Fabio Enrique Parra Pinto no fue solo un ciclista excelso y uno de los artífices de la conquista del ciclismo colombiano en Europa. Fabio, criado en los albores del campo, con un padre que también supo ser ciclista, y que anticipó su destino como una de las leyendas más representativas del deporte nacional, siempre fue un hombre preparado y culto.
Parra, laureado en administración de empresas y hoy director del Instituto de Deportes de Boyacá, lideró junto a Lucho Herrera la avanzada más ilustre de la década del 80. Fue el primero en acariciar la victoria del Tour en 1988, y aunque para muchos expertos y la gran afición de la época debió ser nombrado tiempo después como el ganador de esa edición, él, con su diplomacia gerencial y la educación de un hombre de academia, opina con criterio.
«En determinado momento si hubo algo como turbio ahí, no hubo claridad. Steven Rooks hizo una declaración diciendo que había utilizado sustancias prohibidas, al igual que Pedro (Perico Delgado). Pero ese es el resultado que hay, y siento la tranquilidad que hice todo lo posible por ganar el Tour, porque fue una preparación a todo nivel, y no se dio. Prefiero dejarlo así», dijo el boyacense de 60 años, que tampoco se obsesionó por resolver la disputa del galardón en los tribunales.
«De pronto, si se hubiera hecho más cerca a esos años del Tour, sí, pero hoy en día estas situaciones son diferentes y se han visto casos como el de Froome (acusado por sobrepasar la dosis permitida de Salbutamol en la Vuelta a España de 2017 ndr). Ya han pasado años (30) y es difícil, pero si se hubiera tomado la decisión en esa época se hubiera podido pelear», afirmó el exciclista nacido en Sogamoso, un 22 de noviembre de 1959.
Su retiro del ciclismo fue una decisión compartida con Lucho Herrera, el hombre que lo deslumbró por su capacidad en la montaña -«mientras nosotros íbamos en bicicleta, Lucho iba en moto, era único, muy sobrado»- y con quien a fuerza de pedales escribió páginas memorables como el 1-2 en la etapa 12 del Tour de 1985, donde fueron capaces de doblegar al ‘Bretón’ Bernard Hinault, pentacampeón de la ‘Grand Bouclé’.
«Recuerdo ese día: fue una etapa de 280 kilómetros, muy larga. Se empezó suave, fueron casi ocho horas. Cuando finalizamos la etapa la idea era llegar y darle para ganar. En ese momento, en mi caso, no había como esa expresión de júbilo, era una sensación de cansancio, uno lo veía normal, lo asumí muy tranquilo. En realidad, en casi todos los triunfos era muy parco, no expresaba alegría», dice Parra, que así como nunca expresó sentimientos febriles, tampoco sufrió la nostalgia de finalizar el ciclismo.
«Lo asumí tranquilo, hablamos con Lucho y dijimos: ¡retirémonos! Como dicen por ahí, una retirada a tiempo también es una victoria. Las condiciones ya no eran iguales, el terreno de ascenso era difícil, los ciclistas jóvenes empezaban duro, ya se acababa la chispa para entrenar de la misma forma, el riesgo lo asumíamos de otra manera. Ya no éramos tan loquitos, nos cuidábamos más. Los hijos iban creciendo. Fue una cosa que hablamos con él y lo hicimos en conjunto, nos retiramos jóvenes y con la idea de descansar», recordó quien hoy, en calidad de dirigente emplea su figura para servir y demostrar que se puede ser exitoso en ambos rubros.
«Uno cuando está en la bicicleta tiene un compromiso muy grande y siente el mismo estrés y la misma tensión que siendo dirigente. Cuando estás en competencia y eres líder, tienes la responsabilidad de ganar, el estrés es impresionante. Cuando estás en el sector público o privado hay compromisos enormes. Uno es estrés físico porque debes prepararte todo el año, y en la administración es un cansancio mental, eso afecta, y esta cuarentena es algo delicado», cuenta Fabio desde su residencia en Tunja, donde cumple con el confinamiento y desarrolla labores diarias a través de teleconferencias con entrenadores, monitores y coordinadores de los distintos programas que tiene a su cargo.
