A Chris Froome, virtual ganador del Tour de Francia le costaba encontrar las palabras. “Se trata ante todo de la culminación del viaje realizado para llegar hasta aquí, desde mis inicios. Al principio corría con una pequeña bicicleta de montaña por los caminos de tierra de Kenia y ahora me encuentro con el maillot amarillo del Tour de Francia la víspera de la llegada a París. Es difícil encontrar palabras para expresar lo que siento, pero ha sido un viaje extraordinario. Esta carrera ha sido una batalla diaria, con viento, lluvia, montañas… Tengo la impresión de que con motivo de la 100ª edición hemos vivido una carrera muy especial».
Y explicó su extraña táctica, a pesar de reconocer su cansancio en los kilómetros finales. «En los dos últimos kilómetros, cuando estaba con Rodríguez y Quintana, me ha invadido un sentimiento muy especial. Me hubiera gustado ganar la etapa, pero ya no tenía piernas para eso. Y sobre todo, he empezado a pensar: “Ya está, dentro de 5 minutos habrá terminado todo y todo ha ido bien”. Es difícil permanecer concentrado, después de tanta tensión acumulada durante las tres semanas de carrera. De golpe, todo quedaba zanjado, resultaba extraño”.