Eneko Corrales sufrió un grave accidente el 9 de julio mientras entrenaba por la zona de Villarcayo (Burgos). Aunque él no recuerda nada de lo sucedido, bajaba por una carretera cuando un coche tomó mal un cruce y se interpuso en su trayectoria. A consecuencia de la caída producida por el violento choque, estuvo varios días en observación, en estado crítico, y le fueron extirpados el bazo y un riñón. El parte médico daba cuenta también de fractura de fémur y húmero. Vivía, de milagro.
Pasado poco más de un mes, Eneko habla animado y decidido, destilando esa firmeza que le caracteriza: «No me duele y estoy en pleno proceso de recuperación. Solo queda esperar». Se encuentra en silla de ruedas, ya que no puede moverse hasta nuevo aviso. «El día 7 del mes que viene tengo revisión y me dirán si puedo levantarme o hacer algo más», afirma, «voy poco a poco, sin pensar en plazos».
A pesar de que lo que peor lleva es el no poder moverse, no se resigna: «Siempre hago algo en casa o vienen mis amigos a visitarme». Y es que Eneko es un chico con las ideas claras, de los que rara vez se lamentan. Se despertó en el hospital, le contaron lo sucedido y se decidió a salir de esa lo antes posible: «No he tenido un momento en el que me haya dado el bajón, pensé que había que tirar para adelante desde el primer día».
Espíritu luchador. En la carretera, y fuera de ella.
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