La etapa de ayer, entre Mouilleron-Saint-Germain y La Roche-sur-Yon, de 182 kilómetros, nos deparó una larga fuga en solitario del veterano corredor francés, Sylvain Chavanel.
El trazado de la etapa discurría por el Departamento de Vendée, región occidental de Países del Loira, al sur de Nantes, que patrocina al Team Direct Energie y en el que, curiosamente, el grupo empresarial homónimo tiene su sede.
El irregular recorrido presentaba una pequeña ascensión de 4ª categoría en el kilómetro 28 mientras que el resto de la etapa simulaba un falso llano hasta meta compuesto realmente por continuos sube y baja.
Como era de esperar con este perfil, la fuga se formó rápidamente. El francés Chavanel se escapaba seis kilómetros después de darse la salida junto con los corredores Dion Smith, del Wanty-Groupe Gobert, y Michael Gogl, del Trek-Segafredo.
Extrañamente, después de coronar el puerto de Pouzages, sus compañeros de escapada (Gogl por unas molestias en la rodilla y Smith, tras puntuar en el paso de montaña) le cederían todo el protagonismo -curiosamente de nuevo- el día del cumpleaños del mánager del Team Direct Energie, Jean-René Bernaudeau, al que sostenían a hombros al paso de Sylvain por Treize-Septiers.
Las circunstancias no podían ser más propicias: un corredor del equipo de la región, representando a la empresa patria, disputando su último Tour por las carreteras y localidades de Vendée.
A todo esto, por delante le quedaban 140 km. de fuga en solitario.
Cuando lo que hacemos es la recompensa
Las condiciones eran perfectas para fluir, ese estado de conciencia que se alcanza cuando fisiología y psicología se sincronizan para enfrentarse a algo realmente difícil y valioso para uno mismo.
El concepto de ‘flujo’, creado por el psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi, se produce cuando disponemos de las destrezas necesarias para superar un reto y nuestra atención se concentra en lo que tenemos que hacer para conseguirlo.
La intensidad que alcanza nuestra atención es tal que neutraliza aquellos pensamientos irrelevantes o negativos, mientras nuestra autoconsciencia pasa a un segundo plano.
Además, la meta que perseguimos es tan potente que dirige nuestros actos mientras la retroalimentación nos ayuda a para comprobar si nos estamos acercando a nuestra meta.
La situación que se produjo ayer a 140 kilómetros de meta era, sin duda, la idónea para que Chavanel alcanzara un estado óptimo de experiencia interna.
Las tres condiciones necesarias para experimentarlo: unas metas claras, el equilibrio entre el desafío y la capacidad física y psicológica, y una retroalimentación inmediata, estuvieron presentes.
El objetivo del francés difícilmente podía ser la etapa, dado que hubiera tenido que rodar por encima de 44 km/h durante cuatro horas, luchando sin colaboración alguna contra el viento (la media de la etapa fue de 44,3 km/h, la misma que la de Chavanel dado que, pese al esfuerzo realizado, aún pudo llegar a meta con el pelotón).
Las diferencias se mantuvieron constantes durante toda la escapada, entre los 3 y 4 minutos respecto del pelotón, hasta que los equipos interesados en la llegada decidieron echarla abajo.
Por lo tanto, un objetivo más realista debió de ser, como hemos comentado, algo así como conservar durante el mayor tiempo posible el protagonismo del francés y exhibir los patrocinios del Team Direct Energie en la región en la que tiene su sede, y en una fecha, además, señalada para el equipo y la propia compañía energética.
En cuanto a los antecedentes, en el caso de Sylvain su capacidad física y psicológica es incuestionable, dado que ha protagonizado innumerables fugas de este tipo; la retroalimentación en este deporte es constante, mediante los dispositivos electrónicos existentes que monitorizan todos los parámetros métricos y fisiológicos así como los tiempos de carrera que ofrece el Tour y los propios directores deportivos.
Por último, los resultados de este proceso que representa la experiencia óptima, se materializan en una atención focalizada, en la que los pensamientos superfluos desaparecen y en la que el esfuerzo sostenido tienen preferencia; la fusión entre acción y conciencia, por la que se siente ligereza y parece que apenas se realice esfuerzo; el sentido de control, dado que nos centramos únicamente en lo que depende de nosotros mismos.
La pérdida de autoconsciencia, dado que nos encontramos tan centrados en lo que hacemos que no nos preocupa otra cosa; los cambios en la percepción del tiempo, sentimos que el tiempo empleado ha pasado volando y que se nos ha hecho corto; y, por último, la motivación intrínseca, dado que hacemos lo que hacemos porque nos gusta.
Un Chavanel plenamente comprometido con una fuga que no iba a llegar a meta ejemplifica los beneficios del flujo, una experiencia óptima que se experimenta cuando lo que hacemos es en sí mismo la recompensa.
* Antonio Moreno es psicólogo del deporte especializado en ciclismo