Desde la gravísima caída de Kristina Vogel en 2018, el trono de la velocidad femenina estaba vacante, sin que se presumiese claramente quién podría sucederla: alguna de las rusas Anastasiia Voinova o Daria Shmeleva, la australiana Stephanie Morton y, sobre todo a tenor de lo visto en los meses anteriores, la hongkonesa Sarah Lee Wai Sze. Pero nadie hubiera apostado antes del Mundial de Berlín por su compatriota Emma Hinze, a pesar de su línea ascendente.
Sin embargo, la de Hildesheim se coronaba con apenas 22 años como la nueva ‘kaiserin’ -emperatriz-, al ganar las dos medallas individuales y la velocidad por equipos junto a Pauline Grabosch y Lea Sophie Friedrich, confirmando el relevo en Alemania. “Nunca he visto a una mujer dominar tan claramente como ella”, declaraba el seleccionador alemán Detlef Uibel en la web del Mundial. “La clave fue la confianza”.
Las perspectivas, pues, eran inmejorables para Tokio hasta que llegó la noticia del aplazamiento. Hinze se sintió vacía, “porque de repente ni sabíamos cuando podríamos volver a competir. Los Juegos son mi gran objetivo, donde quiero tener mi mejor actuación y me estaba preparando para ello”, recogía Rad-Net el sábado de una entrevista al portal Sportbuzzer. Algunos meses antes ya había declarado en otra entrevista en la web oficial de la Federación Alemana que “el aplazamiento no ha cambiado nada, solo mis planes de entrenamiento. Ahora tenemos mucho más tiempo para prepararlos”. En un principio, en casa, con su ‘home trainer’, así como en carretera, ya que se les permitía rodar por dúos; ahora ya sobre la pista de Cottbus, donde ahora reside, precisamente el escenario donde se malogró la carrera de Vogel.
Hinze comenzó con apenas seis años en el club local RSC Hildesheim, por iniciativa de su padre -su hermano pequeño Carl, de 20 años, también es un prometedor velocista-. Con 16 años se mudó a Kaiserslautern para mejorar sus entrenamientos y sólo un año después, a Cottbus, donde las condiciones eran óptimas y donde se concentran buena parte de los velocistas germanos, así como el español Alejandro Martínez. Los numerosos problemas físicos sufridos en los últimos años parecía que podían lastrar definitivamente su carrera, pero su nuevo entrenador, Aleksander Harisanow, la ha llevado al camino del éxito.
Ahora solo queda ratificarlo en Tokio, pero sobre todo en París 2024. “Solo tengo 22 años y puedo segur mejorando y hacer algunas cosas aún mejor”.