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El ritmo de vida de los españoles ha cambiado en los últimos años como consecuencia de la intensa actividad laboral y social a la que hacemos frente. Con ello, los hábitos alimentarios se han visto condicionados y el hecho de comer asiduamente fuera del hogar ha incrementado la ingesta de comidas preparadas y fastfood, conduciendo a una alimentación poco saludable. La Dra. Mónica Bulló, profesora investigadora en la Unidad de Nutrición Humana del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universidad Rovira i Virgili de Reus (Tarragona), asegura que “la dieta de los españoles debería ser más rica en fibra y disminuir la ingesta de azúcares simples y grasas animales».
Sustituir las grasas y el azúcar por frutas y verduras
El consumo de azúcar actúa de manera positiva en nuestro organismo, sobre todo desde un punto de vista deportivo, puesto que se trata de un alimento de absorción rápida y aportación de energía. El problema surge cuando el azúcar es ingerido en exceso. Como afirma la Dra. Mónica Bulló “probablemente el azúcar es uno de los alimentos que deberíamos reducir en nuestra alimentación” refiriéndose principalmente a los azúcares simples, es decir, a los añadidos. Además, estamos acostumbrados a comer muchas grasas de origen animal y, aunque es necesaria su ingesta para un buen desarrollo funcional, deberíamos regular su consumo. Por el contrario, ocurre al revés con las grasas vegetales, cuyas ventajas en el metabolismo son muy saludables y que, por lo general, su consumo es más bien escaso.
Más fibra y más legumbres
Por otro lado, la Dra. Bulló expone que “el consumo de fibra en nuestra dieta es extremadamente bajo, sobre todo si lo comparamos con el consumo de fibra vinculado a la alimentación del resto de países europeos”. Por tradición, estamos acostumbrados a consumir los cereales refinados que encontramos en el supermercado, cuyo contenido en fibra se ve prácticamente eliminado en el proceso de refinamiento. Sin embargo, no tenemos la costumbre de ingerir cereales integrales como pasta, arroz o pan integrales, muy saludables por su alto contenido en fibra. Además, pese a que la dieta mediterránea se caracteriza por su alta cantidad de frutas y verduras, su consumo es cada vez más escaso. Lo mismo sucede con las lentejas, los garbanzos, los guisantes y las legumbres en general. “Estamos perdiendo la costumbre de introducir este tipo de alimento en nuestras comidas habituales, olvidando que son una fuente de fibra muy importante”, concluye la Dra. Mónica Bulló.
Los pistachos, el snack alto en fibra y bajo en azúcar
Las investigaciones muestran sólidamente que el consumo de fibra está vinculado a la disminución del aumento de peso. Así mismo, el pistacho es un snack muy saludable que puede incluirse perfectamente en una dieta para el control de peso.
Por otra parte, destaca por su bajo contenido de carbohidratos y grasas saturadas en comparación con al resto de frutos secos. En cambio, contiene grasas insaturadas y monoinsaturadas, que ayudan a mantener el flujo normal de sangre y prevenir el colesterol. La Dra. Mónica Bulló declara que “el problema reside en la percepción social que, a veces, asocia la ingesta de alimentos grasos con un aumento de peso, pero no siempre es así. Una revisión publicada en el British Journal Review concluye que no hay suficiente evidencia para afirmar que el consumo de pistachos se asocia a un incremento de peso y además tienen otros beneficios para la salud”.
Además, el pistacho también destaca por ser rico en vitaminas como la Tiamina (B1) y la Piridoxina (B6), que ayudan a la función del sistema nervioso y a la absorción de energía de los alimentos; además de minerales como el hierro, el magnesio y el selenio, que ayudan al mantenimiento del sistema inmunológico.
Más info en: www.americanpistachios.es
