Nicolás Van Looy | Enviado Especial Amberes – Ciclo21
Hubo una época, no tan lejana en el tiempo, en la que dos rara avis del ciclismo español se batían el cobre con los mejores especialistas del ciclismo clasicómano en esas carreras tan poco apreciadas y reconocidas en España. Óscar Freire, con sus tres maillots arcoíris, sus tres Milán-Sanremo, su Gante-Wevelgem, su París-Tours, su maillot verde del Tour, sus cuatro etapas en la Grande Boucle o sus siete triunfos en la Vuelta a España fue, quizás, el más reconocido de los dos. Eran tiempos felices para los amantes del ciclismo primaveral porque, junto al cántabro, al que se le atragantaban los adoquines –nunca fue top10 en Flandes y no llegó a participar en la París-Roubaix–, contábamos con Juan Antonio Flecha, un tipo que brilló con especial intensidad, precisamente, en esas carreras que al que fuera su compañero de equipo en Rabobank tanto se le atragantaban.
Por Bélgica, le llegaron a traducir el nombre a Pijl (flecha en neerlandés) y en España se ganó el apodo de Van der Flecha. Con hechuras de flandrien, se coronó ganando el Circuito Het Nieuwsblad de 2010. No ganó mucho el corredor nacido en Argentina. En total, nueve triunfos entre los que, junto a esa clásica belga –en la que sigue siendo el único español en ganar y subir al podio– se cuenta también una etapa en el Tour de Francia de su debut (2003).
Pese a esa buena hoja de servicios, Flecha será siempre recordado por las carreras que no ganó. Por sus preciosas aventuras en la París-Roubaix, tan cerca y tan lejos siempre de llevarse el perseguido adoquín. Tres veces pisó el podio, con el segundo puesto de 2007 como mejor resultado, y cinco veces más se coló en el top10, superando a un Miguel Poblet que, tras terminar segundo en 1958, era hasta entonces el único español en conocer la cara amable del Infierno del Norte. Además, Van der Flecha sigue siendo el único corredor español en la historia en haber subido al podio de la Vuelta a Flandes con aquel tercer puesto de 2008.
Juan Antonio Pijl es, por lo tanto, el excorredor español más autorizado para hablar sobre un Monumento, la Vuelta a Flandes, al que este año ha acudido, al fin, Alejandro Valverde con su maillot arcoíris, ese que le ha dado la libertad de darse el capricho de viajar a Tierra Santa. Pocas horas antes de que arranque la prueba, hablamos con el hombre que “estaría encantado” si El Bala le borra de los libros de historia del ciclismo como el último español en pisar el podio de Flandes. Al fin y al cabo, ya nadie le podrá quitar la honra de haber sido el primero.
– Por cómo llegan grandes favoritos como Van Avermaet o Sagan, los dos grandes referentes de esta generación en lo que a clásicas adoquinadas se refiere, podríamos convenir que estamos ante una de las ediciones más abiertas posibles.
– Correcto. La cosa está muy abierta. Hubo una generación con Boonen y Cancellara dominando y, aún así, se infiltró algún que otro ganador, pero la carrera se movía en torno a esos dos corredores. Más tarde sí hubo un dominio muy parecido con Van Avermaet y Sagan, aunque haya durado menos tiempo, pero este año ninguno de los dos ha demostrado el nivel que tenían otros años. Eso no significa que, estando como están, no sean capaces de ganar, pero, como bien has dicho, la carrera se abre mucho más porque no son referentes. No han dado ninguna señal que indique que serán capaces de ganar como lo han hecho anteriormente. Quizás, en otras ocasiones eran los dos grandes favoritos y luego estaban los outsiders y este año no. Ahora los incluiría al mismo nivel que otros corredores.
– Quizás este año sean todos outsiders más que favoritos.
– Para mí sí que hay claros favoritos, pero la lista es más grande y luego, evidentemente, están los outsiders. Lo que ocurre es que las cosas no están tan claras. Yo siempre veo entre 10 y 20 corredores que pueden ganar la carrera, y este año ocurre lo mismo. Pero las diferencias entre ellos son más pequeñas. Y creo que eso es algo muy bueno. La carrera va a estar súper interesante, sobre todo, con jóvenes tan buenos como los que hay.
– Efectivamente, mucho hemos hablado todos de los Deceuninck-Quick Step y del resto de nombres comunes, pero poco se ha dicho de los jóvenes.
– Soy de la opinión que, para ganar una carrera como Flandes, una cosa es ser joven promesa y llegar a hacer un buen puesto. De ahí a ganarla, creo que es un nivel un poco más por encima. Tienen que darse demasiados factores para que una joven promesa gane una Vuelta a Flandes de forma tan precoz. Son casos excepcionales. Sí hay probabilidad muy alta de que estén ahí y puedan hacer un buen puesto como hizo Tiesj Benoot en su día o como hizo Boonen en su momento en Roubaix. Pero insisto, de ahí a ganar es otro nivel. Parece asequible desde fuera, pero una cosa es hacer segundo o tercero y otra cosa es ganar.
