos cómo una ciclista belga colgaba una foto de su madre en las redes sociales que había ganado una carrera. Esto es impensable en España. Nuestras madres, a esas edades, no van en bici. Allí el ciclismo es como aquí el fútbol.
-¿Cómo has compaginado la carrera de Químicas con el ciclismo?
-No le deseo a nadie la vida que pasé. Me empeñé en terminar la carrera en cuatro años en vez de tomármelo con más calma. Como en Bachiller la asignatura me parecía fácil creí que sería igual…¡Y no! Muchas lloreras y malos ratos, pero soy muy burra y quería sacármela en cuatro años para luego centrarme en la bici. No tenía vida: entrenar, estudiar y dormir muy poco.
–En una entrevista de Fernando Ferrari el pasado febrero dijiste que eras débil de cabeza…
-Bueno, soy muy burra y fuerte en la bici, pero luego me vengo abajo ante cualquier contratiempo. Por ejemplo, cuando me lesioné en verano. Siempre animo a los demás pero cuando se trata de mí es otra cosa…Encima de la bici es otra cosa. Ahí me transformo.
-¿Un día especialmente duro en la bici?
-Uf, en la última BeNe Ladies. Es una carrera totalmente llana y nos cogió un día ventoso. A mí me asusta mucho el viento porque peso poco y las pasé canutas. Iba a cola de pelotón y me iba comiendo los látigos como podía hasta que me quedé cortada entre un grupo y otro. Luego volví a entrar en una pequeña cuesta y me fui para adelante pero a falta de una vuelta comenzó a llover y me volví a descolgar. Iba muerta de frío, sin nadie por detrás ni por delante, deseando que aquello acabara. Al final, a falta de 10 kilómetros me cogió un grupo y entré con ellas. Un horror.
-¿Y un día para recordar?
-Cuando quedé cuarta en la última etapa de la Emakumeen Bira este año. Atacar a Van Vleuten y descolgar a Katrin Garfoot…, aunque sepas que no están a tope pero es un bonito recuerdo.
-¿Quiénes han sido tus referentes?
-He vivido entre bicis desde pequeña. Mi padre siempre ha andado en bici pero mi abuelo no le dejaba competir en esa época. Pero la culpa de que vaya en bici es de la única de mi familia que no monta, mi madre. Llego un día que dijo: ‘¡Ya que la niña os acompaña a las carreras que también monte!’. Y así empecé a los seis años en las escuelas. Ídolos de tener el póster en la habitación nunca he tenido, pero siempre me han gustado los ciclistas combativos como Amets Txurruka. Igual no ganaba ninguna carrera pero era muy peleón. En chicas, pues Marianne Vos, una diosa.
-¿Balance de 2017?
-Un año bonito, aunque la lástima es que una carrera como la Ruta de Francia se suspendió. El cuarto puesto en la Bira, el tercero en la Durango-Durango… Quizá me ha faltado calendario internacional para rematar el año pero muy contenta.
-¿Expectativas en 2018?
-Dar un paso más. Mejorar en el llano que es donde menos me adapto por mis condiciones y tratar de estar con las mejores del pelotón internacional.
-¿Qué otros deportes sigues?
-Me gusta casi todo. Cuando hay Juegos Olímpicos igual me quedo viendo a un chino levantar una pesa [risas]. He jugado al baloncesto, me gusta el fútbol… Lo que no puedo es con el tenis, le he cogido manía de tanto tenis que ponen en Teledeporte. No puedo con él.