A todos aquellos que llevan tiempo en esto del ciclismo esta noticia, de alguna manera, no les sorprenderá. O, incluso, les resultará sorprendente comprobar que hemos tardado tanto tiempo en encontrar la enésima metedura de pata por parte de la UCI a la hora de redactar y aplicar una normativa ciclista. Como podemos recordar, mientras el organismo con sede en suiza y presidido por Brian Coockson se mostró tremendamente ágil, rápido y expeditivo con una cuestión tan importante como la de los maillots del IAM Cycling el pasado año, parece que cuestiones como la del dopaje mecánico, recién articulado en 2015, podría no estar tan bien atado como cabría esperar dado el revuelo y el escándalo que el primer caso –que ahora parece que todo el mundo sabía que llegaría– ha suscitado.
No vamos a ahondar mucho en esa cuestión. A estas alturas, todos los aficionados y no aficionados al ciclismo conocen el llamado motorgate del mundial de Zolder. Un escándalo que, con la familia de la belga Femke Van den Driessche en el ojo del huracán, ha hecho que sean muchas las voces que, quizás sin pensar en que podría ser interesante ofrecerle alguna salida a esta chica para que, a cambio, dé toda la información de la que dispone sobre el particular (proveedores, instaladores, instigadores…), pedían la cadena perpetua deportiva para ella, es decir, la sanción de por vida.
Pero ahora, después de que prohombres del ciclismo del nivel de Eddy Merckx o de que a media UCI, presidente incluido, se le inflara el pecho exigiendo y anunciando la más dura sanción posible, resulta que el ridículo sobrevuela, una vez más, al ciclismo.
La voz de alarma la ha lanzado el parlamentario belga Lionel Bajart (Open VLD), que ha alertado de que “aunque todos estén pidiendo la sanción más dura, esta podría no poder ser posible si no se introducen cambios legislativos”. Ahí es nada.
En este mismo sentido se ha pronunciado el Ministro Flamenco de Deporte, Philippe Muyters (N-VA), que, aunque se muestra partidario de que Femke Van den Driessche sea sancionada con la mayor dureza posible, lanzando la idea –aunque nadie sabe muy bien de dónde la ha sacado– de una sanción mínima de cuatro años, coincide con Bajart en el análisis más bochornoso para el ciclismo.
¿Qué es lo que podría impedir una sanción? Muy sencillo. La UCI ya ha incluido en su normativa los elementos necesarios para castigar el dopaje mecánico, algo que no ha hecho ni la AMA-WADA ni la justicia belga –recordemos que en Bélgica existe un apartado en el código penal referente al uso de sustancias dopantes en el deporte–.
Pero si la UCI ya tiene su propia normativa, ¿dónde está el problema? Pues que, tal y como explica Bajart, “si queremos perseguir todos los casos de dopaje con la misma intensidad, debemos hacerlo con las mismas armas. Esto significa que la justicia belga debe actuar siempre de la misma manera y nosotros nos basamos en el código de la AMA-WADA y nuestro código penal”. Es decir, que Bélgica, país de donde es oriunda la deportista y donde se habría producido el fraude, tiene las manos atadas para actuar contra ella.
Por ello, Bajart matiza las palabras del Ministro de Deportes Flamenco y asegura que, “aunque todos estamos de acuerdo en que queremos y debemos perseguir y castigar estos comportamientos, la única realidad es que la lista de sustancias y métodos prohibidos sobre los que se basa nuestra justicia es la de la AMA-WADA”.
Pero el caso es que Bajart lanza una pregunta todavía más preocupante al aire. Dado que la interpretación de la justicia no es una ciencia matemática, el político analiza que “toda la normativa, jurisprudencia y legislación que conocemos hasta el momento gira en torno al uso de sustancias dopantes por parte de los propios deportistas, no aplicados a medios mecánicos. Por ello, ahora deberíamos preguntarnos si realmente, con el articulado actual de la justicia de nuestro país, somos capaces, tan siquiera, de perseguir este delito”.
Así pues, ante este nuevo giro de los acontecimientos, cabe preguntarse si, debido a la celeridad de la UCI por ser la primera en la aplicación de una normativa que no ha sido todavía consensuada con la AMA-WADA, Femke Van den Driessche podría salir tremendamente beneficiada en tanto y cuanto sea imposible aplicarle una sanción acorde al fraude cometido.