El ‘continental’ Dion Beukeboom irá a por el récord de la hora

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Dion Beukeboom en una imagen reciente / © Photo News

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Desde que hace ya año y medio Sir Bradley Wiggins se encerrara en el velódromo de Londres para, literalmente, reventar la marca de su compatriota Alex Dowsett en el récord de la hora y romper no sólo la barrera de los 53 sino también la de los 54 kilómetros para dejar un esfuerzo de 54.526 metros, nadie se ha atrevido con una prueba que vivió una era dorada de nueve meses, los transcurridos entre los 51.115 metros de Jens Voigt (que dejó atrás la marca que Ondrej Sosenka estableció en 2005) y la actual plusmarca de Wiggo.

Uno de los grandes problemas de intentar batir el récord de la hora, si hablamos de hombres como el actual campeón del mundo de contrarreloj, Tom Dumoulin, es el sacrificio que en términos de calendario supone. Para un corredor en el mejor momento de su carrera, ir a por el récord de la hora supone, al menos, un parón competitivo de tres meses si contamos la fase preparatoria previa y la fase de recuperación posterior, lo que hace casi imposible compaginar ese objetivo con las grandes vueltas, que es donde se encuentra el verdadero rendimiento publicitario para los patrocinadores. Por ello, ni el holandés, pero tampoco hombres como Froome, Roglic, Kirienka o Castroviejo han mostrado interés en el reto más allá de un lacónico “habría que estudiarlo” o un nada comprometedor “sería bonito” cuando han sido interrogados por ello en alguna entrevista.

Sin embargo, la situación es muy distinta si pensamos en hombres más o menos desconocidos que sobreviven fuera del World Tour. Hay equipos cuyas plantillas, o al menos buena parte de ellas, podrían ser dignas de la máxima división del ciclismo, pero que por uno u otro motivo prefieren militar en la segunda división que, en ciclismo, se llama Continental Profesional. Ahí encontramos, por ejemplo, a Cofidis o Direct Energie, quizás los dos más claros ejemplos de lo que decimos.

Pero el protagonista de nuestra historia de hoy, el hombre que ha decidido marcarse el récord de la hora como su próximo gran objetivo, tampoco sale de ese segundo escalón del ciclismo. Sale, directamente, del totum revolutum de la categoría Continental. Se trata del desconocido Dion Beukeboom, corredor neerlandés de 28 años del Destil-Jo Piels que el año que viene militará en el Vlasman Track/Road.

Beukeboom, el elegido por la ciencia

El propio corredor holandés reconoce que él mismo tiene dudas sobre la magnitud del reto. “Yo también me he preguntado quién soy yo para medirme a Bradley Wiggins”, adelanta con modestia y reconoce que “no ha sido idea mía. Es un proyecto de un gran entendido como es Jim van den Berg, el hombre que hace dos años y medio dirigió el intento [fallido, N.d.A.] de Thomas Dekker”.

El punto de partida de Van den Berg y, por lo tanto, el motivo que ha convencido al corredor para aceptar el reto es que “los británicos pueden hacernos creer que Wiggins ha establecido una marca estratosférica, pero nosotros tenemos nuestra ventana de oportunidad en el hecho de que aquel récord no se estableció en altura” y, por lo tanto, considera que “en el aire de México, recorrer esa distancia requiere menos entrega de vatios”.

Con todo esto en mente, cuanta Beukeboom, “Jim hizo sus cálculos y los convirtió todos en una fórmula matemática. Ahí comenzó la búsqueda de un corredor con el motor adecuado, la aerodinámica adecuada, la experiencia adecuada en el velódromo… Es ahí donde sale mi nombre. Fue entonces cuando recibí una llamada telefónica: ¿Dion, qué te parecería intentar batir el récord de la hora? Lo primero que pensé es que no estaba bien de la cabeza, pero fuimos a comer juntos y me lo explicó todo con calma. Ahora, creo que puedo conseguirlo”.

Los planes de Van den Berg y Beukeboom están ya muy avanzados y, aunque todavía falta mucho, ya saben dónde y cuándo será ese intento. “Será en el velódromo de Aguascalientes de México en el mes de agosto del próximo año”. Un reto al que el propio corredor no tiene especial interés por enfrentarse. “No estoy impaciente por el reto en sí. Sí por el camino que me llevará hasta allí, pero no por el intento en sí mismo ya que va a ser algo increíblemente duro”.

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