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Cancellara © Team Cofidis
El ciclismo profesional está rebasando la fina línea que separa la postemporada de la pretemporada. La mayoría de corredores ya conocen sus objetivos para 2016 y duermen con ellos para soñar con cumplirlos o llegar un poquitín más lejos. Ésa es su motivación para pertrecharse cada mañana y salir a pedalear. Todavía disponen de la libertad de salir con bici de montaña, aquellos que gustan, pero no queda demasiado para que el entrenamiento empiece a ser específico y las primeras concentraciones de preparación física sucedan. Llegarán dentro de un par de semanas, y en ellas será importante estar en la forma física justa para que compañeros y técnicos confíen en que sus colegas están haciendo bien su trabajo. Que sobraran kilos a día 1 de diciembre sería mala señal para todos.
En esta tesitura, las noticias de ciclismo que surgen a la luz pública suelen ser cuestiones de despachos, fichajes modestos de última hora y alguna declaración altisonante. Éste es el caso de nuestro protagonista de hoy. En la gala del ciclismo suizo, Fabian Cancellara (1981, Berna – Suiza) anunció su retirada a finales de la próxima temporada. “Es el momento justo. Estoy listo para afrontar nuevos retos. El ciclismo es una parte de mi vida, pero no toda”.
El ciclismo mundial quedó estupefacto ante la decisión de ‘Espartaco’, tan temida como esperada. Al fin y al cabo, el gigante suizo lleva más de una década siendo uno de los mayores referentes para el pelotón y los aficionados que lo observan: son 34 años y una temporada aciaga que le empujaba a la retirada. Tan revelador de su magnitud es su palmarés como lo sucedido en la segunda etapa del Tour de Francia 2010. Aquel día, camino de Spa, muchos ciclistas se fueron al suelo por unas manchas de aceite dispersas por una carretera estrecha. Fränk Schleck dijo haber pasado “miedo” por la cantidad de caídas y su aleatoriedad. Ahí estuvo su entonces compañero, Fabian Cancellara, para erguirse sobre la bicicleta y decir a todo el pelotón que en esas condiciones no se podía competir, que levantaran el pie para protestar así contra una organización que no había garantizado una mínima seguridad a los protagonistas del espectáculo. El grupo paró y dejó que se llevara la etapa Sylvain Chavanel, que circulaba escapado en el momento del plante. Tal era la jerarquía de Cancellara, “el Comisario Jefe” para algunos compañeros de fatigas.
Pero este “Comisario” no sólo detenía carreras: también las ganaba. Pese a no ser un esprínter, Cancellara acumula en este momento más de 80 victorias como profesional, de las cuales 54 han llegado en contrarrelojes individuales, la disciplina en la que fue dominador universal con cuatro títulos mundiales y uno olímpico. No obstante, la faceta que más recuerdo dejará en los aficionados es su impresionante desempeño en las clásicas del norte, donde en lo que llevamos de siglo ha rivalizado con otra leyenda en pleno ocaso, Tom Boonen. Le contemplan tres París-Roubaix y tres Tour de Flandes, que podrían haber sido más de no ser por el poco equipo de que dispuso en algunos años de cénit y por cómo los demás ciclistas corrían básicamente para que él no ganara.
Su último Tour de Flandes, en 2014, fue su último gran do de pecho. Es, de hecho, la única gran victoria que ha dado a Trek Factory Racing, un equipo que orbita a su alrededor. Su prestación esta temporada fue digna, pero estuvo marcada por una serie de caídas (una al inicio de la temporada de piedras; otra yendo líder del Tour de Francia; otra apenas iniciada la Vuelta a España) que le infundieron desazón, desánimo y, en definitiva, ganas de colgar la bicicleta. Ante sí le queda una campaña en que tendrá la oportunidad de reverdecer laureles en las piedras y apuntar a su gran cuenta pendiente: el maillot arcoíris. El ciclismo debe a ‘Espartaco’ un campeonato del mundo de ruta y él está dispuesto a cobrarse la deuda en Qatar.