– En cualquier caso, no sería imposible.
– Se puede dar. Ya ha sucedido en el pasado, pero si te fijas, siempre han sido corredores con cierta experiencia. Creo que es un tema mental.
– Desde ese punto de vista, ¿incluye en esa misma reflexión los casos de Van Aert y Van der Poel?
– Sí, son corredores, sobre todo Van der Poel, que me encantan. Van Aert es muy bueno, pero personalmente, si me das a elegir, me quedo con la manera que tiene de correr Van der Poel. A Van Aert le veo como el típico gran talento que, de repente, tiene mucha presión y a Van der Poel le veo, como se dice en inglés, más laid back [una expresión cuya traducción más literal sería relajado, N.d.A.], más dejado. Da la impresión de que le da igual. Tiene algo.
– Puede, como decía Patxi Vila, llamarlo genética. Lo raro, como él decía, sería que no anduviese como lo hace.
– De hecho, fíjate: hace ya años yo estaba en Rabobank y Frans Maasen, director del equipo, me dice le han hecho un test de esfuerzo al hijo de Van der Poel y, ¡buf! es un fenómeno. Esa fue la primera vez que oí hablar de él ¡y era un niño! Te estoy hablando de hace unos diez años. En cualquier caso, más allá de la genética, es la manera de afrontar las carreras.
– Es una combinación perfecta de elegancia, agresividad y pasotismo en el buen sentido de la palabra.
– Sí. Mira el año pasado Van Aert. También estaba en un equipo pequeño y supo estar ahí, pero creo que su estar ahí era por genética, porque es muy bueno. Pero a Van der Poel lo veo con más, con ese talento extra, esa manera de correr que, para mí, es más selectiva. Es esa clase. Ahora nos centramos mucho en los datos físicos, en el motor. A mí me gusta ver el otro lado del abanico, que es donde está la clase. La emoción que te genera el corredor. En ese sentido, creo que Van der Poel genera más emoción que Wout Van Aert. Tiene es tocado con la varita que dices ¡buah! Si me preguntas el motivo número uno para ver la carrera del domingo, igual que hace años te diría ver qué hace Sagan, ahora te digo que quiero ver cómo se mueve Van der Poel, qué hace. Verle cómo se mueve en la bici… ¡es tan elegante! Estamos ante algo especial.
– Hablaba usted de equipos pequeños. Después de hacer podios en las dos pruebas, ¿cree que en Flandes es, comparada con Roubaix, en la que menos importancia puede tener el equipo y más premio puede tener la invidualidad?
– Sí porque Roubaix es una carrera en al que hay ciertos factores que, con un buen equipo, sacas mucho partido. Me refiero a arroparte, taparte el aire en según que tramos… aunque sea la reina de las clásicas, es una carrera más de gran vuelta. En Flandes puedes ir solo. Es una carrera muy laberíntica, tienes que estar bien posicionado en cada tramo. Es como un ciclocross, pero multiplicado por diez. Claro que el equipo es importante. El Het Nieuwsblad que yo gané, lo gané porque Mathew Hayman me dio su rueda. Pinché de atrás, Hayman venía cortado y los coches, a saber dónde estaban. Me dijo que cogiese su rueda y yo no quería, pero insistió, se paró y cogí su rueda. Pude volver a enlazar y acabé ganando. Si no hubiera sido por eso, hubiera estado en un grupo mucho más atrás.
– En definitiva, y hablando siempre muy entre comillas, el equipo en Flandes es más importante ante circunstancias determinadas o imprevistos.
– Sí. Tener un compañero delante es muy válido, pero ayudar a gente como Van der Poel o Sagan… pues mira, Sagan saca más partido a un Daniel Öss en Roubaix que en Flandes. Lo voy a resumir más: tener un buen gregario en Roubaix, te hace ganar la carrera. En Flandes, no. Aquí, te hace una estrategia mejor, como demuestra Deceunick-Quick Step, pero Flandes es más locura. En Roubaix son situaciones más controlables. Por eso, veo la Vuelta a Flandes mucho más difícil.
– Y en todo este puzle teórico, ¿dónde colocamos a Valverde con su enorme experiencia como ciclista y su nula experiencia en esta carrera?
– Para mí, al ser una carrera tan abierta, está ante una oportunidad muy buena de hacerlo bien. Precisamente, porque no hay uno o dos dominadores claros. Pero, al mismo tiempo, es un arma de doble filo. Es muy fácil decir yo, siguiendo a este o a este, ya sé donde voy. Tenemos dos referentes en carrera y sabes que te tienes que pegar a ellos. Al ser esta edición tan abierta, el gran riesgo que tiene Valverde es que se le esté yendo la carrera y él no lo vea.
