Porque los deportistas lo son desde que nacen hasta que mueren, Pablo Rodríguez (Avilés, 1979) no ha dejado de lado su deporte favorito. Pese a las grandes obligaciones laborales y familiares que tiene y a sus 34 años se ha convertido en el mejor ciclista urbano de España, merced a su cuarta posición en el Red Hook, campeonato internacional que valora los puestos obtenidos en las cuatro Festbike Criterium que se celebran cada año en Barcelona, Madrid, Milán y Nueva York.
Amante del ciclismo, Rodríguez estuvo cerca de convertirse en profesional, pero a los 22 años lo dejó al no verse «capacitado» para ello. «El ciclismo requiere mucho esfuerzo y yo no me vi con posibilidades de llegar a algo serio. Viéndolo con perspectiva creo que no me equivoqué. Sigo pensando igual que cuando tenía 22 años». El avilesino militó tres temporadas en el Ciudad de Oviedo y fue firmado por el equipo gallego Súper Froiz, uno de los más potentes de aquella época, con el que compitió hasta sub-23, corriendo por toda España y también por Portugal. «Gané algún campeonato de Asturias y recuerdo buenos puestos en alguna que otra carrera, pero con 22 años te planteas el futuro y yo veía muy difícil dar el salto a profesional, además de que es un deporte muy sacrificado. Tienes que vivir por y para ello».
Después de estar cinco años parado, a los 27 se volvió a subir encima de la bici para competir durante dos temporadas en cyclo-cross. «Entrené duro, pero la verdad es que era algo mucho más amateur, por matar el gusanillo».
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