Chris Froome (Sky) sigue concentrado en Sudáfrica aparentemente ajeno a todo el revuelo que, aunque ahora latente, sigue despertando su figura después de destaparse su control adverso por Salbutamol durante la pasada edición de la Vuelta a España. El corredor británico nacido en Nairobi no ha optado, como han hecho otros en el pasado ante situaciones similares, por mantener un perfil bajo y sigue con su vida normal como si nada hubiese ocurrido. Su actividad pública, es cierto, se limita a lo que cuenta a través de sus redes sociales, pero eso, es cierto, es lo habitual para él.
Una de las cuestiones que más atención ha despertado es una frenética actividad de entrenamiento. Su perfil de Strava, inactivo desde el mes de enero del pasado año, reporta unos datos realmente llamativos: desde el pasado día 25 de diciembre, momento en que volvió a la actividad, el cuatro veces ganador del Tour de Francia ha acumulado exactamente 2.000,3 kilómetros hasta el día de hoy, de los que más de la mitad, 1.082,6, los sumó en los primeros siete días de este 2018.
Evidentemente, detrás de esta reactivación de su Strava se encuentra la intención del británico –quién sabe si recomendado o no por su equipo– de mostrar que sus resultados deportivos son fruto del duro entrenamiento y no del uso métodos prohibidos.
Pero tantas horas de entrenamiento y tantos kilómetros acumulados han tenido un precio para el actual defensor del título de vencedor de la Vuelta a España, que mañana se presenta en Estepona, y es que, aunque sin consecuencias graves, Froome ha compartido en su cuenta de Instagram las consecuencias de una caída que le han provocado una herida en el codo.
Froome no estará en Estepona. El jefe de filas del Sky sigue machacándose en el verano sudafricano pensando en ese doble reto Giro-Tour que, no lo olvidemos, sigue en el aire a la espera de una resolución definitiva sobre su caso.