Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21
Para el aficionado ciclista medio (ése que tanto abunda y que solo acude a consultar los medios al rumor del Tour, la Vuelta, el Giro o los Campeonatos del Mundo), agosto es un mes de total transición hasta que llega el banderazo de salida de la Vuelta. Por eso, la mera referencia al Eneco Tour (que sustituyó en el calendario a la tradicional Vuelta a los Países Bajos) se torna como un océano de inextricable dimensión.
Pues bien, el Eneco Tour, que se disputa recorriendo las carreras de Bélgica y Holanda, nació, formalmente, en el año 2005, en una edición ganada por el norteamericano Bobby Julich, y cuenta con el poco romántico privilegio de deber su nombre al patrocinio de un grupo mercantil dedicado a la producción y suministro de energía.
La cita no ofrece grandes dificultades orografías y, habitualmente, la clasificación general se decide en la prueba contrarreloj, siempre que uno no cuente con un inesperado contratiempo en los tramos de pavés que salpican las carreteras elegidas año tras año.
En ese territorio tan poco propicio para las características del ciclista español, un hombre se convirtió, durante dos años consecutivos, en un auténtico Tercio de Flandes, en el mayor exponente del carácter polifacético del ciclismo nacional. Hablamos del cántabro, de Hinojedo, que responde al nombre de José Iván Gutiérrez Palacios y que abandonó el pelotón profesional en la pasada campaña.
Iván Gutiérrez había comenzado a dar muestras de su valía en el terreno de las cronometradas cuando, en el año 1999, se alzaba con el Campeonato del Mundo de la disciplina sub-23 de Verona (la primera presea de oro aficionado obtenida por nuestros compatriotas), utilizando, para la ocasión, la bicicleta del especialista Abraham Olano y adelantando al australiano Michael Rogers.
El dominio de Gutiérrez en las pruebas de cronometradas nacionales se vio refrendado por sus oros en los Campeonatos de España 2000, 2004, 2005 (ese año estaría a punto de lograr el oro en el Campeonato del Mundo de Madrid, pero su “enemigo” Rogers le devolvió la de Verona) y 2007 (todos ellos, excepto el primero, que benefició los intereses de ONCE-Eroski, dentro de la estructura del actual Movistar, en sus diferentes denominaciones). El cántabro recogió también plata en 2010 y bronce en 2011. Además de esa esplendorosa actuación en la disciplina del reloj, Iván también lució la distinción rojigualda de campeón nacional en ruta en las ediciones de 2001 y 2010.
Sin embargo, la relación que propicia el recuerdo de hoy viene motivada por sus excepcionales prestaciones en una ronda por etapas (de las que Gutiérrez tan solo ganó la Vuelta a Murcia en 2006 y el Tour del Mediterráneo en 2007), en concreto la ya mentada del Eneco Tour. Gutiérrez obtuvo la victoria en los ejercicios 2007 y 2008, defendiendo los colores del Caisse d´Epargne, en el que venía trabajando para sus diferentes líderes, especialmente el murciano Alejandro Valverde.
En 2007, la organización del Eneco había planteado un prólogo y 7 etapas. El día inaugural, el holandés Michael Elijzen, sorprendió a propios y extraños, alzándose con la victoria y el liderato provisional por un segundo ante el español Flecha. Gutiérrez (que había sufrido una dura caída en la Tirreno y venía de obtener su mejor resultado en la general del Tour, vigesimosegundo) perdió 18 segundos, demasiados para una distancia que apenas superaba los 5 kilómetros.
En la siguiente etapa, disputada entre Waremme y Eupen, un cuarteto (Nuyens, Thomas Dekker, Gutiérrez y Millar) llegó destacado y el belga venció, aupándose al liderato. Aventajaron en 6 segundos a Van den Broeck, en 9 a Hoste y en 13 a Riblon. El resto de los participantes cedían más de 24 segundos, una distancia relevante para los perfiles que quedaban por disputar. En la general, Nuyens contaba con 4 segundos sobre Dekker y 7 sobre Gutiérrez.
En la meta de Knokke-Heist, el británico Cavendish batió al sprint a Fred Rodríguez y la general se mantuvo sin cambios, tal y como ocurriría al día siguiente, en la llegada masiva de Putte, donde el australiano Robbie McEwen alzó los brazos frente a Francesco Chicchi.
