Escuredo, único español recordman mundial

El gerundense Escuredo, en el centro de la imagen

Track Piste / Ciclo 21

No es fácil encontrar nombres españoles en la tabla de récords en pista de la UCI. O realmente deberíamos decir lo contrario, ya que acabamos enseguida, pues sólo un pistard, José Antonio Escuredo, puede presumir de haber sido recordman mundial en una de las pruebas, concretamente en el kilómetro contrarreloj, aunque el gerundense solamente estuviese once días como el poseedor de esa plusmarca universal.

De ello va a hacer el próximo 15 de septiembre la friolera de un cuarto de sigloFue en la Copa del Mundo de Quito de 1995, la última manga de aquella tercera edición del circuito mundial, pocos días antes del Campeonato del Mundo de Bogotá (Colombia). Un velódromo descubierto, llamado José Luis Recalde, y muy rápido gracias a sus 2.650 metros de altitud, le permitió a Escuredo marcar un tiempo de 1:01.945, rodando a un promedio de 58,166 kilómetros por hora, superando por apenas décima y media la plusmarca que tenía el germanoriental Maik Malchow desde 1986, también logrado en altitud, la de Colorado Springs (Estados Unidos).

“Era un par de semanas antes del Mundial, que era el objetivo, y sabía que estaba muy bien –recuerda el gerundense-, pero por las sensaciones, no por tener ninguan referencia objetiva. Pero en aquella época no teníamos programación, la preparación no era la más adecuada. Por ejemplo, entrenábamos todos los días, tres y cuatro veces, y hacíamos carretera, como los fondistas. De hecho tanto Moreno como yo ganábamos bastantes pruebas al año. Por ello, muchas veces te salían las cosas de forma inesperada, como sucedió allí en Quito”.

Escuredo, recordman en Quito

Escuredo recuerda que en aquella época, “dos días antes de correr, el entrenador ruso que teníamos –Alexander Nietzigortsev- nos mandaba un test, que era hacer un kilómetro lanzado, a tope, y al que luego sumábamos 5 segundos por la salida en parado. Y aquel día hice 56 alto, con lo que me salía 1:01 y pico, que era record del mundo. Lo primero que pensé es que ese tío estaba loco, que era mentira, que yo no podía hacer ese registro. Eso sí, acabé muerto, más que el día de la carrera porque hacía poco que habíamos llegado y no estábamos adaptados a la altura. Luego el día de la prueba me salió ese tiempazo. Me acuerdo que vino Moreno corriendo y pensaba que era porque había ganado. Pero me dijo que era record del mundo. No me lo podía creer”. Los dos velocistas tenían –y siguen teniendo- una excelente relación personal, pero “estábamos muy picados. En aquella época el kilómetro era una de prueba súper importante y los dos lo queríamos hacer, pero sólo podía correr uno. Él era campeón olímpico, pero yo era record del mundo”. Con ello, Escuredo se ganaba el puesto para el Mundial de Bogotá.

La gran ventaja que encontró en Quito fue la altitud, “pero el velódromo era muy malo, muy bacheado. Además, las bicis no tenían nada que ver con las de ahora. Eran de hierro, sin acoples, y el desarrollo que poníamos era un 49 x 14. Con ello, la última vuelta llevabas tal cadencia que no podías hacer ni fuerza, parecía que los pedales iban solos. Pero al mismo tiempo, con tanta cadencia el láctico te subía mucho más. Eso, y la sensación de ahogo”.

Pero lo peor de todo no era ese minuto de agonía, sino los momentos previos a la salida. Por lo menos era el mayor temor de Escuredo, el bloque de salida. “No teníamos máquinas en España, por lo que no podíamos entrenarlo. Nuestra única práctica eran las seis o siete carreras que corrías fuera. Por ello mi máximo temor era quedarme enganchado. Para no fallar, lo que hacía era cargar desde antes de salir el peso en la pierna de arrancada, para que al soltarse no tener problema, aunque ello me supusiera perder medio segundo en ese inicio”.

Lo más destacable de aquel triunfo no fue el record, sino que se imponía con una amplia ventaja, de más de un segundo sobre los siguientes clasificados, el polaco Grzegorz Krejner y el ruso Alexander Kiritchenko –uno de los grandes especialistas de la historia en esta disciplina-, por lo que se postulaba como uno de los grandes favoritos para el Mundial colombiano, también en altitud. Pero allí no le salieron las cosas igual (continuará).

En la primera parte de este artículo dejábamos a José Antonio Escuredo como flamante recordman del mundo del kilómetro, tras haber batido la antigua marca de Maik Malchow en la Copa del Mundo de Quito 1995, con un registro de 1:01.945, aventajando en más de un segundo a los siguientes clasificados, por lo que se postulaba como uno de los grandes favoritos para el Mundial de Bogotá, menos de dos semanas más tarde.

