La etapa de Alpe d’Huez nos sorprendió con una de las imágenes más vergonzosas de la historia del Tour de Francia, tanto por lo sencillo de los hechos como por lo reprobable de la acción.
En plena ascensión a Alpe d’Huez, cuando el grupo de cabeza disputaba los últimos kilómetros de la etapa, un aficionado se acercaba a Chris Froome e intentaba agredirlo con un manotazo que podría haber terminado con el británico y los corredores que iban tras él en el suelo.
Controlar a cientos de aficionados repartidos por los miles de metros de un puerto es realmente difícil, por no decir que imposible, más aún cuando la gendarmería francesa adopta un papel secundario en comparación con las actuaciones policiales que vemos en la Vuelta Ciclista a España.
Sin embargo, este tipo de conductas violentas son inaceptables para un deporte que se ha caracterizado por un respeto ejemplar de los aficionados hacia los corredores y por el compañerismo entre los ciclistas.
Sentir preferencia por unos corredores en lugar de por otros o sentirnos más próximos a los colores de un equipo frente al del resto forma parte de la esencia de cualquier deporte, pero aceptando que quien gana y quien fracasa únicamente puede determinarlo la competición.
La policía ha detenido a la persona que intentó derribar a Chris Froome, pero, ¿Quién le empujó realmente?
El tetracampeón británico decía: “No es correcto que haya gente que se dedique a tocar o empujar a los ciclistas». Nicolas Portal, director deportivo del Sky, después de lo sucedido y ante los abucheos a Geraint Thomas en el podio, comentaba “Sentí vergüenza cuando los corredores volvieron al autobús, les pedí perdón, fue algo que me conmovió”.
El director del Tour, Christian Prudhomme pidió “calma” y calificó de “dolorosa” la situación vivida.
Si nos remontamos a 2015, Chris Froome ya denunciaba públicamente los ataques hacia su persona: “A unos 50 kilómetros un espectador me ha lanzado orina. Estoy muy decepcionado, es inaceptable. Trabajamos duro para lograr esto y estas actitudes no hacen bien al ciclismo”.
Ese mismo año el ciclista del BMC Richie Porte, en aquel momento compañero de Froome, sufrió una agresión tras una de las etapas mientras se le increpaba de haberse dopado.
Estas actitudes agresivas e irresponsables suelen tener un origen en comentarios y opiniones personales o informaciones descontextualizadas que nos predisponen desfavorablemente hacia determinados corredores.
Por ejemplo, hace apenas unos meses, tan solo unos días después de la primera victoria del británico en el Giro de Italia, Bernard Hinault manifestaba para el diario belga Het Laastste Nieuws, «Nunca debió tomar la salida en el Giro, usó dopaje y tiene que ser suspendido«.
«Froome no forma parte de la leyenda de este deporte porque ¿qué imagen se da del ciclismo? Es un verdadero escándalo. Esto tiene que parar».
Tan solo unos días antes del comienzo del Tour afirmaba de nuevo para Ouest France, «El pelotón debería plantarse y decir: ‘Si él empieza la carrera, nosotros no lo haremos’. Puede que el Ventolin no sea gran cosa, puede que eso no provocara que ganara la Vuelta España, no lo sabemos, pero a esos niveles está prohibida, y no hay más».
“Te han pillado, así que te quedas en casa. Contador podría redactar una queja. Tom Dumoulin, también, que finalizó segundo en el Giro detrás de Froome…».
Palabras como las del pentacampeón francés los meses antes de que diera comienzo la actual edición del Tour de Francia no fueron gratuitas, dado que trasladaron al plano de la opinión pública cuestiones que corresponden a los expertos de la Agencia Mundial Antidopaje.
Este tipo de declaraciones generan en los aficionados indignación, sentimientos de rabia y cólera ante algo que consideran injusto, entre otras cosas, porque así lo manifiestan fuentes acreditadas como la del excampeón galo.
El perfecto caldo de cultivo para que, en un momento emocionalmente intenso como la llegada de la carrera a los metros finales de la ascensión a Alpe d’Huez, cuando uno se encuentra rodeado de decenas de aficionados que gritan y alientan a los ciclistas, un arrebato alimentado por declaraciones como éstas se convierte en un empujón donde el autor culmina una agresión cuyo impulso comenzaron otros meses atrás.
* Antonio Moreno es psicólogo del deporte especializado en ciclismo
No puedo estar más desacuerdo con esta opinión.
Es cierto que la conclusión del caso Froome ha provocado sentimientos de rabia e injusticia entre gran parte de los seguidores del deporte que piensan que el caso se ha desarrolado incorrectamente lo que ha derivado en silbidos, abucheos e incluso insultos, los cuales para mi son formas de que el soberano pueblo demuestre su desacuerdo con la desición.
Pero lo que no puede ser es que culpabilizes a Hinault directamente de la agresión. El problema lo tiene el señor que no sabe canalizar su rabia y se dedica a intentar agredir al británico y usted, que es psicólogo, debería saber que hay gente que no puede o no quiere controlar sus emociones.
Hinault no hizo un llamamiento a obstaculizar o agredir a Froome por lo tanto él solo dió una opinión respetable y no se le puede acusar.
Un saludo.
Entre las distintas disciplinas deportivas no debe existir rivalidades y nosotros como fanáticos no podemos hacer comparaciones poco agradables y discriminatorias, detrás de cada deporte hay hombres y mujeres con mucha disciplina mucha honestidad y mucha dedicación
«Por la hermandad en los deportes»
Por el reapeto a todos los deportitas no portando su bandera o circunstancias que nos causan suspicacias respeto respeto
Excelente artículo. Hay que exponer a los Torquemadas de turno.