Giacomo Garavaglia ha sido uno de los puntales del Kometa-Xstra Cycling Team en el arranque de la temporada. Debutó en la Challenge de Mallorca con una ilusionante undécima plaza en el primero de sus trofeos. Pero las circunstancias de carrera y varias caídas en compromisos posteriores acabaron mermando su rendimiento físico y restándole todo lo que podría aportar. Garavaglia encaraba la Istrian Spring Trophy con ganas y bríos renovados, recuperado de las heridas y con un recorrido donde mostrar sus aptitudes con regularidad.
El aplazamiento de la prueba croata le obligó a un standby forzoso mientras vive el complejo día a día derivado del coronavirus en un domicilio familiar donde lo viven con intensidad; no en vano su madre, Gabriella, es enfermera en el Hospital Giuseppe Fornaroli de Magenta. Charlamos con el corredor lombardo sobre la situación actual, sobre sus primeros meses de andadura profesional… o sobre su pasión por la arquitectura, un mundo en el que comenzó estudios universitarios.
-Reside en Magenta, Giacomo, al oeste de Milán y al sur de Busto Arsizio. Toda Lombardía es una zona muy vigilada donde el coronavirus se ha expandido muchísimo. ¿Cómo viven esta situación?
-No de manera sencilla, desde luego; especialmente porque mi madre es enfermera y nos cuenta lo que está experimentando de primera mano. Veo su cansancio cuando regresa del trabajo y entiendo que la situación es crítica. Y tampoco podemos olvidar el hecho de que una décima parte de infectados son trabajadores sanitarios. Como zona, por el momento, es un área bastante bajo control.
-¿Cómo se gestiona emocionalmente toda esta situación? ¿Cómo vivir el encierro y esas consecuencias de no poder ver a los amigos, a la pareja o a otros familiares? ¿O procesar esa información que te llega de conocidos, o de conocidos de conocidos, que han enfermado o incluso han podido fallecer?
-Bien. Hoy en día, con la tecnología tenemos, contamos con medios suficientes para mantenernos en contacto con los amigos y los familiares. Si esto hubiera sucedido hace treinta años hubiera sido todo mucho más problemático. Y en muchos aspectos.
-Ha competido catorce días esta temporada, los mismos que Antonio Puppio y uno menos que un Daniel Viegas que entró a última hora en los planes para Valencia. Compitió en todos los torneos de la Challenge de Mallorca y en la isla arrancaste con una interesante undécima plaza…
-Sin duda fue un comienzo muy intenso. Creo que todos los corredores tuvimos un gran invierno y nos presentamos en forma en la Challenge de Mallorca. Y creo que se ha visto. Quizá el momento más lindo en la isla además de la undécima plaza del primer día fue la fuerza y la capacidad y la fuerza del equipo cuando empezamos en primera persona a trabajar para recuperarle tiempo a una escapada en la que rodaban nombres importantes.
-… Pero luego en Comunitat Valenciana las caídas le impidieron explotar tus cualidades.
-Sí, en la Vuelta me fui al suelo durante la segunda etapa y esto influyó mucho en mi condición. Sufrí muchísimo. Pero no desconecté en ningún momento. No soltar esas amarras fue una gran ayuda y me permitió seguir compitiendo. En la Vuelta a Murcia obtuvimos un gran resultado con Sergio, y no hay que perder de vista que era una carrera con cuatro equipos WorldTour. Fue una actuación muy linda para nosotros como equipo. Y en lo personal estoy muy feliz por haber ayudado a Sergio a defender su posición durante la segunda etapa.
-Luego llegó la gira por Croacia, donde y la evolución de los acontecimientos obligó a parar todo el calendario…
-El viaje a Croacia nos dejó un sabor amargo por la suspensión de la vuelta por etapas, la Istrian Spring Trophy era una carrera que para los corredores que estábamos allí se presentaba muy interesante para poder lograr cosas relevantes. Pero también la suspensión fue correcta da la emergencia y la necesidad de volver a casa. Y en casa estamos, haciendo rodillo, gimnasio y esperando a que todo esto pase de la mejor forma posible.