Pero no le salieron las cosas: sus 1:02.841 le dejaron muy lejos del podio –finalmente fue sexto- y además los 1:00.613 del australiano Shane Kelly no sólo le daban el oro, sino que rebajaba la plusmarca de Escuredo en tres décimas, un registro que apenas le duró once días. También el segundo clasificado, el francés Florian Rousseau (1:01.350), y el tercero, el norteamericano Erin Hartwell, (1.01.740), estuvieron por debajo del antiguo récord del mundo del español.

Vaya pareja: el campeón olímpico José Manuel Moreno y el recordman mundial Escuredo

La mala actuación de Escuredo se gestó en la mañana del día de la competición, en una historia que ya ha contado a mucha gente, pero que creo que nunca se había escrito, al menos de forma tan detallada. “La competición era a primera hora de la tarde, por lo que salí por la mañana para hacer una hora con el resto del grupo de fondo. Ellos seguirían entrenando y yo regresaría al hotel, a comer y al velódromo”.

Eso era lo previsto… y lo que se trastocó. “Cada mañana iba con nosotros un colombiano, que llevaba una bici de BTT, pero bastante buena y que no estaba mal de forma. Ese día, cuando me di la vuelta, dijo que me acompañaba. En un momento dado me dijo que su tío hacía unas figuritas, que no vivía lejos del hotel y que me quería regalar una, que le acompañase y me la daba. No me pareció mal porque no iba a perder mucho tiempo”.

“El caso es que cuando llegamos allí, el tío no estaba. ‘No te preocupes, que no tardará’, me dijo. Y allí nos quedamos, hablando de bicicletas. Empezó a preguntarme cosas sobre la que llevaba hasta que en un momento me pidió que si la podía probar. No se me hizo extraño, ya que tenía la confianza de los días anteriores, y allí se puso a dar vueltas, bastante cortas, y sin perderle de vista”, continúa contando Escuredo.

La situación cambio cuando llegó otra persona, con una llanta en la mano. “’¿No está el tío?’, dijo. ‘Espera un momento, que estará en no sé dónde’, le contestó. ‘Voy a buscarle’. El caso es que cogió la BTT, mientras que el otro seguía dando giros con mi bici, cada vez más grandes, hasta que dobló la esquina y se marchó. ¿Seré gilipollas?, me dije, cuando me di cuenta de que estaba ahí, pasmado, con una llanta vieja en la mano y sin la bicicleta”.

Y de la confianza de la situación anterior, el velocista pasó al cabreo y al recelo. “Apareció otra persona, con un coche, y me dijo: “Hermano, ya le robaron la bici”. Se ofreció a llevarme al hotel, pero yo estaba receloso, pensando que sólo faltaba que me secuestraran. Pero no pasó nada más”.

Escuredo, plata en Atenas.

En realidad, sí sucedió. Escuredo llamó a la policía, para ver si podían recuperar la bicicleta, perdiendo un tiempo precioso para comer y llegar con tiempo. “Si llega a ser ahora, le dan directamente a la bici. Pero me empeñé en buscarla, para nada. La policía me llevó directamente al velódromo, casi sin comer y cuando todos mis rivales ya estaban ya calentando. El ruso –el seleccionador, Alexander Nietzigortsev- se subía por las paredes”.

Para colmo de males, el gran temor de Escuredo, como nos contaba en la primera parte, era quedarse enganchado en la salida. Y así le sucedió. “En aquella época, salíamos de dos en dos. Me tocó con el italiano Capitano y a mitad de recorrido me sacaba un segundo, y al final terminé con más de un segundo yo. Aunque en aquella época pensábamos que los resultados eran por casualidad, y que no tenías referencias, pero la verdad es que estaba muy fuerte. No te digo para ganar, pero sí que perdí una medalla segura”.

Escuredo no tendría una oportunidad igual en el kilómetro -undécimo en 1996, decimotercero en Atlanta’96, décimo en 1997 y 1998 y noveno en 2000-, pero se iría orientando hacia el keirin, que por entonces era una prueba recién estrenada, donde conseguiría sus mayores éxitos individuales: un subcampeonato olímpico, en Atenas 2004, y dos platas mundialistas, aparte de otros dos metales mundialistas en la velocidad por equipos. Pero esa es otra historia. Kelly ganaría también los dos Mundiales siguientes, en una disciplina en la que lograría hasta nueve medallas, cuatro platas y dos bronces más.

Cinco años más tarde, Arnaud Tournant batía la plusmarca del australiano en México (1:00.148) y, como contábamos recientemente, se convertía un año más tarde en el primer hombre en bajar del minuto en la distancia (58.875). El récord del galo permaneció doce años en lo más alto de la tabla hasta que François Pervis lo pulverizaba en Aguscalientes, dejándolo en 56.303, que permanece como un reto inalcanzado, aunque creo que alcanzable, en la actualidad.

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