La alianza con la tecnología que no hubo en las épocas de brilló ciclístico, las asume con naturalidad en el nuevo milenio, sin complicaciones ni complejos, del mismo modo que irrumpió con su físico privilegiado en Europa. «La tecnología es la evolución, y como en todo, hay que aprovecharlo. Se han facilitado las cosas, se han avanzado los procesos del trabajo en el instituto. Hay que estar en sintonía y acorde a la necesidad. Es un proceso difícil el tema de la pandemia, una cosa que en el mes de febrero no pensábamos que íbamos a llegar a este punto, pero uno tiene que acomodarse a las situaciones y a las directrices de las gobernaciones y el estado», relató y recordando aquellas épocas en las que no había ninguna plataforma tecnológica.
«Era difícil, no tenía uno acceso a la tecnología, no había celular y la comunicación inmediata. Recuerdo que terminaba la etapa, llegábamos a la recepción y había que hacer turno para llamadas, y habían colas porque en un hotel habían varios equipos. En mi caso, con mi esposa y padres, era constante la comunicación pero era difícil, nada como ahora, la evolución ha sido terrible. Nosotros no tuvimos esa posibilidad, pero eso es positivo y eso ayuda al avance de todo el mundo», reflexionó quien en su momento supo brillar y compartir liderato, sin afectar los intereses del equipo junto a su amigo Lucho.
«En esa época no era tan notorio, era más importante sacar la victoria del equipo. Café de Colombia era un proyecto nuevo, uno pensaba en esa parte. Hoy es un poco diferente, en el caso de Nairo se vio terrible, habían tres líderes y los intereses de cada líder entorpecían el triunfo para el equipo. Es difícil. Creo que hoy depende más de las decisiones del técnico. Por ejemplo, el año pasado se vio con Egan y Thomas, donde realmente se dijo que iban con Egan y ganó él. Su condición física era mejor que la de otros. Dependen mucho (los corredores) de las personas que lideren los equipos, y creo que sí hubo momentos difíciles para Nairo, donde se sintió solo», aseguró el escalador boyacense, que siempre fue recibido con honores junto a sus compañeros, aún en medios de las dificultades de un país que gozaba con los triunfos y lloraba por las víctimas de la violencia.
«Nuestro país es de euforias, vive el resultado del deporte, y prueba de ello es que muchas personas dicen que el deporte es un paliativo. El equipo de fútbol gana y todos entran en una euforia total. Antes no habían redes sociales y la gente igual vibraba. Cuando nos fue bien en el Tour, el ciclismo era el único deporte que daba resultados. Cuando en el 90 entran las grandes estrellas de fútbol, ya se empieza a ver una competencia, pero esa época era grande para la gente, las transmisiones eran muy emocionantes, todo eso ayudaba a la situación tan difícil del país», expresó Parra, ídolo y dirigente que aún con la crisis actual, sigue enfocado en liderar y poder sacar a la luz el proyecto ciclístico de la región denominado Boyacá Raza de Campeones.
«Está un poco en stand by el tema del ciclismo por esa situación. Hay recursos y la intención de seguir apoyando el programa, estamos en eso, dependemos un poco de cómo evolucione la pandemia. La idea es sacar el equipo Sub- 23 y el femenino. La élite es un poco más difícil porque es más costoso, el tema salarial es alto, la infraestructura. Con los Sub-23 y las damas es viable», afirmó y concluyó: «hay intención y el respaldo del gobernador para dar el apoyo al deporte, no solo al ciclismo sino a todos. A través de la secretaría de hacienda se está mirando la posibilidad de asignar el recurso para Indeportes, pero toca mirar la economía del departamento una vez pase la pandemia. Ahora los recursos van a la salud, hay que salvar vidas».
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