-Después de este período en el campo profesional, si bien es cierto que el campo aficionado italiano es muy diferente al español o el de otros países y que tenía una opinión de primera mano de tu buen amigo Stefano Oldani, ¿alguna cosa le ha sorprendido o no te la esperabas así dentro del campo profesional?
-Es otro mundo, completamente. En comparación con el campo amateur en Italia, por ejemplo, las carreras son también diferentes. En el profesionalismo son mucho más irregulares, sin un guin que siempre se repita. Cuando entre los participantes tienes equipos de la categoría WorldTour, da miedo cuando arrancan el motor o abren el gas. Es impresionante cómo van tanto en el llano como en las subidas. Sí, es otro mundo. Otra cosa que también me ha sorprendido es la atención por el más mínimo detalle. Nada se deja al azar. Mucho pequeños gestos en la economía general de una carrera por etapas o en los períodos de entrenamiento más intensos al final son los que marca la diferencia.
-Después de este periplo en el equipo y en el campo profesional. ¿Tiene una idea más clara de qué tipo de corredor cree que es, hacia dónde le está llevando, en su punto de vista, el trabajo y el desarrollo de tus carreras?
-Creo que esto es algo que aún llevará un tiempo, todavía he encontrado mi verdadero nivel para poder decirlo. Me he encontrado bien en momentos en los que la carretera se ha empinado y también en otros en los que he tenido que mostrar mi punta de velocidad… Esto es algo que todavía tiene que decir el paso del tiempo.
-Las medidas de contención del coronavirus han parado toda práctica cultura y deportiva y, en este sentido, el fútbol vive las mismas circunstancias sin competición que el ciclismo. ¿Cómo vive esto un aficionado a este deporte, seguidor del Milan?
-Puedo vivir sin fútbol en vivo, realmente no lo tengo como un pasatiempo. Al haber jugado al fútbol de niño, es un deporte que me gusta y me gusta estar al día de los resultados del Milan. Tampoco es una actividad que me quite mucho tiempo. Pero tampoco soy un aficionado al fútbol que emplee mucho tiempo en él o que mate el tiempo jugando a la videoconsola. Nunca tuve una Playstation. Y ahora menos. Estoy muy ocupado con los estudios. La próxima semana [Nota de la redacción: Giacomo se refiere a la segunda semana de abril] tengo dos exámenes en la Universidad, de forma telemática. Así que el tiempo libre que me queda lo empleo fundamentalmente en los libros.
-Ahora cursa ‘Science motorie e sportive’ (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte), pero cuando inició sus estudios universitarios no se decantó inicialmente por esta carrera…
-No, comencé Arquitectura. Estuve dando clases durante un curso y medio, pero me resultaba muy difícil compaginarlo con el ciclismo y opté por cambiar. Aunque la Arquitectura siempre me ha fascinado. Y dentro de ésta, quizá porque mi primer trabajo en la carrera iba precisamente sobre esa temática, la arquitectura del racionalismo. Me gustaba mucho Le Corbusier. Si tengo que nombrar un arquitecto, creo que la elección casi imprescindible es la de Renzo Piano por lo que le ha dado a la arquitectura en todos sus años de ejercicio profesional.
-A colación de Le Corbusier, y sin perder el foco en el ciclismo, este arquitecto dijo una vez que los Dolomitas eran “la más bella obra arquitectónica del mundo”. Como ciclista y como amante de la arquitectura, ¿qué le parece esta afirmación?
-No conocía esta frase, pero debo decir que encaja perfectamente. Nunca he tenido el placer de hacer un retiro, una concentración, por esa zona; solo he estado ‘de paso’, así que no la conozco todo lo bien que me gustaría.
-Si tuviera que tildar de ‘obra arquitectónica’ a un paso montañoso, ¿cuál sería su elección?
-Diría que el Passo dello Stelvio tanto por su majestuosidad como por ser una escalada mítica. El Stelvio es como nombrar el Coliseo de Roma o el Partenón de Atenas. Aunque una de las escaladas que más me gustan es la del Lago di Cancano, en la Valtellina, cerca de Bormio.