El día que Dumoulin nos recordó a Miguelón

Dumoulin, en el Giro © Giro de Italia

Hay jornadas que por mucho tiempo que pasen siempre siguen a flote en el mar de memoria. Suelen ser días inesperadamente importantes, días que marcan un punto de inflexión, que tuercen la percepción que tenemos sobre un gran nombre, sobre un ciclista mayúsculo, y en este caso hablamos de Tom Dumolin y de una etapa, concreta, marcada sobre el mapa, en el norte de la bota itálica, en una esquina del Piamonte, allá en Oropa.

El primer tramo del Giro 2017 fue, para que engañarnos, decepcionante. Prendados de la edición anterior, de la excelencia de Nibali remontando a Chaves, de grandes y frecuentes emociones, nos vimos ante una carrera anestesiada hasta que Blockhaus y crono sacudieron la moral de la afición y los favoritos.

Oropa era el primer día importante después de la tremenda exhibición de Tom Dumolin en el noble ejercicio de la lucha contra las manecillas del reloj. Oropa se tenía por el lugar donde Nairo Quintana empezaría a poner las cosas en su sitio. Contundente, el colombiano había dado fuerte en los Apeninos, pero se le esperaba más fuerte aún en los Alpes.

El artículo completo, en Joan Seguidor

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*