Maurice Garin, el primer ganador del Tour de Francia, nos desvela una curiosa historia
El primer Tour, en su planteamiento inicial, no tuvo éxito por la falta de inscripciones, como si nadie se postulara a ser el ganador. O nadie se viera ganador del primer Tour.
Se tenía que celebrar en realidad en el mes de mayo. Los organizadores se vieron obligados a retrasar la competición un par de meses, dando más facilidades a los ciclistas para formular su participación y concediendo como atractivo, además, unas sustanciosas ventajas económicas. Se rebajaron incluso los derechos de inscripción de 20 a 10 francos, y, por otra parte, se aquilataron las dietas y premios de una manera más incentiva.
Se alinearon efectivamente en la línea de salida, emplazada en la misma París, 76 participantes, llegando a término tan sólo 21. La carrera finalizó a las afueras del suelo parisino, en la población Ville-d´Avray, dado que las autoridades no osaron a conceder el permiso correspondiente para que pudiera concluir en la misma capital francesa. Se cubrieron 2.428 kilómetros distribuidos en seis etapas, lo cual representaba una media por día del orden de 404 kilómetros, un dato ejemplar vivido en aquellos tiempos lejanos. De las seis etapas celebradas, aparte de vencer en la última jornada, fue ganador de la primera etapa, que concluía en Lyon, y en la quinta, con llegada a Nantes.
Maurie Garin, con sus 32 años y luciendo sus amplios bigotes engomados, alcanzó gran popularidad en la ronda gala, que se adjudicó con tres horas de ventaja sobre su compatriota René Pothier. Lo curioso del caso es que Garin, considerado francés más que otra cosa, había nacido en territorio italiano, y más concretamente en el Valle de Aosta, en un pequeño pueblo denominado Arviers, un diminuto conglomerado de casas, que no figuraba ni siquiera en los mapas regionales. Su familia pasó muchas penalidades para subsistir.
Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor