Pocas personas pueden presumir de haber sido protagonistas de un reportaje en prensa pocos días después de nacer. Pero Ellesse Andrews, sí, en Women’s Weekly, al ser la última bebé neozelandesa nacida en el siglo XX. Mientras que el padre intentaba convencer a su mujer para que demorase el parto, porque pensaba en una futura deportista que tendría ventaja como una de las primeras nacidas en el 2000, lógicamente la madre quería terminar con esa difícil situación lo antes posible: nacería a las 23:45 del 31 de diciembre de 1999.
Ellesse también estaba predestinada a la notoriedad, debido a sus padres… aunque actualmente sea ella misma la que ocupe los titulares. Jon había sido velocista olímpico en Barcelona’92 y doble medallista en los Juegos de la Commonwealth; Ange se quedó sin poder ir a Sidney 2000 precisamente por su maternidad, en la disciplina del BTT. Pese a ello, nunca se la forzó para que se dedicase al ciclismo, aunque aprendió a montar con apenas tres años y cada vez que montaba en bicicleta sorprendía a su padre por su velocidad y su potencia. La primera afición de la neozelandesa fue la guitarra y la música, algo que cambió cuando su padre fue nombrado entrenador de desarrollo de Cycling New Zealand y se mudaron a Cambridge.
Y rápidamente comenzó a destacar y ser protagonista en los medios por ella misma y por sus éxitos en el ciclismo, no por las casualidades en su fecha de nacimiento. Fue campeona del mundo junior en velocidad por equipos en 2016…. y de persecución individual en 2017, demostrando un polifacetismo que no le vino nada mal en 2022.
Pero no adelantemos acontecimientos. La inesperada retirada de Natasha Hansen y la relegación de Olivia Podmore -que desgraciadamente culminó con su fallecimiento- le hizo ser la única opción de la velocidad ‘kiwi’ en Tokio. Y no desaprovechó la oportunidad, para terminar en el podio olímpico, con la medalla de plata en el keirin, con apenas 21 años.
También ocupó muchas páginas de los medios neozelandeses al convertirse en unirse al selecto grupo de atletas que conseguían tres oros en unos Juegos de la Commonwealth, en los de Birmingham 2022, en velocidad individual y por equipos y en keirin, superando la marca de su padre, por cierto,… aunque en este caso fue una medalla de plata la que le supuso mayor notoriedad. Y es que la caída algunos días antes de su compañera Ally Wollaston dejó la cuarteta mermada, al no haber traído una reserva. Y Andrews ocupó ese lugar rememorando su pasado de persecucionsta, aunque no pudo subir al podio a recoger su presea porque estaba ya calentando para la velocidad por equipos, lo que le supuso una sanción.
El siguiente paso de la velocista kiwi no fue pequeño, conseguir el ‘arco iris’ en el pasado Mundial de Glasgow, nuevamente en la disciplina de keirin, en la que mejor se desempeña. En todos los medios se señala que su competitividad y su fortaleza mental como sus mejores armas. Por ello, no es extraño que esté estudiando psicología, aunque ella siempre ha dicho que lo hace para intentar ayudar a las deportistas mediante el programa Voices of Hope.Behind the Jersey, para que hablen sobre su salud mental ya que se quedó muy marcada por la desaparición de su compañera Podmore.
Mientras tanto, seguiremos viendo su nombre en los medios, debido a ser una de las figuras más destacadas de la UCI Track Champions League, curiosamente con la que fue su compañera de podio en 2016, Emma Cumming, pero seguro que el próximo bastión será París 2024, donde esta vez también tendrá protagonismo su padre, recientemente nombrado técnico nacional de la velocidad neozelandesa.