Fernando Ferrari. París. Enviado especial Ciclo 21
Con permiso de su autor -amigo del impagable generador de titulares y recientemente condecorado José Miguel Echavarri– Eusebio Unzué, este próximo Tour de Francia tiene hechuras de que será «divertido» como bien definió el técnico de Movistar. Tiene de casi todo, menos los adoquines lacerantes de 2014 y los inocuos de 2015 y la contrarreloj por equipos para rabia de BMC, Sky, Etixx o el grupo español, bronce en el pasado Mundial. Pero posee otras y variadas virtudes marcadas por el equilibrio decantado a la montaña y compensado con dos contrarrelojes en seis días con la particularidad del regreso de la cronoescalada.
Y claro, con semejante menú todos exclamaron el apellido británico de Froome, ganador en 2013 y 2015, próximo dorsal 1 en Mont Saint Michel el 2 de julio, y aspirante al triplete, lo que le ascendería a un nivel superior en los ya 103 años de historia de la mejor carrera del mundo. Para ello tendrá que afrontar un trazado con una primera parte marcada por la llegada al Macizo Central (Le Lioran), previo a la inaugural de los Pirineos, donde suele dar el primer hachazo demoledor que casi ha decidido sus pretéritos podios. Etapas para inteligentes, con terreno variado y perfecto para múltiples tácticas.
Tras Payolle y previo Aspin -donde ganó Jesús Herrada en la Ruta del Sur 2014 ante Valverde y Bouhanni– vendrá el primer menú con Tourmalet, Hourquette d’Ancizan, Val Louron-Azet y Peyresourde y al día siguiente la etapa hispano-andorrana desde la inédita Vielha hasta la cima de Arcalís, después de coronar Bonaigua, Cantó, Comella, y Beixalís. No es la terrible diseñada por Purito en la pasada Vuelta, pero sí serán dos días a los que los favoritos no tendrán aún excesivas diferencias. Terreno donde los españoles y Quintana siempre viajan con una motivación añadida.
Otra de las noticias esperadas es el regreso del Mont Ventoux. La cima de la Provenza no acudía a la cita desde 2013, cuando Froome reventó a un imberbe debutante Quintana y al más veterano Contador entre otros. Día señalado al ser el 14 de julio y celebrado por el propio Froome en el Palacio de Congresos de París. Una cima mítica para los británicos en lo bueno y en lo trágico y en la que Juanma Garate sigue siendo el último español en coronarlo ante un tal Tony Martin.
El principal enemigo del monte lunar quizá lo haya colocado el propio Tour al insertar la primera contrarreloj individual -37 kilómetros- justo después de la famosa cima pelada. Un dueto de jornadas clave que los favoritos quizás afronten como una de dos sectores. Dos esfuerzos agonísticos máximos del que saldrá beneficiado el que tenga la cabeza más congelada y sepa regular todos sus valores físicos. Una circunstancia que quizá bloquee el Ventoux hasta los kilómetros finales. No sería la primera vez.
Y quizás el Tour 2016 se decida de nuevo en un esfuerzo individual, en la siempre plástica y espectacular cronoescalada que debería ser de aplicación obligatoria en toda gran vuelta que se precie. Unos Alpes que se presentan intensos, con las nerviosas etapas de Culoz y Finhaut-Emosson en Suiza, víspera de la cronometrada entre Sallanches -donde Hinault ganó uno de los Mundiales más duros de siempre- y Megève, sobre 17 kilómetros y dos (6 y 7) superiores al 11 por ciento. Perfecta para artistas del cambio electrónico y la elección de los desarrollos. Sin Galibier, el Tour acabará de fijar su maillot amarillo en Mont Blanc y una clásica llegada en Morzine, tras el Joux Plane.
Para el ciclismo español no es mal trazado, pero saben que afrontarán un apriorístico papel secundario. Alberto Contador acometerá su última Grande Boucle y mucho tendrá que afinar para poder estar por encima de Froome y Quintana, los teóricos favoritos a tantos meses vista. Alejandro Valverde -que estará en la salida- hará como este año. Quedarse a la expectativa y jugar su doble papel, que tan bien le funcionó. Y Purito Rodríguez tendrá el lastre de la primera contrarreloj -se libra por equipos- por lo que deberá, si puede, afrontar una función plenamente ofensiva en Pirineos y Mont Ventoux. A Mikel Landa no se le espera.
Sí, nos vamos a divertir y al fin y al cabo es lo que cuenta. Deporte y espectáculo. «C´est le Tour».