Estrellas Olímpicas: El triple triunfo de Shaane Fulton

Shaane Fulton © CyclingNZL

Trackpiste / Ciclo 21

Difícilmente ganara una medalla en París 2024, aunque pueda compartir la de alguna de sus compañeras. Pero la presencia de Shaane Fulton en los Juegos Olímpicos de París es ya un triunfo, por su triple significado. Por un lado, porque ha sido una ciclista clave para clasificar a Nueva Zelanda en la velocidad por equipos; por otro, por lo satisfacción de volver a verla totalmente competitiva tras una grave lesión. Y finalmente, por lo que significa de homenaje a la trágicamente fallecida Olivia Podmore, poco después de Tokio.

Nacida en Nelson, en el extremo septentrional de la isla Sur, hace 23 años, su carrera como velocista fue cubriendo etapas de forma prometedora hasta ser parte de la selección nacional neozelandesa desde 2020.

Sin embargo, el 9 de agosto de 2021, pocas horas después de los Juegos Olímpicos de Tokio, aparecía muerta en su casa Olivia Podmore, una de sus mejores amigas como reconocía esta semana en varias entrevistas, entre ellas esta a RNZ, tras ser anunciada la selección ‘kiwi’. “Liv era una de mis mejores amigas y su fallecimiento fue muy difícil de procesar. Me duele mucho que ella no esté aquí ahora, debería haber estado allí con nosotros», Un recuerdo que está presente en forma de tatuaje en su brazo izquierdo, con la silueta de las dos ciclistas abrazadas y el lema «Vive cada día como si fuera el último».

Dos meses más tarde, Fulton comenzó a perder progresivamente movilidad en su cadera. Y de un dolor momentáneo al hacer determinados movimientos pasó a casi ni poder caminar. Un problema genético y los requerimientos del deporte de alta competición habían supuesto un grave daño a su cadera, que le obligó a pasar por el quirófano. «Básicamente me rompieron la pelvis, la movieron y la atornillaron nuevamente». 

Obviamente no había ninguna garantía de que pudiera volver a competir al más alto nivel. También este grave percance tiene su recuerdo, una cajita que lleva siempre con ella con cinco de los tornillos que fijaron su cadera, el más largo de 11 cm.

Pero la neozelandesa regresó por todo lo alto. El 3 de agosto del pasado año intervenía con el equipo de velocidad en el Mundial de Glasgow, donde terminaba con una más que notable quinta plaza que cambiaba la orientación que hasta ese momento había tenido el trío kiwi y sentaba las bases para la clasificación olímpica, y su propia presencia en París este verano. «Ahora somos un equipo y estamos intentando lograr algo juntas».

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