– Más o menos, lo que pasó en A Través de Flandes, aunque es cierto que tenía un hombre por delante.
– Sí, claro, pero un corredor como Valverde, aunque sea para probar, ¿no?… Por seguir una rueda, no te pasa nada, pero se le fue la carrera y el ser inexperto en estas situaciones, en este tipo de carreras en las que quizás no conozcas bien a los corredores o no sabes qué tipo de corredores se pueden mover y donde. ¡Aquí se pueden mover en tantos sitios! Esto no es una Lieja o un Mundial, que al final es sota, caballo y rey. Aquí tú puedes decir, subimos al Kwaremont, damos vueltas y todo solucionado. Aquí da igual lo que digas. A lo mejor se te va la carrera dos puestos por delante y no lo estás viendo… o lo ves y no puedes pasar. No es que no lo haya visto. Es que he mirado, lo he visto, pero no tenía por dónde pasar. Ahí es donde una carrera tan abierta le perjudica, pero le beneficia mucho que él puede generar ese corte bueno y tener ese factor de oportunista. Luego, en el final, no le gana nadie. Por fortaleza, va a estar. Por experiencia, también. Por inexperiencia en saber leer la carrera un poco mejor es donde va a estar su hándicap. Pero todos tienen su hándicap.
– En cualquier caso, esta edición es una gran oportunidad para él.
– Sí, va a estar seguro. Creo que, de todos los años que ha habido hasta ahora, no hay edición mejor para él. Si hay una edición de la Vuelta a Flandes donde poner a Alejandro a debutar y hacer un buen puesto, es esta. No busques más.
– ¿Cree que todo lo que ha comentado convierte a esta edición en una muy propicia para ver un movimiento raro como el que le dio el triunfo a Gilbert hace dos años?
– Para mí, lo de Gilbert fue algo excepcional y le favoreció mucho el tema táctico. ¿Este año? Un tío solo, desde tan lejos, no lo veo. No se va a dejar tanta responsabilidad en Van Avermaet o Sagan, por lo que no será tan fácil que se haga un corte lejos de meta. No, no creo que sea el año que lo vayamos a ver.
– Usted corrió el final antiguo, desde el Bosberg, y llegó a conocer este nuevo final con Oude Kwaremont y Paterberg. ¿Cuál considera más atractivo y más duro?
– Más duro es el nuevo. Más difícil es el antiguo.
– ¿En qué sentido era más difícil?
– Pues porque no pasas por un circuito. En el nuevo sabes que das vueltas y tienes una referencia. Lo más complicado de Flandes siempre ha sido saber exactamente dónde estás y, en ese sentido, saber que durante los últimos kilómetros estás dando vueltas a un circuito, es una tranquilidad. Estás dando vueltas, está todo controlado. Tienes un margen de control más grande que el que tenías antes. Incluso, perjudica los cortes porque los equipos se organizan mucho más fácil. Pero sí es más duro. Sobre todo, el Paterberg, que al final es durísimo. El Kwaremont y el Paterberg es una salvajada. No se puede comparar con subir el Bosberg. Luego está esa recta hasta el final. Antes era más bonito, porque volvías a entrar en algún que otro pueblo… daba más opciones a moverse. Ahora, pasado el Paterberg ya sabes que no va a pasar nada.
– Hablando de belleza, usted que ha hecho podio en las dos, ¿cuál de los dos cajones llena más?
– Para mí, estando en el podio en Flandes demuestras mucho. Demuestras más versatilidad que en Roubaix, que es más especial en muchos aspectos. Es una carrera única. Yo le tenía mucho más cariño a Roubaix a pesar de que Flandes lo veía como un reto. ¿Qué llena más? Lo dejo a tu criterio. ¿Qué prefieres? ¿Una carrera a la que le tienes cariño o superar un reto?
– Le reformulo la pregunta de otra manera. Nosotros siempre vemos las fotos del podio viéndoles a ustedes de frente. ¿Qué foto, vista desde ahí arriba, le parece más bonita en su recuerdo?
– Roubaix. Por el cariño que le tengo a la carrera y por el sitio emblemático que es el velódromo. Creo que, para el ciclismo, Roubaix significa mucho más. A mí me ha interesado mucho más Roubaix que Flandes. Pero, eso sí, como carrera única es Flandes, es mucho más difícil. Pero, ¿con qué me quedo? Pues yo recuerdo mucho más una ducha en Roubaix que un final en Flandes. De eso, casi ni me acuerdo. Yo, por Flandes, no lloraría… por Roubaix, sí.