La cuarta etapa encontró un ámbito más batallador y se produjo un corte numeroso, con todos los favoritos, ganando en la meta de Terneuzen el belga Wouter Weylandt (que falleció desafortunadamente en el Giro de 2011 por una caída en el descenso del Passo del Bocco). El cántabro recortó tres segundos en la general por una bonificación. Al día siguiente, el brasileño Pagliarini sorprendía a Cavendish en el sprint de Nieuwegein, sin que la etapa tuviera incidencia alguna en la general.
Sí influyó notablemente el siguiente episodio, en el que el madrileño Pablo Lastras venció a sus compañeros de fuga Steven Caethoven, Anders Lund y Sébastien Hinault, aventajando al grupo en 13 segundos. El líder se vio obligado a abandonar por una caída (en la que también se vio implicado Dekker) y la prenda (aquel año burdeos) de primero de la general caía en los hombros del holandés antes de la última crono, de 29,6 kilómetros, que se disputó entre Sittard y Geleen.
La contrarreloj fue totalmente decisiva, y a pesar de que el belga Sebastien Roseller ganó la etapa, Gutiérrez se quedó a solo dos segundos del registro marcado por el hombre de Quick-Step. Con su esfuerzo, el español dejó a 1,19 a Dekker y a 9 segundos a Millar. El inglés y el sueco Gustav Erik Larssen (del Unibet) se subieron al podio con el español.
El año siguiente, la rueda de Iván Gutiérrez iba a tener un peso aún mayor, después de la victoria cosechada en 2007, siendo que el esquema de la organización fue similar al del año pasado, partiendo el prólogo desde las mismas ciudades que habían acogido el final de la última edición.
Sobre los 4,4 kilómetros de crono, se impuso (con el mismo tiempo que el francés de Crédit Agricole, Cyril Lemoine) el campeón absoluto del año anterior, Gutiérrez, que demostraba, desde el primer día, que venía mentalizado para repetir triunfo. El maillot de lo líder lo mantuvo en las dos siguientes etapas, que discurrieron por territorio holandés y vencidas al sprint por el belga Boonen y el alemán Greipel, respectivamente, sin que las mismas reportaran incidencias relevantes para la clasificación general.
En la tercera etapa, por su parte, resultó vencedor el velocista italiano Danielle Benatti que, fruto de las bonificaciones, se hacía con el maillot de líder, que le fue arrebatado en la jornada siguiente, y hasta la última jornada, por el teutón Greipel (las tres etapas se embolsaron en los zurrones del belga Boonen [la de Ardooie], del alemán Westphal [en Ostende] y del noruego Edvald Boasson Hagen [del Columbia, en la meta de Bruselas], que intentaba posicionarse para la victoria final).
La general se perfilaría en la última contrarreloj, de 18,3 kilómetros, con principio y final en la localidad belga de Malinas. Greipel, que militaba en las filas del conjunto Columbia y aventajaba en 11 segundos al de Hinojedo, no supo defender su primera posición y se situó a 25 segundos de Iván, que, nuevamente, valiéndose de su segunda plaza en la etapa decisiva (en esta ocasión, ocho segundos por detrás del letón Raivis Belohvosciks y empatado con Michael Rogers, compañero de Greipel, y el belga de Quick-Step Sebastien Rosseler) se colocó en los más alto del cajón final del Eneco Tour 2008.
Las diferencias, como es habitual en la ronda del Benelux, fueron ajustadísimas, 4 segundos a Rosseler y 7 a su, siempre contrincante, Michael Rogers. El alemán Greipel tampoco tuvo el consuelo de la clasificación por puntos, que recayó en el belga Jurgen Roelandts del Lotto.
Gutiérrez, nuestro tercio, no solo ha disfrutado del dulce sabor de la victoria gracias a la crono sino que es el único español que puede presumir de haber alzado los brazos en el tradicional Giro de Emilia italiano, en el que se impuso en su edición de 2003, por delante del ruso Kolobnev y el local Rebellin). Y, como buen tercio, el cántabro ha sido condecorado, este año 2015, con la Medalla de Plata de la Real Orden del Mérito Deportivo.
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